“Sólo Raúl puede llevar el cambio”

La CIA y el gobierno de Estados Unidos “traicionaron la causa de Cuba” cuando, en los años 70, comenzaron a acercarse a los regímenes comunistas del mundo, sostiene Juanita Castro Ruz, entrevistada tras la aparición de su libro Fidel y Raúl. Mis hermanos. La historia secreta, que esta semana publicó la editorial Aguilar.

La quinta hermana de los Castro —fueron siete— está convencida de que sólo hay un hombre que puede propiciar la transición de Cuba hacia un gobierno democrático y ése es Raúl Castro.

“No hay otro cubano en el Partido Comunista ni en el país que pueda tomar esa determinación; él es el único que puede propiciar esa transición sin derramamiento de sangre, sin violencia. En sus manos está poner punto final y dar los pasos necesarios para que en Cuba los cubanos empiecen a decidir su propio destino, no que el Partido decida el destino de 11 millones habitantes”.

Desde Miami, donde vive hace casi 45 años, tras salir de la isla vía México, Juanita Castro dice que no se arrepiente de haber trabajado para la CIA (Agencia Central de Inteligencia). Su colaboración con el gobierno de EU es la revelación más importante de sus memorias, que fueron contadas a la periodista mexicana María Antonieta Collins y prologadas por Carlos Alberto Montaner. Por más de tres años en la isla y luego en Estados Unidos, Juanita Castro trabajó con esa agencia, tras ser invitada en 1961 por Virginia Leitao da Cunha, esposa del entonces embajador de Brasil en la isla, a reunirse con un miembro de la agencia en la ciudad de México. Los encuentros con el agente Enrique tuvieron lugar en el Hotel Camino Real.

“Cuando uno actúa con honradez y responsabilidad, y en una forma apasionada por defender a su país de todo lo que se le vino encima, no puede haber arrepentimiento; al contrario: yo hice lo mejor que pude. En muchas ocasiones pensaba, con el dolor de mi alma, porque era mi propia familia la que estaba al frente del régimen en la isla, pero no me arrepiento”.

Primero en la isla y luego en Miami, Juanita Castro ayudaba a cubanos que querían salir, creó la Fundación Marta Abreu y tuvo un programa donde hacía comentarios de los problemas que había en la isla. Incluso, en México, tenía una casa que ayudaba a los cubanos a llegar a EU.

Sin que a lo largo de esta semana haya habido comentario alguno por parte del régimen cubano sobre las revelaciones de su libro, Juanita Castro se limita a decir que está “convencida, bueno casi segura, por no decir ciento por ciento, que ellos no se imaginaban en ningún momento de estas actividades mías dentro de la isla”.

En todo caso, Juanita decidió en los años 70 suspender esa colaboración cuando, entre otras cosas, la CIA le pidió que en su espacio radiofónico hablara de las bondades del comunismo. “Yo no podía decir nada, mi país seguía sometido a un régimen comunista; yo no podía cambiar de actitud de la noche a la mañana aunque le conviniera a la potencia más grande del mundo. Ya no había arreglo posible con ellos (la CIA). A partir de ahí rompí mis relaciones; no podía continuar con unos aliados que nos habían traicionado, que habían traicionado la causa de Cuba”. Juanita Castro reconoce que no todos los exiliados comparten su forma de pensar ni apoyan lo que ha hecho: “Uno no es monedita de oro, el odio al apellido Castro Ruz es muy fuerte, muchas veces ese odio me ha alcanzado a mí injustamente. Unos me odian, otros me abrazan, pero todo eso se puede sobrellevar”.

Con su libro —que entre otras cosas deja muy mal parado a Ernesto el Che Guevara, de quien dice era “un pesado”— pretende llegar a todos los cubanos porque, a pesar de todo, “aspiramos a que haya una transición en Cuba producida por los mismos gobernantes que están en el poder. Tenemos que insistir y tratar de que se produzca. Clamamos del gobierno que presiden mis propios hermanos que empiecen los cambios, no podemos ir a 51, 52, 53 años más”.

¿Con qué imagen suya en Cuba se queda: la de aquella mujer que en 1958 apoyó la Revolución, la que un día decidió trabajar para la CIA o la de la mujer que salió de la isla en 1964 para no volver nunca?

Me quedo con la imagen de cuando luchaba en el 58 en contra la dictadura de Batista, y los primeros meses de luna de miel con el gobierno revolucionario, un gobierno que se suponía que iba a ser democrático, tan cubano como las palmas, como decía el propio Fidel.
Sonia Sierra, El Universal, 29 de octubre.

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