El número de menores centroamericanos que viajan solos al norte del país se ha incrementado en los últimos tres años debido a las intenciones para que se reunifiquen las familias en Estados Unidos, informó la cónsul de El Salvador en el municipio chiapaneco de Arriaga, Vilma Mendoza.
La diplomática lamentó que esto represente un alto precio para los menores, ya que muchos de ellos son repatriados antes de que logren llegar con sus familias. Además, dijo, en el camino —en el ferrocarril o dentro de tráileres— están expuestos a un sinfín de peligros.
Sólo en el primer semestre del año, el Instituto Nacional de Migración (INM) repatrió a 2 mil 335 menores migrantes provenientes de Centroamérica, de los cuales mil 833 eran del sexo masculino y 490 del femenino.
De acuerdo con estadísticas del INM, Honduras reporta el mayor número de niños deportados con 976, seguido por Guatemala con 810 infantes, El Salvador con 528 y Nicaragua con 21 menores.
El organismo reportó que 65 niños repatriados tenían menos de 11 años de edad y viajaban solos, al igual que mil 271 adolescentes de entre 12 y 17 años.
La mayoría de los menores eran trasladados a la frontera norte de México en los techos de los furgones del ferrocarril, ocultos en tráileres o en camiones.
Altamente vulnerables
Para el consulado de El Salvador, los infantes que cruzan solos el país son altamente vulnerables, ya que se enfrentan a diversos riesgos, como ser víctimas de alguna red de trata de personas que los exploten no sólo en la modalidad de servidumbre sexual o de trabajo infantil, sino que pueden ser utilizados para la extracción de órganos.
De acuerdo con el mapa de riesgo diseñado por esta sede diplomática, una de las rutas irregulares con mayor peligro para los menores es viajar ocultos en el interior de un tráiler, debido a que enfrentan situaciones no aptas.
“En algunas ocasiones los niños han presenciado la relación sexual de alguna pareja, afectándoles el proceso de formación, ya que se enfrentan a ello a una temprana edad, además del daño físico que el traficante causa al obligarlos a tomar pastillas que evitan el deseo de ir al baño, el terror que les implica ir encerrados y el riesgo de accidentes”, aseveró la cónsul Vilma Mendoza.
Un perfil de migración infantil realizado por esta sede diplomática informa que muchos de los niños no quieren migrar y lo hacen sólo porque sus padres los “mandan a traer”.
Un doble duelo
Para la diplomática, estos infantes enfrentan un doble duelo: primero, la separación de sus padres a temprana edad cuando migran en busca de mejores condiciones de vida a Estados Unidos, y luego dejar a sus abuelos o familiares que los cuidaron, además de que no quieren desprenderse de su escuela y amigos.
La cónsul salvadoreña abunda que después de la separación, que puede durar muchos años entre padres e hijos, viene un reencuentro difícil, como el ver a nuevos hermanos o papás —la nueva pareja del padre o la madre—, y luego el que de manera natural el padre lejano ha tratado de sustituir su amor con remesas o regalos, lo cual termina con el reencuentro y viene el desencanto.
“La no adaptación a ese nuevo nosotros que pone en peligro la integridad de la idea de familia que el niño se formó y que sigue idealizando a la madre que se fue que sin duda es otra persona, aunque con el mismo amor, no siempre el niño se adaptará a esa madre cuando se materializa el reencuentro”.
La cónsul de El Salvador en Arriaga, Vilma Mendoza, informó que México da un trato particular, en cuanto a repatriación, a los niños no acompañados de cero a 12 años que son asegurados en Chiapas, ya que son trasladados a la estación migratoria de Tapachula para ser deportados vía terrestre de manera rápida.
Pero si son de la edad de 13 a 17 años y son detenidos en otros estados son llevados al Distrito Federal para ser expulsados del país vía aérea.
La diplomática lamentó que esto represente un alto precio para los menores, ya que muchos de ellos son repatriados antes de que logren llegar con sus familias. Además, dijo, en el camino —en el ferrocarril o dentro de tráileres— están expuestos a un sinfín de peligros.
Sólo en el primer semestre del año, el Instituto Nacional de Migración (INM) repatrió a 2 mil 335 menores migrantes provenientes de Centroamérica, de los cuales mil 833 eran del sexo masculino y 490 del femenino.
De acuerdo con estadísticas del INM, Honduras reporta el mayor número de niños deportados con 976, seguido por Guatemala con 810 infantes, El Salvador con 528 y Nicaragua con 21 menores.
El organismo reportó que 65 niños repatriados tenían menos de 11 años de edad y viajaban solos, al igual que mil 271 adolescentes de entre 12 y 17 años.
La mayoría de los menores eran trasladados a la frontera norte de México en los techos de los furgones del ferrocarril, ocultos en tráileres o en camiones.
Altamente vulnerables
Para el consulado de El Salvador, los infantes que cruzan solos el país son altamente vulnerables, ya que se enfrentan a diversos riesgos, como ser víctimas de alguna red de trata de personas que los exploten no sólo en la modalidad de servidumbre sexual o de trabajo infantil, sino que pueden ser utilizados para la extracción de órganos.
De acuerdo con el mapa de riesgo diseñado por esta sede diplomática, una de las rutas irregulares con mayor peligro para los menores es viajar ocultos en el interior de un tráiler, debido a que enfrentan situaciones no aptas.
“En algunas ocasiones los niños han presenciado la relación sexual de alguna pareja, afectándoles el proceso de formación, ya que se enfrentan a ello a una temprana edad, además del daño físico que el traficante causa al obligarlos a tomar pastillas que evitan el deseo de ir al baño, el terror que les implica ir encerrados y el riesgo de accidentes”, aseveró la cónsul Vilma Mendoza.
Un perfil de migración infantil realizado por esta sede diplomática informa que muchos de los niños no quieren migrar y lo hacen sólo porque sus padres los “mandan a traer”.
Un doble duelo
Para la diplomática, estos infantes enfrentan un doble duelo: primero, la separación de sus padres a temprana edad cuando migran en busca de mejores condiciones de vida a Estados Unidos, y luego dejar a sus abuelos o familiares que los cuidaron, además de que no quieren desprenderse de su escuela y amigos.
La cónsul salvadoreña abunda que después de la separación, que puede durar muchos años entre padres e hijos, viene un reencuentro difícil, como el ver a nuevos hermanos o papás —la nueva pareja del padre o la madre—, y luego el que de manera natural el padre lejano ha tratado de sustituir su amor con remesas o regalos, lo cual termina con el reencuentro y viene el desencanto.
“La no adaptación a ese nuevo nosotros que pone en peligro la integridad de la idea de familia que el niño se formó y que sigue idealizando a la madre que se fue que sin duda es otra persona, aunque con el mismo amor, no siempre el niño se adaptará a esa madre cuando se materializa el reencuentro”.
La cónsul de El Salvador en Arriaga, Vilma Mendoza, informó que México da un trato particular, en cuanto a repatriación, a los niños no acompañados de cero a 12 años que son asegurados en Chiapas, ya que son trasladados a la estación migratoria de Tapachula para ser deportados vía terrestre de manera rápida.
Pero si son de la edad de 13 a 17 años y son detenidos en otros estados son llevados al Distrito Federal para ser expulsados del país vía aérea.
María de la Luz Peters, El Universal, 15 de agosto.
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