El tema de la migración exige esfuerzos conjuntos

Antes de asumir el gobierno en Guatemala, Álvaro Colom buscó al presidente Felipe Calderón. “Y le pedí por mis migrantes.” Días después se reunió con el presidente de Ecuador, Rafael Correa, y éste “me pidió lo mismo a mí, protección para los ecuatorianos que pasan por Guatemala rumbo a Estados Unidos”. Eso fue en 2007.

De ahí concluyó que la solución a la problemática de la migración –que hace apenas unos días vivió uno de sus episodios más trágicos con la masacre de 72 trabajadores en Tamaulipas, varios de ellos compatriotas suyos– es regional, no bilateral. Y que los países expulsores tienen “que ir juntos a una negociación” frente a Estados Unidos para que se deje de criminalizar el tránsito de personas y meter en el mismo paquete de reformas legales el tema de las armas y las drogas, “que son las que sí pasan libremente”.

Durante su estadía en México, invitado a las fiestas nacionales, Colom conversó con La Jornada. Habló de la globalización del narcotráfico, de cómo los cárteles mexicanos se infiltraron en Guatemala y llegaron a controlar cuatro zonas territoriales en su país.

También analizó a toro pasado la crisis del caso Rosenberg, que casi lo derroca en 2009: “Mostró la Guatemala que somos, la Guatemala polarizada, que no resuelve su problema social”.

Por último, abogó enfáticamente por que todos los países avalen la legitimidad del presidente hondureño Porfirio Lobo, electo en comicios realizados en un contexto golpista: “Por el bien de Centroamérica; para consolidar nuestras democracias.”

“Yo no acepto el término ilegales”
–¿Qué lección deja la masacre de 72 migrantes en el estado de Tamaulipas?

–Que sólo en la medida en que tornemos el tema migratorio en un asunto regional encontraremos la solución.

“Todos los países desarrollados han alcanzado sus niveles gracias a la migración. Estados Unidos el primero. Yo me opongo totalmente a criminalizar la migración. La gente no migra por juego o curiosidad, sino por necesidad. En el mundo moderno hemos liberado el comercio, la información, pero no queremos liberar al ser humano. Cualquier ser humano debería tener derecho de ir a cualquier lado a trabajar si ése es su deseo.”

–¿Qué componentes debería tener un acuerdo regional para brindar protección efectiva a los migrantes en su actual estado de vulnerabilidad, empezando por viajar sin documentos?

–El crimen organizado ha encontrado en los migrantes otro negocio. Eso es una tragedia. Ya cruzar fronteras era muy peligroso, estaba el problema de los coyotes. Es terrible que se le sume ahora el peligro de encontrarse con las bandas de traficantes. Lo de Tamaulipas confirma que están utilizando a los migrantes para pasar drogas, para extorsionarlos, justo a ellos, que si están yendo a Estados Unidos es porque no tienen plata.

“Yo no acepto el término ilegales. Están en situación irregular. Estos jóvenes emigran porque existe un mercado que los absorbe.”

–¿Pasa lo mismo con los migrantes que vienen del sur y cruzan por Guatemala?

–Tenemos menos incidentes. En Guatemala hay montones de hondureños y salvadoreños sin papeles trabajando sin problemas. Sí hay problemas con chinos, otros asiáticos.

–Los cuerpos de los migrantes que fueron identificados en el rancho de San Fernando fueron recibidos por usted con honores. No se puede dejar de pensar que esos jóvenes salieron de su país de manera furtiva, desconocidos y orillados, porque en sus propios países no hay nada para ellos.

–Me quiebra el alma lo que dice. Para mí son héroes. Esos honores son lo mínimo que merecen.

Tan inmoral vender un kilo de cocaína como un cuerno de chivo
–¿Cómo se pueden relacionar migración y narcotráfico en un acuerdo internacional? ¿Qué le piden sobre todo al Congreso, porque no es un asunto donde la Casa Blanca pueda resolver?

–Correcto, es el Congreso el que tiene la pelota ahora. Tienen que partir de reconocer que no se respetan los derechos humanos del migrante. Hay que empezar por leyes que permitan la reunificación de las familias, darles certeza legal a los que ya están ahí. Yo creo que tenemos que llegar al libre tránsito de personas. No hay fuerza policial que logre detener el flujo de migrantes. Estados Unidos gasta millones y millones de dólares en la frontera, pusieron el muro, y la gente sigue pasando, si no es por tierra es por mar, y si no por debajo de la tierra.

“Pero además tenemos que relacionar el tema con las drogas y las armas. Para mí es tan inmoral vender un kilo de cocaína como una AK-47. Estados Unidos tiene que controlar la venta en las armerías que están en la frontera. El 88 por ciento de las armas en manos de las bandas criminales en México y Centroamérica son estadunidenses. Y la mayoría se venden libremente en la frontera.

–Los cárteles mexicanos se han expandido hacia Centroamérica. ¿Qué presencia tienen en Guatemala?

–Muy peligrosa. Estamos llenos de zetas. Empezaron a instalarse en Guatemala por 2004, se intensificó en 2007. Tenemos a 47 zetas en la cárcel; algunos son chapines, pero la mayoría son mexicanos.

