“Todos tenemos miedo... y ya no podemos vivir así”

Imagen 1. Un sicario dispara una y otra vez contra una persona representada por un maniquí, hasta que le destaza la cabeza, que se ladea para yacer inerte, cocida a balazos. Imagen 2. Unos sicarios armados con fusiles de asalto que se transportan en trocas son filmados por cámaras de seguridad mientras entran a un poblado y toman el control de éste. Imagen 3. Policías se enfrascan en una balacera con criminales en medio del pánico de ciudadanos. Imagen 4…

Eran las imágenes del terror. De la guerra. Pedazos de la cotidianeidad mexicana que eran observados en pantallas gigantes por 500 personas que tenían rostros serios, algunos de consternación…

Y por eso, por la dificultad de vivir en estos nuestros tiempos de la guerra contra el narco, periodistas y empresarios, representantes de más de 700 medios de comunicación (600 estaciones de radio, 92 periódicos, 23 revistas, y algunos portales de internet), se reunían la mañana de este jueves en el Museo Nacional de Antropología y firmaban el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia.

Un acuerdo que, como decían en corto varios de sus firmantes, no pretende “alinear” ni “sintonizar” la información alrededor del gobierno federal, ni mucho menos someterla a sus eventuales dictados o controles (como los críticos del acuerdo ya empezaban a señalar en portales y redes sociales), sino garantizar la permanencia del trabajo informativo y reporteril que hoy se ve amenazado por la violencia de los grupos criminales.

Muestra de ello, coincidían periodistas en breves charlas realizadas luego de la ceremonia, son varios de los enunciados contenidos en el decálogo firmado. Por ejemplo, en el punto número cuatro, se lee:

“(…) En caso de que alguna acción del Estado en el combate a la delincuencia organizada caiga en excesos, esté fuera de la ley, o viole los derechos humanos, siempre habrá que consignarla y denunciar el ejercicio indebido del poder”.

En defensa del documento, algunos firmantes citaban lo que se expresa en “los objetivos del acuerdo”, en el que se subraya que lo firmado, es… “sin demérito de la independencia editorial de cada medio”.

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Antes de la firma, se presentaba el video de las imágenes de la guerra después de las cuales aparecían frases pintadas de blanco sobre un fondo negro: “En mil 460 días, 34 mil 612 muertes violentas con sus daños colaterales”.

El saldo bélico del sexenio: 23.7 muertos por día, en promedio. Casi un ejecutado cada hora.

Después surgían escenas de secuestradores confesando sus torturas y mutilaciones y aparecía un video que reporteó MILENIO en el que se aprecia a un cruel secuestrador golpear y patear a un adolescente desnudo mientras el plagiario amenaza a la madre del pequeño. Y venía una nueva frase en blanco sobre fondo negro:

“No existe ninguna razón, absolutamente ninguna, ¡que justifique esto!”.

Los tres secuestros diarios denunciados que hay en el país, uno cada ocho horas, y su brutalidad.

Surgían entonces bytes, voces de ciudadanos: “Todos tenemos miedo”. “Ya no podemos vivir así”. “Ya estamos hasta la madre, no hay seguridad en ningún lado”.

Emergía entonces una frase que sintetizaba el espíritu de lo firmado: “Llegó el momento de decirles a los mexicanos cómo es la cruda verdad, sin volvernos voceros de criminales cuyo objetivo es aterrorizar”, a través de un acuerdo que no restringe, sino que estimula la libertad de expresión…

Juan Pablo Becerra-Acosta M., Milenio, 25 de marzo.

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