Obama descubrirá un México lejano

WASHINGTON.— Cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pise México su visita no podrá evitar la comparación del encuentro con ese eterno vecino distante que ha sido México para una larga lista de mandatarios que, con desigual fortuna y graves desaciertos, han tratado de poner en práctica la política del buen vecino que propusiera Franklin D. Roosevelt en la década de los 30.
“El presidente Barack Obama, a diferencia de otros políticos, es una persona que le gusta estar muy bien informada. Y estoy segura que, el equipo de asesores con el que cuenta y la propia Hillary Clinton, le informarán al detalle de todo lo que sea necesario antes de su viaje a México y su encuentro con el presidente Felipe Calderón, para que el diálogo entre los dos sea muy productivo”, aseguró Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado adjunta para México y Canadá. “Además, el hecho de que México haya sido elegido por el presidente Obama como el primer país de Latinoamérica en visitar, creo que ya envía un mensaje muy claro”, añadió.

Aun antes de que inicie su periplo por México, las dudas sobre el grado de conocimiento que comparten tanto Obama como su gabinete sobre los males que aquejan a su vecino del sur, han dado pie a un sinnúmero de valoraciones en las que el denominador común es concederle a Obama el beneficio de la duda como un presidente que ha prometido durante su campaña una nueva era de relaciones con América Latina en general y México en particular.

“Yo creo que en estos momentos no importa mucho lo que el presidente Obama sepa de México o de América Latina. Creo que, más bien, lo realmente importante es qué tanta importancia conceda a los asuntos claves de la relación bilateral”, consideró Andrew Selee, director del Instituto México del Centro Woodrow Wilson.

Porque —añadió— no nos olvidemos que, aunque el presidente George W. Bush sabía mucho de México y América latina, la verdad es que se quedó sin el espacio político para avanzar en muchos temas clave, a diferencia de Obama que hoy empieza con mucho espacio político para hacer avanzar su agenda en la región, sin importar si sabe más o menos que su antecesor”.

Pero además de su capital político y su manifiesta disposición a estrechar los lazos con México y Latinoamérica, Obama cuenta con una ventaja comparativa frente a antecesores como George W. Bush, Ronald Reagan e incluso el propio Bill Clinton, para avanzar en esa difícil tarea de reconquistar a ese vecino distante.

“A diferencia de todos ellos, Obama es un intelectual, un político de vena pragmática, que estudia y aprende rápido, que tiene una visión muy clara de soluciones prácticas y no ideológicas. Estas son virtudes que sobrepasan a quienes presumen de conocer México porque han viajado a la región o porque han sido gobernadores de estados fronterizos”, consideró Armand Peschard-Sverdrup, del Centro para Estrategias y Estudios Internacionales de Washington (CSIS).

Con una agenda aún por aterrizar, en la que los temas inevitables serán la violencia del narcotráfico, la seguridad fronteriza, el tráfico de armas desde Estados Unidos hacia México y el trasiego del dinero que sigue engrosando las arcas del narcotráfico, la agenda del Presidente pasará necesariamente por el futuro de una alianza bilateral que vaya más allá de los conflictos y diferencias puntuales.

“México y EU somos aliados en muchos temas, no solamente bilaterales, sino también en la región y a nivel internacional”, consideró Jacobson en alusión al papel de México ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y a la necesidad no sólo de reforzar la relación bilateral, sino de proyectarla hacia toda la región.

En otras palabras, tratar de reforzar la mancuerna que ambas naciones fueron incapaces de articular durante los gobiernos de Vicente Fox y George W. Bush.

Pero más allá del simbolismo que convertirá a México en anfitrión de la primera visita de Obama a la región y de especulaciones sobre el déficit de conocimiento del actual presidente de EU sobre México y Latinoamérica, la importancia del encuentro ha cobrado un carácter tan urgente como coyuntural hacia ambos lados de la frontera.

Particularmente tras el agrio intercambio de reproches y recriminaciones que se han cruzado entre Washington y la ciudad de México por las valoraciones que han realizado distintos estamentos del Pentágono y del Departamento de Estado para poner en tela de juicio la gobernabilidad de México ante el embate de los cárteles de la droga:

“En este sentido creo, sin duda alguna, que (esta visita de Obama a México) es un reconocimiento de la necesidad urgente de diálogo antes de que la crisis imponga su propio ritmo a la relación” entre los dos países, sentenció Selee.
J. Jaime Hernández corresponsal, El Universal, 19 de marzo.

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