Nueva York, 12 de agosto. Ante una presunta emergencia de seguridad fronteriza, la que en los hechos no existe, el gobierno de Estados Unidos dedicará otros 600 millones de dólares para desplegar más agentes, aeronaves a control remoto y nuevas tecnologías para vigilar la amenaza proveniente desde México.
El presidente Barack Obama tiene programado promulgar como ley este viernes la disposición de 600 millones de dólares para colocar mil 500 agentes federales y equipo de vigilancia en la frontera con México después que la Cámara de Representantes y el Senado regresaron de sus vacaciones de verano a una sesión especial para aprobar la ley, en lo que críticos denunciaron como una maniobra que sólo tiene fines electorales.
El senador demócrata Charles Schumer, principal patrocinador de la iniciativa, afirmó que la medida otorgará al gobierno de Obama “las botas en el terreno y los recursos necesarios para combatir el crimen y la violencia”. El propio presidente respaldó la medida y la consideró necesaria para proteger a comunidades en los estados fronterizos, además de que también “fortalecerá nuestra asociación con México” en el combate a las organizaciones criminales que operan en ambos lados de la frontera.
La nueva ley “de emergencia” otorga fondos para la contratación de mil nuevos agentes de la Patrulla Fronteriza, 250 más del servicio de inmigración y aduanas así como 250 agentes adicionales para el servicio de Aduanas y Protección Fronteriza. Además estima un mayor uso de naves de vigilancia no tripuladas, conducidas a control remoto, llamadas drones que también emplean en Afganistán las fuerzas armadas de Estados Unidos, y nuevos equipos de comunicación y detección.
Ali Noorani, director ejecutivo del Foro Nacional de Inmigración, declaró hoy que “estamos decepcionados de que nuestros líderes electos en el Congreso están más interesados en posturas políticas, gastando dólares de los contribuyentes para verse duros. sin componer en realidad nuestro sistema caduco de inmigración”. Todo esto, agregó, se parece cada vez más “a financiamiento público de las campañas electorales de políticos que están compitiendo con sus contrincantes de línea dura contra la inmigración”.
El tema de la inmigración, ligado por políticos aquí a la violencia fronteriza y el narcotráfico, se ha convertido en uno de los principales debates en las elecciones intermedias nacionales programadas para noviembre. Arizona polarizó aun más el asunto, y ha logrado poner a la defensiva a Obama y los demócratas, quienes ahora continuamente se ven obligados a comprobar que su prioridad es enfrentar lo que todos caracterizan como una “amenaza” a la seguridad pública y nacional en la frontera.
Obama cedió ante los llamados de gobernadores y legisladores de estados fronterizos al anunciar el despliegue de tropas de la Guardia Nacional, y ahora con la promulgación de esta legislación. Además, el gobierno de Obama ha superado al de su antecesor, George W. Bush, en el número de deportaciones de indocumentados, e insiste en que ha dedicado recursos sin precedente a la seguridad fronteriza y aplicación de leyes de migración. Esta semana John Morton, director de Control de Inmigración, en una visita a Phoenix, anunció que se había logrado deportar un número récord de indocumentados en el año fiscal que concluyó en septiembre de 2009 –con 387 mil. Hasta principios de agosto de este año se han “removido” a 294 mil, reportó la agencia Ap.
Al volverse tema electoral, la retórica de demócratas y republicanos pinta al suroeste estadunidense, y sobre todo a la región fronteriza, como una zona al borde de ser invadida por una creciente ola de violencia, crimen, drogas e indocumentados. Pero resulta que es una realidad aparentemente fabricada por políticos para sus propios intereses, ya que no coincide con los hechos y la realidad en el terreno.
Por ejemplo, la ciudad justo al otro lado de la frontera de la que le aplican el apodo de la “capital del asesinato” y una de las “ciudades más peligrosas del mundo”, o sea Ciudad Juárez, está El Paso. Mientras que en Juárez se calcula que en lo que va del año se han cometido mil 700 homicidios, en El Paso se ha registrado uno, según reporta El Paso Times. De hecho, en esta ciudad la tasa de criminalidad se ha reducido este año.
Pero resulta que no es sólo ahí. Según datos analizados por The New Yorker, resulta que mientras se incrementa el crimen violento en México, se ha reducido de este lado de la frontera; de hecho, en los condados limítrofes del suroeste se ha desplomado más de 30 por ciento en las dos décadas recientes, incluyendo Arizona. De acuerdo con estadísticas de la FBI, las cuatro grandes ciudades más seguras en Estados Unidos se encuentran en estados fronterizos: San Diego, Phoenix, El Paso y Austin.
Y resulta que tampoco hay una invasión humana. Según datos de la Patrulla Fronteriza, el número de aprehensiones de indocumentados se ha desplomado más de 60 por ciento desde 2000 (medido en detenciones, se registraron 550 mil en 2009, la cifra más baja en 35 años), reporta el The New Yorker.
