Separa la violencia a Juárez y a El Paso

EL PASO, Texas.- Todos los días, al bajar de un autobús en México y cruzar la frontera para ir a trabajar en el centro de El Paso, Edith Escobedo dice que tiene una sensación de alivio. Cuando menos durante las siguientes ocho horas, se dice a sí misma, estará segura de la violencia que está destruyendo a Ciudad Juárez.

"Uno vive con miedo ahí", dijo Escobedo, al tiempo que atendía a los clientes en la tienda de ropa Casa Sylvia. "Es puro miedo, pura inseguridad. Una no puede ni siquiera salir en la noche. Es curioso que aquí sea tan diferente. Es otra forma de vida".

Ciudad Juárez y El Paso están divididas por el Río Bravo y por un par de puntos de revisión fronterizos que han hecho poco durante años para detener el constante ir y venir de comercio y de visitas familiares.

Las ciudades están tan cerca que el Alcalde de El Paso puede ver el centro de Juárez desde su oficina.

Sin embargo, en otros aspectos, las dos ciudades se encuentran a un mundo de distancia en estos días.

El Paso todavía disfruta de su estatus de ser una de las ciudades más seguras de Estados Unidos, al tiempo que Ciudad Juárez, ciudad de un millón 500 mil habitantes que siempre ha sido peligrosa, se ha convertido en un campo de batalla para los cárteles de las drogas. Más de mil 550 personas fueron asesinadas ahí en las guerras de las drogas el año pasado.

Peor aún, otros crímenes violentos (robo de automóviles con violencia, extorsión, robo a mano armada) han surgido al tiempo que las autoridades asediadas luchan por responder a las batallas armadas diarias.

"Es raro ser la tercera ciudad más segura en Estados Unidos estando junto a una zona de guerra", dijo John Cook, Alcalde de El Paso.

Sin embargo, lo que está pasando al otro lado de la frontera (un salvaje campo de batalla provocado por los esfuerzos del Gobierno mexicano para aplicar medidas enérgicas contra los cárteles) está causando estragos en El Paso en una infinidad de formas.

Los estadounidenses han disminuido las visitas a sus familiares en México, y los mexicanos, también se aventuran a ir al lado estadounidense en números más pequeños porque tienen miedo de salir de sus casas de noche o porque no tienen dinero.

El hospital público de la localidad en El Paso ha tratado a 48 personas heridas en enfrentamientos armados en México durante el año pasado, y los oficiales de impartición de justicia en Estados Unidos pasan mucho de su tiempo intentando descifrar cómo evitar que la violencia se extienda hacia sus jurisdicciones.

"Es una anarquía, es una completa anarquía", dijo Fernando Apodaca, agente de seguros en El Paso. "Los criminales tienen el control".

Apodaca, de 47 años, dejó de cruzar la frontera por negocios, como lo había hecho durante toda su vida adulta, después de que su automóvil le fue robado a punta de pistola a plena luz del día el 17 de septiembre.

Los expertos dicen que muchos factores han mantenido la violencia a raya en El Paso: una alta concentración de oficiales de impartición de justicia por las operaciones fronterizas y la pena de muerte en Texas.

Pero algunos tienen otras teorías. Cook, por ejemplo, piensa que los problemas en Ciudad Juárez empezaron cuando la aplicación de medidas estrictas por parte del Gobierno mexicano tuvo un efecto contrario. La operación aplastó la red de distribución de drogas en el lado mexicano, lo que dio paso a las guerras territoriales. Eso no ha pasado en el lado estadounidense, dijo Cook, pero si sucediera, añade, podría surgir una oleada similar de crímenes.

Hace unos días, Michael Chertoff, entonces Secretario de Seguridad Interna, dijo que la Administración Bush había trazado planes para enviar una mayor cantidad de agentes federales y soldados a sitios problemáticos en caso de que la violencia se extendiera.

James C. McKinley Jr., Reforma, 26 de enero.


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