'Lo veo pasando hambre'

A Anita Celaya le cuesta trabajo dormir. Apenas cierra los ojos y puede ver, como si ella fuera detrás, el camino que su hijo siguió en el intento por cruzar a Estados Unidos.

"Miro a mi niño pasando el río, lo miro aguantando hambre. En ese tiempo era invierno, lo veo debajo de la lluvia, lo veo caminando en la oscuridad", dice por teléfono a las 10 de la noche.

Aunque lleva ya dos días ininterrumpidos de viaje, la mujer no quiere dormir.

Anita siguió sus pasos. Tres meses después de la última llamada telefónica con su hijo Rafael Alberto Rolin Celaya, en mayo del 2002, tomó los ahorros y cruzó de ilegal para México.

Como él se perdió en Tecún Umán, Guatemala y encontró al señor que lo llevó a la frontera entre ese país centroamericano y México.

Como él cruzó el río en una balsa y llegó a la casa donde estuvo en territorio chiapaneco.

Luego las pistas se disolvieron. Anita se quedó sin brújula y también sin dinero.

"Fue una frustración tremenda, bien dura para mi. '¿Qué ando haciendo? no tengo nada seguro' me decía y tuvimos que regresar".

La historia de Rafael, entonces de 22 años, es como la de casi todos sus connacionales: salió de El Salvador porque no tenía empleo, pero sí sueños.

Cruzó con unos amigos y en la frontera entre México y Guatemala conoció a un tipo que se ofreció llevarlo.

Terminó en casa de un desconocido, en territorio chiapaneco, escondido durante dos semanas con la promesa de llegar a Estados Unidos.

"Fue como un 14 o 15 de mayo que él salió de la casa de este señor. Me dijo 'mamá no te preocupes ya vamos a salir con él, vamos únicamente tres. Lo triste -me dijo- es que llevo papeles chuecos'.

"No sé con qué nombre iba, no le pregunté", recuerda Anita.

El pasado martes se reunieron con autoridades chiapanecas para solicitarles ayuda en la búsqueda de sus desaparecidos.

"Traemos esa petición, una base de datos. Yo sé que aquí nos la pueden facilitar, que aquí tienen los medios para hacerla.

"A quienes trafican con ellos les hago un llamado, que ya no los vean como unos animales, sino que los vean como personas que dejan familias, padres, esposos, hijos".

En esta caravana Anita sigue los pasos de todos los hijos perdidos.

"Ya no es sólo mi dolor, sino de todos los que estamos aquí", explica apesadumbrada.

Daniela Rea, Reforma, 11 de febrero.

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