Admite el IFE que comicios intermedios son “poco atractivos” para los ciudadanos

Aunque por ahora la preocupación en el Instituto Federal Electoral (IFE) se ha desplazado hacia la campaña del voto en blanco, reducir el abstencionismo se mantiene como una prioridad institucional, ya que es un serio problema para la democracia, pues reduce la articulación entre sociedad y gobierno y, “a mediano plazo, puede afectar de manera indirecta la gobernabilidad del país, pues podría reflejarse en la reducción del apoyo y cooperación ciudadana”.

Tales son parte de los alcances que el propio IFE reconoce en su Guía para la promoción del voto razonado, elaborada por la Dirección Ejecutiva de Capacitación y Educación Cívica. En el documento se reivindica el voto como instrumento de control de los ciudadanos y un elemento cave en la legitimidad de las autoridades políticas surgidas de los comicios.

Sin embargo, los comicios intermedios son poco atractivos porque no se percibe un beneficio tangible de la elección. El analista Ulises Beltrán advierte que la sola renovación de la mitad del Congreso –la Cámara de Diputados– desalienta aún más el interés, en la medida en que la correlación de fuerzas en el Senado permanecerá inalterable, lo cual quedará evidenciando cuando se analice la diferencia de participación en las entidades donde se renueva el Ejecutivo en elecciones concurrentes.

La visión del consejero Benito Nacif respecto de los alcances de dicha elección es diferente: si bien reconoce que no hay gran interés del votante en relación con comicios presidenciales, “creo que no queda muy claro al elector la importancia del Poder Legislativo, aunque éste es un proceso en el que ciudadano debería asumir la importancia estratégica de los comicios intermedios, lo que ayudaría a incrementar la participación”.

Aunque las elecciones intermedias en el continente no son un esquema generalizado, en aquellos países donde existen pueden llegar a cambiar el rumbo de los gobiernos. “Clinton, en 1994, perdió la mayoría en el Congreso y fue un desastre, porque frenó su administración”, situación similar a la que ocurrió con Vicente Fox en el sexenio pasado.

En la citada guía del IFE se resumen las posibles razones del incremento del abstencionismo: el elector no asocia el voto con su vida cotidiana; se percibe a los procesos electorales como complicados, al tiempo que no hay suficiente información sobre los partidos y sus candidatos; la sociedad considera que su opinión no es tomada en cuenta, independientemente del sentido de su voto; los electores no son atraídos por las campañas y abanderados, percibiendo un mayor costo que beneficio; la discplina partidista ha dejado de funcionar en algunos estratos sociales.

Dicho documento asume el creciente abstencionismo en elecciones intermedias, al punto de que en algunas entidades se han alcanzado porcentajes elevadísimos: Baja California, 69 por ciento; Chiapas y Oaxaca, 68 por ciento.

Las diferencias no sólo son territoriales, sino también existen en cuanto a edad y sexo, según se desprende del único análisis que el IFE ha podido realizar respecto del voto. En 2003, a partir de una muestra de los paquetes electorales, se determinó, por ejemplo, que entre los 20 y 30 años el abstencionismo alcanzó 69.2 por ciento, 10 puntos por arriba del promedio.

Según el análisis, en una primera instancia los jóvenes de 18 años participaron en 43 por ciento, pero a partir esa primera experiencia la participación de este estrato es declinante hasta después de los 30 años, cuando la participación fue de 35.1 por ciento. Conforme a este análisis, en la población, pasados los 40 años, la curva de participación va en ascenso hasta alcanzar el punto más alto en los 55 y 60 años.

Sin embargo, existen diferencias notables entre hombres y mujeres, que oscilan entre 5 y 8 puntos porcentuales entre los jóvenes, etapa en que el sector femenino es más participativo, proporción que se invierte después de los 50 años, cuando son los varones los que participan más.

Por otro lado, a diferencia de las elecciones intermedias de 2003 y 1997, en esta ocasión el PAN ha optado por montar una estrategia “plebiscitaria” del gobierno de Felipe Calderón, advierte el especialista, Jorge Buendía, quien dice que se debe tomar con cuidado la percepción de un desgaste partidista.

Al final de cuentas, en un escenario de alto abstencionismo, será el voto duro de los partidos el que decidirá el resultado.

“Por primera vez estamos evaluando gobernantes en término de posturas políticas. Si se observa, la propaganda del PAN no pide el voto por ese partido porque ha bajado la delincuencia o la violencia; está pidiendo el sufragio porque tiene la mejor propuesta o acciones para enfrentar al narcotráfico”, agrega.

En los hechos, subraya, en la renovación de la Cámara de Diputados la seguridad y la economía son dos elementos de política pública que están en el centro de las campañas, concluyó.
Fabiola Martínez y Alonso Urrutia, La Jornada, 16 de junio.

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