Las ministras Olga Sánchez y Margarita Luna convierten la Corte en ring

Aunque a otro nivel, se repitieron ayer en la Corte los jaloneos callejeros de un día antes entre abortistas y religiosas… Se subieron al ring las dos ministras del Pleno: Olga Sánchez Cordero y Margarita Luna Ramos, de posturas opuestas, quienes se acusaron de confundir las constituciones con poemas y de no leer a detalle las leyes. En el intercambio de golpes, el referí: el presidente Juan Silva Meza, hizo malabares para mantener la calma, mientras desde una de las butacas de ring side, el extremista Salvador Aguirre Anguiano cambiaba las porras por frases desorbitadas: “Los mal formados no pueden ser abortables porque sería un acto de discriminación por discapacidad prohibido por la Constitución”. Y: “El óvulo fecundado tiene la misma dignidad que la mujer”. Entre round y round, sólo una de sus expresiones fue irrebatible: “Si todos nosotros (los ministros) corriéramos la maratón, estaríamos en desacuerdo con la pista que trazó el organizador, crearíamos cada quien nuestra propia pista, es lo que está pasando aquí: con el proyecto de don Fernando Franco nadie estuvo de acuerdo, cada quien trazó su pista para correr la maratón, tanto los que no compartimos el sentido como los que sí, que han dicho que coinciden en lo esencial pero la esencialidad no la he escuchado hasta ahora”. Este exabrupto en el graderío obligó también al juez Meza a decretar la cuenta de protección: “Lo que ha dicho don Sergio no quiere decir que cada quien vaya dislocando, sentando criterios individuales sin ninguna conexión… No es esa situación… de que cada quien va por su pista… Vamos a encontrar la coincidencia, todos vamos en la misma pista pero con más o menos intensidad”. Aunque después bajaría la guardia y se diría robada, fue Luna Ramos la que soltó el primer gancho al aludir los argumentos de su contrincante Sánchez Cordero en el sentido de que la reforma de San Luis Potosí imposibilita a las mujeres a usar anticonceptivos o realizar inseminaciones artificiales o in vitro. Quien ha dicho esto, afirmó Luna, “no ha leído la Ley de Salud de San Luis, que regula todas estas situaciones, no veo dónde está la prohibición”. Olga contraatacó con un jab cruzado: “Ante todo lo que nos leyó… me pregunto: ¿estamos haciendo poesía, normas programáticas? No sé si esta norma de San Luis a lo mejor es una poesía”. Margarita parecía noqueada, pero alcanzó a conectar un recto que tambaleó a su rival: “Nunca he visto las cosas como poema, he visto la ley con la seriedad que tenemos que verla… Le pregunto a la señora Ministra: ¿qué está diciendo la ley, que es un derecho (el de vivir) que se sobrepone a los demás?, ¿que al reconocerlo deben declararse punibles con pena corporal a quienes interrumpan el embarazo, lo dice de esa manera tajante?”. Sánchez se sacó el protector bucal para llevar la batalla hacia las cuerdas, pero el referí volvió a intervenir: le exigió brevedad, y ella terminó por colgar los guantes. Daniel Blancas Madrigal, La Crónica, 30 de septiembre.

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