Uribe pide a las FARC un acuerdo humanitario tras liberación de rehén

La alegría ayer en Colombia por la liberación de un soldado en poder de las FARC se unió a la voluntad expresada por el presidente del país, Álvaro Uribe, de aceptar un acuerdo humanitario por el que se canjearían secuestrados por guerrilleros presos.

Uribe hizo el anuncio tras el exitoso operativo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), encabezado por la senadora Piedad Córdoba, que permitió recoger al soldado Josué Daniel Calvo en un punto de la selva donde esta misión había sido citada por las FARC.

“El Gobierno ha facilitado liberaciones, ha hecho rescates y no se opone al acuerdo humanitario siempre y cuando no sea para devolverles delincuentes a las FARC”, dijo Uribe, al insistir en que ese canje de rehenes por presos no debe fortalecer la “capacidad criminal” de la guerrilla.

“Un acuerdo humanitario tiene como condición que aquellos integrantes de las FARC que lleguen a salir de la cárcel, no regresen a delinquir”, dijo, al remarcar que no se trata de “fortalecer el terrorismo, sino liberar a los colombianos de la pesadilla de las acciones terroristas”.

Carne asada con los guerrilleros. A la espera de una respuesta de las FARC, ayer fue el día del joven soldado de 22 años y su reencuentro con su familia.

Su padre, Luis Alberto Calvo, y su hermana Nubia se fundieron en un abrazo con Josué cuando el soldado, ayudado de un palo que le servía de bastón a causa de una herida en la pierna, descendió del helicóptero brasileño que le trasladó a la ciudad de Villavicencio.

El ya ex rehén cambió la sudadera que traía puesta de la selva por el uniforme militar de combate para comparecer después ante la prensa, pero sin dar declaraciones.

La senadora Córdoba explicó que “viene emocionado, se mareó y vomitó en el vuelo, pensábamos que iba a estar en peores condiciones por las heridas en el tiroteo en el que lo capturaron”.

Sobre la entrega, la mediadora comentó que en el campamento guerrillero “había muchos hombres y mujeres de la guerrilla, y el monseñor [Leonardo] Gómez repartió escapularios”.

En ese lugar de la selva, los integrantes de la misión humanitaria fueron invitados por los guerrilleros a comer “lechona” (carne asada) y entregaron cartas y fotografías para los 22 militares y policías que aún quedan cautivos.

“No traemos nada, ni pruebas de vida de los demás [secuestrados], sólo nuestro amigo el carpintero [un pájaro que regalaron a la senadora] y la alegría de haber sido capaces de cumplir con esta tarea”, relató.
La Crónica, 29 de marzo.

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