El Presidente Felipe Calderón encargó al cuerpo diplomático acreditado en el exterior hablar bien de México para contrarrestar las percepciones distorsionadas que se tienen de la Nación, particularmente en materia de seguridad y de derechos humanos.
Acompañado por la mayoría de los miembros de su Gabinete, Calderón instruyó a Embajadores y Cónsules a "equilibrar", con información veraz y objetiva, la imagen que se tiene de México y del Gobierno.
El Mandatario no ocultó la molestia que siente cuando escucha a algún mexicano hablar mal, regodearse y magnificar los defectos que ve en su patria.
"Eso sí: yo ni como político ni como Presidente de la República -a lo mejor me falta mucho por vivir-, pero jamás he escuchado a un brasileño hablar mal de Brasil. Y sí he escuchado a muchos mexicanos hablar mal de México en el mundo", tronó.
Calderón desahogó en Los Pinos, como es costumbre cada año nuevo, una comida de trabajo con casi un centenar de diplomáticos. A su mesa sentó, entre otros, al ex guerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos en su calidad de consultor internacional; al historiador Héctor Aguilar Camín; al Gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva; al presidente del Senado, Gustavo Madero; y al Ministro Guillermo Ortiz.
Tras las intervenciones de la Canciller Patricia Espinosa y de Villalobos y Aguilar Camín, el Presidente abrió su intervención con el recuerdo del recientemente fallecido Embajador Carlos Rico, "un excepcional diplomático y académico que dedicó su vida al servicio de México".
En relación con el combate al crimen organizado, Calderón dijo que "la disputa violenta que libran los cárteles del narcotráfico", había captado la atención de los medios de comunicación "generando percepciones distorsionadas o equivocadas sobre la magnitud de un problema que sí tenemos, pero que es fundamental comprender en su exacta dimensión".
Con ese panorama, dijo que resultaba una "tarea medular equilibrar las percepciones con información objetiva y veraz", aunque reconoció que el fenómeno del narco en México "es una basura que ya no puede ni debe ocultarse bajo la alfombra".
"Se vale disentir, se vale criticar (...), pero también se vale hablar bien de México. Y no sólo se vale, estando fuera del País, se de debe hablar bien de México. (...) Sé que hay quien vive y se regocija (al) hablar mal del País, pero tenemos que hacer un esfuerzo por distinguir dónde está el debate político, la discrepancia, y dónde el interés superior que la República demanda", repuso.
"La percepción internacional es que México es un caos: y sin embargo, Brasil es una especie de paraíso", ironizó.
Acompañado por la mayoría de los miembros de su Gabinete, Calderón instruyó a Embajadores y Cónsules a "equilibrar", con información veraz y objetiva, la imagen que se tiene de México y del Gobierno.
El Mandatario no ocultó la molestia que siente cuando escucha a algún mexicano hablar mal, regodearse y magnificar los defectos que ve en su patria.
"Eso sí: yo ni como político ni como Presidente de la República -a lo mejor me falta mucho por vivir-, pero jamás he escuchado a un brasileño hablar mal de Brasil. Y sí he escuchado a muchos mexicanos hablar mal de México en el mundo", tronó.
Calderón desahogó en Los Pinos, como es costumbre cada año nuevo, una comida de trabajo con casi un centenar de diplomáticos. A su mesa sentó, entre otros, al ex guerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos en su calidad de consultor internacional; al historiador Héctor Aguilar Camín; al Gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva; al presidente del Senado, Gustavo Madero; y al Ministro Guillermo Ortiz.
Tras las intervenciones de la Canciller Patricia Espinosa y de Villalobos y Aguilar Camín, el Presidente abrió su intervención con el recuerdo del recientemente fallecido Embajador Carlos Rico, "un excepcional diplomático y académico que dedicó su vida al servicio de México".
En relación con el combate al crimen organizado, Calderón dijo que "la disputa violenta que libran los cárteles del narcotráfico", había captado la atención de los medios de comunicación "generando percepciones distorsionadas o equivocadas sobre la magnitud de un problema que sí tenemos, pero que es fundamental comprender en su exacta dimensión".
Con ese panorama, dijo que resultaba una "tarea medular equilibrar las percepciones con información objetiva y veraz", aunque reconoció que el fenómeno del narco en México "es una basura que ya no puede ni debe ocultarse bajo la alfombra".
"Se vale disentir, se vale criticar (...), pero también se vale hablar bien de México. Y no sólo se vale, estando fuera del País, se de debe hablar bien de México. (...) Sé que hay quien vive y se regocija (al) hablar mal del País, pero tenemos que hacer un esfuerzo por distinguir dónde está el debate político, la discrepancia, y dónde el interés superior que la República demanda", repuso.
"La percepción internacional es que México es un caos: y sin embargo, Brasil es una especie de paraíso", ironizó.
Mayolo López, Reforma. 9 de enero.
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