A pesar de las coincidencias ideológicas en materia de la llamada política de seguridad democrática, la distancia entre Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos es grande en el manejo del tema, y más en lo que tiene que ver con los países vecinos y la presencia de grupos armados ilegales en la zona de frontera.
Esa distancia quedó en evidencia ayer cuando Uribe, quien está a tres semanas de abandonar la Presidencia, decidió entregar las pruebas de la presencia de jefes guerrilleros de las FARC en Venezuela. Un informe que, según el director de la Fundación Seguridad y Democracia, Alfredo Rangel, ni quita ni pone frente a lo que ya se conocía de esta situación.
La divulgación de las pruebas podría ser una muestra más de que Uribe y Santos no piensan igual frente al tema de Venezuela. Incluso hay algunos más osados que se atreven a asegurar que la decisión de dar a conocer el documento sería una forma de boicotear los acercamientos entre la canciller designada de Colombia, María Ángela Holguín, y su par venezolano, Nicolás Maduro.
También se rumora en el Palacio de Nariño, sede de gobierno de Colombia, y entre algunas personas del círculo cercano de Santos, que había una molestia del presidente Uribe por la decisión del mandatario electo de invitar a su posesión a Hugo Chávez, de Venezuela, y Rafael Correa, de Ecuador.
Una muestra de la molestia de Uribe fueron sus declaraciones, del 7 de julio, cuando aseguró que “la diplomacia colombiana tiene que entender que los colombianos hemos sufrido mucho por el terrorismo, y que un tema fundamental de la diplomacia es que los otros países se comprometan a no permitir en su territorio terroristas colombianos. De lo contrario nos va mal. De lo contrario, simplemente por salvar unas reglas de apariencia, de los cánones de la diplomacia, van a permitir que nos vuelva a tomar el terrorismo”.
Personas cercanas al mandatario saliente y al electo afirman que hay una división frente al tema que podría resumirse en lo siguiente: Santos cree que la solución al problema de la presencia de la guerrilla en el vecindario parte de un componente diplomático que se debe ver fortalecido con una acción militar. Uribe piensa que lo importante es una acción militar y luego un componente político.
Medellín. Clara Isabel Vélez Rincón, Milenio, 16 de julio.
Esa distancia quedó en evidencia ayer cuando Uribe, quien está a tres semanas de abandonar la Presidencia, decidió entregar las pruebas de la presencia de jefes guerrilleros de las FARC en Venezuela. Un informe que, según el director de la Fundación Seguridad y Democracia, Alfredo Rangel, ni quita ni pone frente a lo que ya se conocía de esta situación.
La divulgación de las pruebas podría ser una muestra más de que Uribe y Santos no piensan igual frente al tema de Venezuela. Incluso hay algunos más osados que se atreven a asegurar que la decisión de dar a conocer el documento sería una forma de boicotear los acercamientos entre la canciller designada de Colombia, María Ángela Holguín, y su par venezolano, Nicolás Maduro.
También se rumora en el Palacio de Nariño, sede de gobierno de Colombia, y entre algunas personas del círculo cercano de Santos, que había una molestia del presidente Uribe por la decisión del mandatario electo de invitar a su posesión a Hugo Chávez, de Venezuela, y Rafael Correa, de Ecuador.
Una muestra de la molestia de Uribe fueron sus declaraciones, del 7 de julio, cuando aseguró que “la diplomacia colombiana tiene que entender que los colombianos hemos sufrido mucho por el terrorismo, y que un tema fundamental de la diplomacia es que los otros países se comprometan a no permitir en su territorio terroristas colombianos. De lo contrario nos va mal. De lo contrario, simplemente por salvar unas reglas de apariencia, de los cánones de la diplomacia, van a permitir que nos vuelva a tomar el terrorismo”.
Personas cercanas al mandatario saliente y al electo afirman que hay una división frente al tema que podría resumirse en lo siguiente: Santos cree que la solución al problema de la presencia de la guerrilla en el vecindario parte de un componente diplomático que se debe ver fortalecido con una acción militar. Uribe piensa que lo importante es una acción militar y luego un componente político.
Medellín. Clara Isabel Vélez Rincón, Milenio, 16 de julio.
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