Castro y Obama tienen menos de dos años para sortear diferendo Cuba-EU: experto

La Habana, 17 de junio. ¿Y si viene Sarah Palin? Carmelo Mesa-Lago, una autoridad en el mundo en seguridad social y experto en economía cubana, lanza la pregunta para ilustrar de un golpe el posible triunfo de la derecha radical en Estados Unidos en 2012 y concluir que los gobiernos de Barack Obama y de Raúl Castro tienen “una ventana de oportunidad de menos de dos años para resolver el diferendo” entre los dos países.

Su asesoría fluye por el sistema de Naciones Unidas; lo buscan gobiernos y universidades. En Cuba trabajó en 1959 para el primer plan de pensiones de la revolución y emigró dos años después a Estados Unidos, pero ya en 1967 Mesa-Lago se manifestó contra el bloqueo económico a la isla. Más tarde promovió el intercambio académico entre ambas naciones.

Hacía 20 años que no venía. En ese lapso tuvo dos intentos de viaje, pero La Habana le negó la visa. Ahora participa en la décima Semana Social Católica, aun sabiendo que será criticado por emigrados anticastristas, igual que lo censuraron cuando vino al diálogo con el gobierno en 1978.

“Volvería a asumir el costo otra vez, sabiendo cuáles fueron los resultados de ese diálogo (la liberación de 3 mil 600 opositores presos)”, dice a La Jornada este autor prolífico, “loco coleccionador de estadísticas”, trabajador infatigable a sus 76 años y profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh. “Espero que la decisión de haber venido aquí tenga utilidad, que contribuya a acelerar este proceso de mediación de la Iglesia, que hasta ahora ha dado frutos positivos.”

Profundizar reformas
Mesa-Lago piensa que tanto en Estados Unidos como en Cuba “hay sectores que quisieran que siga la confrontación, porque así ellos pueden seguir como están. Es duro lo que estoy diciendo, pero es real. Hay que romper ese círculo vicioso del estancamiento”.

Considera que las reformas económicas emprendidas por Castro son positivas, pero deberían “profundizarse y acelerarse”, y subraya que al respecto tiene “un alto nivel de consenso con los economistas” de la isla.

–La economía cubana venía cayendo hacía dos años, cuando en 2008 se agregaron los huracanes, la crisis mundial y la falta de liquidez. ¿Cómo ve la situación ahora?

–Un economista cubano, Pavel Vidal, había previsto antes de la crisis que venía un desaceleramiento. Yo creo que hay un problema sistémico, reconocido por Raúl Castro en su famosa frase de la necesidad de reformas estructurales (julio de 2007). Después se produjo el debate más profundo, más intenso y más integral que haya habido bajo la revolución. No se puede comparar con el debate de los sesenta ni con el de los noventa. Se discutió cómo ciertos elementos de la propiedad capitalista podrían ser aceptados por un marxista. Había gran expectativa de que esto iba a ocurrir, porque el sistema no ha funcionado.

“Un país agrícola, a pesar de problemas climáticos, no puede importar 80 por ciento de sus alimentos a un precio de mil 500 millones de dólares. El déficit de la balanza de bienes se ha compensado por los servicios, fundamentalmente por los pagos que hace Venezuela de profesionales cubanos. Luego viene el precio preferencial del petróleo y la inversión directa. Todo eso es muy difícil estimar, pero creo que anda en 8 mil millones de dólares. Eso crea una dependencia peligrosa, que aquí se reconoce, aunque el gobierno ha tratado de diversificarse. Hay que descentralizar, crear más formas de propiedad. El reparto de tierras en usufructo es positivo, pero insuficiente, con muchas limitantes e incertidumbres. Si se hubieran hecho, por ejemplo, contratos indefinidos, como se hicieron en China y en Vietnam, en tres años Cuba sería autosuficiente en alimentos.”

–¿Y las experiencias de cooperativizar servicios, de entregar la leche directamente al expendio, de sembrar cerca de las ciudades...?

–Todo eso lo considero muy positivo, pero está ocurriendo a cuentagotas, y la magnitud de la crisis es muy grande. Uno se pregunta por qué eso no va más rápido. Hay una explicación de que los huracanes y la crisis mundial hacen más difícil la situación. Respeto esa opinión, por supuesto, pero no la comparto, porque en la historia de Cuba bajo el socialismo, cuando ha habido una crisis ha seguido una reforma.

“Cuando el fracaso de la zafra de 1970, se había abandonado la planificación central. El énfasis era en los incentivos morales, la equiparación de salarios, y todo eso cambió en los años siguientes. Cuando desaparece el mundo socialista, viene la legalización del dólar, el turismo, se reabren los mercados agrícolas, cierta descentralización... Tengo un estudio estadístico que demuestra que cuando ha habido reformas, que yo llamo ciclos pragmáticos, ha habido crecimiento. Cuando ha predominado la ideología, ha caído la producción. Esos ciclos de crecimiento corresponden, por ejemplo, a los años setenta, a la segunda mitad de los ochenta. En 1986, cuando la campaña de ‘rectificación de errores y tendencias negativas’, cayó la producción. La reforma de los noventa sacó a la economía del desastre en el que estaba. En 2004 empezó una recentralización y creo que eso pudo haber influido en el desaceleramiento.”

–¿Qué fortalezas ve en la economía cubana?

–La gente. Hay un reconocimiento oficial de que hay un deterioro muy notable en la educación, relativamente reciente, pero a pesar de eso hay un capital humano extremadamente valioso. El problema es que se desperdicia ese capital humano, porque un médico puede estar manejando un taxi o de camarero en un hotel o quiere irse al extranjero. La clave es el incentivo.

–En cualquier caso hay que considerar el factor Estados Unidos. ¿Cree que Obama puede hacer algo más para mejorar la relación con Cuba?

–Obama tiene urgencias y prioridades. Cuba le interesa, pero hay otros temas con más presión. Tiene que enfrentar a un Congreso polarizado y la ley Helms-Burton le ata las manos. Raúl dijo una cosa muy positiva: que estaba dispuesto a conversar sobre todo. Después todo como que se estancó, aunque aún hay conversaciones migratorias. No quiero pecar de inmodestia, pero yo había dicho que Obama haría ciertas cosas y luego no seguiría, porque requiere algo con qué justificarse ante el Congreso. Puede que sea ingenuo, pero vamos a suponer un escenario optimista: que esta mediación de la Iglesia dé más frutos y que estos presos que han sido trasladados a otras cárceles sean liberados y que este proceso continúe. Eso ayudaría extraordinariamente a dinamizar las cosas. Pero hace falta que se mueva todo. No sabemos qué va a pasar en las elecciones de noviembre (en Estados Unidos), y luego en la presidencial, con el ascenso del Tea Party y toda esa histeria fundamentalista.
Gerardo Arreola, La Jornada, 18 de junio.

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