Toman los cubanos gusto a changarros

LA HABANA.- Apoyado en el mostrador de la cafetería Prosperidad, en el núcleo duro de Centro Habana, Isidro Valdivia apuró su vaso de limonada para volver al trabajo. Este habanero de 24 años de edad abrió en diciembre una modesta barbería en su casa, próxima al Capitolio.

"El negocio da 'justico' para vivir, como quiere el Gobierno. A nosotros no nos gustan los ricos", ironizó Isidro, mientras con las manos se tocaba una barba ficticia en alusión a Fidel Castro.

"Pero a mí sí, ya ve usted, a mí me gusta la Prosperidad, con mayúscula. Por eso vengo a esta cafetería. Me gusta su nombre. Y, para ser sincero, también la camarera, que está hecha a mano", añadió entre risas.

A modo de despedida, el barbero gritó: "¿Sabe en qué nos parecemos los cubanos a los delfines? Pues en que estamos con el agua al cuello y aun nos reímos".

Este chiste se hizo popular desde que el mes pasado el Presidente Raúl Castro advirtió que agilizar las reformas económicas propuestas por su Gobierno era la única tabla que podía evitar el hundimiento del país.

En octubre, Castro dio el pistoletazo de salida al ejercicio autónomo de 178 oficios.

El objetivo gubernamental a corto plazo es incorporar al sector privado cerca de 2 millones de trabajadores estatales que perderán su empleo en los próximos cinco años.

A la fecha, cifras oficiales estiman en 85 mil las personas que han abierto legalmente sus pequeños negocios.

Flores, calzado, artículos del hogar, discos compactos; también cafeterías, joyeros, plomeros, cerrajeros... En menos de tres meses, la capital cubana se ha llenado de casetas improvisadas que ofrecen de todo un poco a precios bajos.

De momento, el Gobierno parece haber aceptado como un mal menor la fealdad de los locales con los que se inicia el pequeño empresariado autóctono y que, según el vicepresidente y Ministro de Economía Marino Murillo, en una década debe aportar más de la mitad del PIB isleño.

"Sólo en Centro Habana, la cifra de particulares se ha multiplicado por 10", aseguró a REFORMA Audel Rodríguez, de 32 años, quien en su primer mes con licencia para reparar relojes confiesa haber ganado mil pesos, unos 40 dólares.

A pocos metros, Alberto González, de 62 años, atiende junto a su nieto Rafael, de 27, un puesto de artículos de plomería que abrieron en noviembre. Dicen que desde entonces cada uno se lleva a casa 500 pesos mensuales.

"La media de estos negocitos está entre 800 y mil pesos cubanos al mes. Nos da para pagar al Estado y vivir que ya es algo. No hay queja", declaró el abuelo.

Pegado al mostrador de los González, Roberto Puente, de 50 años, sonríe sarcástico.

"No se fíe de los vendedores, le digo yo que son muy mentirosos", señaló.

Puente, afirma que una cafetería particular bien ubicada -cerca de un hospital o una parada de autobús- puede ganar hasta 5 mil pesos mensuales (unos 200 dólares).

Entre la supuesta prosperidad disimulada por los nuevos microempresarios y la aparente miseria de sus locales, Mario Pérez no esconde el optimismo que siente porque, según dice, ve "un futuro y una evolución en las reformas de Raúl".

Tiene 28 años y un permiso gubernamental para vender discos y películas piratas.

"Aunque hay mucha competencia, cobro barato: a 30 pesos cubanos el DVD de cinco pelis. Gano buen dinero y espero ampliarme y contratar vendedores en este mismo año", contó.

Como otros entrevistados, Mario tiene familia y amigos en Florida, y confía que la decisión de Barack Obama de ampliar los viajes de estadounidenses a la Isla y el envío de remesas hasta 2 mil dólares al año sirva para inyectar capital a las peculiares Pymes cubanas.

"Casi 2 millones de cubanos viven en Estados Unidos y lo que hace más falta aquí, para empezar, es un poquito de capital. Yo estoy convencido de que este año vamos a ver muchos cambios. Ésto ya no hay quien lo pare", concluyó.
Yolanda Martínez corresponsal, Reforma, 21 de enero.

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