Ignoran paradero de plagiados

ARRIAGA, Chis.- El grupo de 40 migrantes que fue secuestrado el pasado 16 de diciembre aún no ha sido localizado, señaló el padre Alejandro Solalinde.

"No sabemos nada, no tenemos llamadas de familiares o informes de las autoridades. Mi temor es que los hubieran asesinado o desaparecido. La segunda opción es que los hubieran sacado a una 'zona fría' y pedir rescate.

"La tercera opción es llevarlos a Estados Unidos, lejos de cualquier testimonio, tenerlos allá para esperar el pago, pero aún no tenemos noticias de ellos", dijo el padre, quien dirige un refugio de migrantes en Oaxaca.

De acuerdo con testimonios que ha recabado en la comunidad oaxaqueña donde fueron secuestrados, los migrantes habrían sido sacados de Chahuites alrededor del 21 o 22 de diciembre, cuando se fue la luz en todo el poblado, para llevarlos a una zona "menos caliente".

"Basándome en la experiencia que tengo, quizá ya los caminaron. Gente de Chahuites está diciendo un dato muy interesante, que después del secuestro se fue la luz en todo Chahuites y que quizá los movieron a otro lugar", dijo.

Entre los 18 testigos que lograron escapar o presenciaron el secuestro, y que fueron entrevistados por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, había un par de jóvenes que decidieron no viajar con el Instituto Nacional de Migración hacia el DF.

"Eran el hijo y el sobrino de un señor que decidieron no viajar porque estaban esperando al papá de uno de ellos. El día 22 no llegó y se fueron en el tren. Al día siguiente llegó el señor, quien había presenciado el momento en que el comando armado secuestra a los migrantes, y llamó a su esposa a Estados Unidos, para entonces ella ya había recibido una llamada pidiéndole dinero por su hijo", dijo.

El sacerdote manifestó que el corredor Chahuites se ha convertido en una tragedia humanitaria por el nivel de amenaza para los migrantes y sus defensores.

"Temo más a la impunidad, que a los Maras y a Zetas, a quienes compadezco por las carencias que tuvieron en su infancia".
Daniela Rea, La Jornada, 8 de enero.

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