Pero todo esto es lo opuesto a lo proyectado por políticos en este país. De acuerdo con los datos oficiales, la región fronteriza está lejos de ser la que pintan en el Capitolio y la Casa Blanca.
El presidente Barack Obama tiene programado promulgar como ley este viernes la disposición de 600 millones de dólares para colocar mil 500 agentes federales y equipo de vigilancia en la frontera con México después que la Cámara de Representantes y el Senado regresaron de sus vacaciones de verano a una sesión especial para aprobar la ley, en lo que críticos denunciaron como una maniobra que sólo tiene fines electorales.
El senador demócrata Charles Schumer, principal patrocinador de la iniciativa, afirmó que la medida otorgará al gobierno de Obama “las botas en el terreno y los recursos necesarios para combatir el crimen y la violencia”. El propio presidente respaldó la medida y la consideró necesaria para proteger a comunidades en los estados fronterizos, además de que también “fortalecerá nuestra asociación con México” en el combate a las organizaciones criminales que operan en ambos lados de la frontera.
La nueva ley “de emergencia” otorga fondos para la contratación de mil nuevos agentes de la Patrulla Fronteriza, 250 más del servicio de inmigración y aduanas así como 250 agentes adicionales para el servicio de Aduanas y Protección Fronteriza. Además estima un mayor uso de naves de vigilancia no tripuladas, conducidas a control remoto, llamadas drones que también emplean en Afganistán las fuerzas armadas de Estados Unidos, y nuevos equipos de comunicación y detección.
Ali Noorani, director ejecutivo del Foro Nacional de Inmigración, declaró hoy que “estamos decepcionados de que nuestros líderes electos en el Congreso están más interesados en posturas políticas, gastando dólares de los contribuyentes para verse duros. sin componer en realidad nuestro sistema caduco de inmigración”. Todo esto, agregó, se parece cada vez más “a financiamiento público de las campañas electorales de políticos que están compitiendo con sus contrincantes de línea dura contra la inmigración”.
El tema de la inmigración, ligado por políticos aquí a la violencia fronteriza y el narcotráfico, se ha convertido en uno de los principales debates en las elecciones intermedias nacionales programadas para noviembre. Arizona polarizó aun más el asunto, y ha logrado poner a la defensiva a Obama y los demócratas, quienes ahora continuamente se ven obligados a comprobar que su prioridad es enfrentar lo que todos caracterizan como una “amenaza” a la seguridad pública y nacional en la frontera.
Obama cedió ante los llamados de gobernadores y legisladores de estados fronterizos al anunciar el despliegue de tropas de la Guardia Nacional, y ahora con la promulgación de esta legislación. Además, el gobierno de Obama ha superado al de su antecesor, George W. Bush, en el número de deportaciones de indocumentados, e insiste en que ha dedicado recursos sin precedente a la seguridad fronteriza y aplicación de leyes de migración. Esta semana John Morton, director de Control de Inmigración, en una visita a Phoenix, anunció que se había logrado deportar un número récord de indocumentados en el año fiscal que concluyó en septiembre de 2009 –con 387 mil. Hasta principios de agosto de este año se han “removido” a 294 mil, reportó la agencia Ap.
Al volverse tema electoral, la retórica de demócratas y republicanos pinta al suroeste estadunidense, y sobre todo a la región fronteriza, como una zona al borde de ser invadida por una creciente ola de violencia, crimen, drogas e indocumentados. Pero resulta que es una realidad aparentemente fabricada por políticos para sus propios intereses, ya que no coincide con los hechos y la realidad en el terreno.
Por ejemplo, la ciudad justo al otro lado de la frontera de la que le aplican el apodo de la “capital del asesinato” y una de las “ciudades más peligrosas del mundo”, o sea Ciudad Juárez, está El Paso. Mientras que en Juárez se calcula que en lo que va del año se han cometido mil 700 homicidios, en El Paso se ha registrado uno, según reporta El Paso Times. De hecho, en esta ciudad la tasa de criminalidad se ha reducido este año.
Pero resulta que no es sólo ahí. Según datos analizados por The New Yorker, resulta que mientras se incrementa el crimen violento en México, se ha reducido de este lado de la frontera; de hecho, en los condados limítrofes del suroeste se ha desplomado más de 30 por ciento en las dos décadas recientes, incluyendo Arizona. De acuerdo con estadísticas de la FBI, las cuatro grandes ciudades más seguras en Estados Unidos se encuentran en estados fronterizos: San Diego, Phoenix, El Paso y Austin.
Y resulta que tampoco hay una invasión humana. Según datos de la Patrulla Fronteriza, el número de aprehensiones de indocumentados se ha desplomado más de 60 por ciento desde 2000 (medido en detenciones, se registraron 550 mil en 2009, la cifra más baja en 35 años), reporta el The New Yorker.
Pero todo esto es lo opuesto a lo proyectado por políticos en este país. De acuerdo con los datos oficiales, la región fronteriza está lejos de ser la que pintan en el Capitolio y la Casa Blanca.
David Brooks, La Jornada, 13 de agosto.
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