Afecta a clases narcoviolencia

REYNOSA.- Los planteles aledaños a la zona donde se registró la balacera entre sicarios y fuerzas federales lucieron ayer vacíos.

Padres de familia optaron por mantener a sus hijos resguardados en sus casas, un día después de que los pequeños vivieran en carne propia cómo se enfrentan militares y gatilleros en esta frontera.

La resaca de miedo tras los enfrentamientos del martes en esta ciudad, donde murieron 5 personas y 9 resultaron heridas, permanecía en el ambiente, incluso, no había mucho tráfico.

El shock era total: De padres, maestros, niños, ciudadanos en general.

"Se suspendieron las clases porque los padres de familia todavía están afectados y no mandaron a sus hijos a la escuela", trataba de justificar Julio González, coordinador regional de la Secretaría de Educación.

Braulio Dávila, director de la primaria Felipe Carrillo Puerto, ubicada en la Colonia Las Fuentes, relata que al escuchar las detonaciones, dio la orden a maestros y alumnos de tirarse al suelo para evitar una bala perdida.

No lo pensaron dos veces, sus mesitas de estudio las usaron como escudo ante la ráfaga de balas que se escuchaba en el exterior.

"Empezó a las 10 de la mañana, arrojaron granadas como si fueran bazucas y en eso los maestros empezaron a correr. En todos lados, alrededor de la escuela, se escuchaban los disparos de bala", recuerda Dávila.

No era algo imaginario, era la realidad que se vive en esta frontera, donde las fuerzas militares dan su "batalla" contra el crimen organizado.

Tras una hora del tiroteo, llegó un militar a la escuela, no vaciló y de un disparo destruyó el candado de la puerta principal del plantel y exigió a los niños que salieran. Por fortuna, el disparo venía de las autoridades y no de los sicarios.

"En los salones quedaron sus pertenencias y los útiles escolares. Era un caos tremendo, cuando ya pasó todo, los papás vinieron por ellos y salieron corriendo", dijo Dávila.
Reforma, 19 de febrero.

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