Raúl Castro pide a sus camaradas del PCC apostar por un modelo vietnamita; acusa a la maquinaria del partido de boicotear reformas

La reforma del modelo socialista cubano está desde ayer oficialmente en marcha, un día después del tirón de orejas del presidente Raúl Castro a sus camaradas en la apertura del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), a los que acusó de “inmovilistas” y a los que advirtió que no consentirá que sus planes futuros para la isla, con los que pretende salvar el régimen, sean boicoteados por los burócratas del partido “como han hecho en los anteriores congresos”.

El plan reformista de Raúl —básicamente una copia del modelo vietnamita, consistente en una tímida apertura al capitalismo, lejos de la agresividad del modelo chino— comenzó ayer a ser debatido por cinco comisiones de trabajo del PCC, antes de que sea aprobado mañana martes.

El diagnóstico de Raúl ya lo conocemos y la medicina también: una economía menos estatalista y burocratizada y más abierta a la iniciativa privada para evitar el colapso de la economía de la isla y la propia existencia del régimen.

Lo que está menos claro es si este remedio funcionará, qué resistencia encontrará en el interior del partido hegemónico, y cuánto tiempo estará el país en tratamiento para volver a tener una economía saneada. Algunas fuentes hablan de un “quinquenio”, siempre y cuando los burócratas del PCC no pongan obstáculos.

Relevo generacional. Castro se dirigió con especial dureza a los 997 delegados del PCC, a los que advirtió que “lo que se apruebe en este Congreso no puede sufrir la misma suerte que los acuerdos de los anteriores, casi todos olvidados sin haberse cumplido”.

“Se me cae la cara de vergüenza de tener que confesarlo públicamente en este Congreso”, llegó a decir Raúl, quien reclamó una “severa autocrítica” al partido, porque “lo único” que puede hacer fracasar a la revolución y al socialismo es “la incapacidad para superar los errores” que se han cometido durante más de cincuenta años.

Exhortó a los dirigentes comunistas a “desterrar el inmovilismo fundamentado en dogmas y consignas vacías”, y criticó especialmente el “amiguismo favorecedor” en la elección de dirigentes.

El presidente cubano tachó de “errónea” la exigencia “tácita” de tener que militar en el PCC o su filial juvenil para desempeñar un cargo de dirección, pero la mayor novedad en la apertura del VI Congreso llegó cuando Raúl planteó la limitación de los mandatos de cargos del partido o del Estado a un máximo de dos periodos consecutivos de cinco años cada uno.

Sobre este punto, el líder disidente Óscar Espinosa consideró que se trata de una medida “muy demorada y tardía”, aunque admitió que es “una novedad”.



La Crónica, 18 de abril.

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