“Llegaron a controlar cuatro zonas del país: la franja transversal del norte, que pasa de Honduras a Chiapas, Izabal y San Marcos, donde la situación es muy compleja porque hay mucha población, donde los narcos se han ido con mucha plata. Y la Laguna del Tigre (noroeste, vecino de Tabasco), donde hay por cierto un cementerio impresionante de aviones y avionetas del narco ya inutilizadas. Ya recuperamos dos de esas zonas.

Caso Rosenberg: “Mostró la Guatemala polarizada”
Hace poco más de un año, Colom fue acorralado por un extraño caso policiaco. Un abogado, Rodrigo Rosenberg, fue acribillado después de grabar un video en el que culpaba al mandatario y a su esposa Sandra Torres de su futuro homicidio. La derecha utilizó esa acusación (que resultó falsa) para exigir la renuncia de Colom. La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), que es un órgano judicial internacional, realizó una investigación bajo la conducción del jurista español Carlos Castresana. Nueve meses después reveló una trama criminal en la que el propio Rosenberg organizó la contratación de dos sicarios para que lo mataran.

“Justo después de la crisis me encontré con el presidente de Brasil, Lula da Silva. Me dijo: pocos presidentes habrían podido resistir una embestida así.”

–El desenlace fue de novela...

–De telenovela pésima. Fue muy duro, pero trajo cosas buenas. Primero, conocí a mis verdaderos amigos. Segundo, mostró la Guatemala que somos, la Guatemala polarizada, que no resuelve su problema social. Tercero, creo que después de la revolución del 44 la fuerza social se volvió a manifestar. Si yo sigo siendo presidente fue por el apoyo incondicional de la gente, sobre todo en el interior, de la clase pobre y media baja. Nos descubrimos como somos, con esta alta sociedad un poco hipócrita. Este caso desenmascaró a todo el mundo.

–¿Hubo quienes pusieron en duda la conclusión presentada por la CICIG?

–Claro que sí. Pero afortunadamente tenemos a la CICIG. No me quiero imaginar si el fiscal general hubiera anunciado esa conclusión. No le creen. Pero yo creo que todavía hay un pendiente en el caso. Hay que aclarar quiénes convencieron a Rosenberg, quiénes lo motivaron, quiénes le aconsejaron hacer lo que hizo para culparme a mí. Eso todavía está por resolverse. No sé si se vaya a aclarar algún día. Y también hay que aclarar los asesinatos del Khalil Musa (de quien Rosenberg era abogado) y su hija Marjorie, que están muy relacionados.

–¿Hay avances en esas negociaciones?

–Entiendo que sí, que está en su fase final. En mi opinión, va a aparecer otra vez una telenovela negra, rara.

–De la crisis política que suscitó en el momento este caso, ¿qué concluye usted?

–Un intento de gobierno de cambio en un país tan polarizado es muy difícil. Mi esperanza es que haya continuidad y que la gente se acostumbre a los cambios.

“Creo en Porfirio Lobo”
–Usted promueve activamente el pleno reconocimiento del gobierno de Honduras. ¿Qué significó para Guatemala, un país donde todavía está viva la tradición golpista, el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya y la elección de otro en un contexto golpista?

–El golpe de Honduras entraña señales muy negativas para todos. Teníamos muchos años de no ver fusiles apuntándole a un presidente. Yo creo que el presidente Porfirio Lobo va a lograr rencauzar la democracia a pesar de todas las presiones internas que tiene.

–Después del golpe los personeros de la derecha en El Salvador y en Guatemala apoyaron incondiconalmente a Roberto Micheletti.

–Este nombre no lo quiero ni oír. A Micheletti lo invitaron a dar unas conferencias a Guatemala y yo lo llamé para decirle que no fuera. Nosotros tenemos una lista de personas indeseables y entre ellas está él. Porque una cosa es apoyar la reconstrucción de la democracia y otra cosa es olvidarnos de las escenas del golpe, que no quisiéramos volver a vivir.

–Otros gobernantes latinoamericanos son más escépticos. Por el contrario, Mauricio Funes y usted se están jugando a fondo a su favor. ¿Por qué?

–Nosotros y el presidente dominicano Leonel Fernández. Hay que hacerlo. Por Centroamérica. Honduras está en medio de Centroamérica. La situación de Lobo es muy complicada. La semana pasada dio unas declaraciones bastante preocupantes (advirtió que se gestaba un nuevo golpe de Estado para “fregarlo” y que tenía “bien ubicaditos” a los presuntos golpistas) y yo lo llamé. Me aseguró que lo va a controlar.

“Entienda que Honduras es el único país de Centroamérica –además de Costa Rica, pero ésa es otra historia– que no tuvo un proceso de paz, de esclarecimiento del pasado. El ejército hondureño de hoy es el mismo de los 60. La composición social no ha cambiado. Y eso lo hace un país distinto a El Salvador, Guatemala y Nicaragua, que mal que bien después de la guerra pasamos por un proceso de incipiente reconciliación. Honestamente confío en Lobo.
Blanche Petrich, La Jornada, 20 de septiembre.

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