“Eran unos asiáticos que siempre nos gritaban y se dirigían a nosotros con groserías. Un día uno me soltó una cachetada porque supuestamente estaba haciendo mal las cosas”; sin embargo, dijo, guardó silencio, pues consideró que si lo denunciaba podría ser deportada.
“Desafortunadamente muchas personas, igual que yo, no denuncian por ignorancia o por temor. No te voy a decir que toda la gente es así, porque también me tocaron muy buenos patrones, pero sí en algunos casos somos víctimas de la violencia.”
Señaló que la historia se repitió años después, cuando ingresó a trabajar en la tienda de unos coreanos. “Estas personas son muy majaderas, además de explotar a las personas, porque trabajábamos hasta 12 horas y sólo nos pagaban ocho. Con una de ellas volví a tener la mala experiencia; se querían pasar de listos y esa vez no me dejé, tuvo que intervenir la policía.
“Esta vez no tuve temor, ya que después de este incidente me asesoró un abogado; me dijo que no había riesgo de que me deportaran si me iba a juicio. Fue hasta que los dueños de la tienda se acercaron a nosotros para solicitarnos que no los acusáramos, ya que después nos enteramos de que la tienda operaba de manera ilegal, porque no pagaba impuestos.
“Insisto, es lo malo de que por temor o ignorancia muchas veces los mexicanos dejamos que nos agredan, que violen nuestros derechos, porque nos sentimos solos y desprotegidos.”
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