Entre porras, la unidad busca su equilibrio

La unidad que presumieron los candidatos del PRI en su consejo político con el abrazo entre Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones sigue, pero camina en una delgada línea que busca los equilibrios, sin lograrlo. La balanza estaba cargada para el mexiquense, quien hizo entradas y salidas triunfales, repletas de porras, mientras que el sonorense logró el consenso de los académicos y mayores coincidencias en los discursos. Los precandidatos acudieron a la ciudad de Chihuahua al foro en el que expusieron sus propuestas económicas, disímbolas en algunos puntos, aunque buscaron coincidencias con la urgencia de la unidad. El acto comenzó con un grupo de jóvenes que esperó desde dos horas antes la llegada de los priistas, quienes aprovecharon las porras para vitorear a César Duarte, el gobernador que hizo su aparición con ganas de ser casual desde el Palacio de Gobierno. La misma comitiva de veinteañeros recibió cálidamente al senador, para quien hubo aplausos, porras y algunos gritos de agradecimiento. Pero con Peña Nieto no tuvieron recatos: lanzaron la batucada, desplegaron pancartas y corearon gritos de “¡Presidente!” que se colaron al salón donde ya se había instalado Beltrones y procuró no oir. Sin embargo, al interior, con la academia fue distinto. En una participación más larga (casi del doble que la del mexiquense), el legislador expuso las soluciones para impulsar el desarrollo económico, alejó el debate de los programas actuales y urgió medidas a largo plazo que definirán los siguientes 25 años. En tanto, Peña se centró en un decálogo con reformas fiscales y una estabilidad en la economía en su sistema macro, que interesó a los académicos. También, de manera franca y entre líneas, ambos candidatos volvieron al discurso de la unidad. Beltrones incluso advirtió que aún hoy no es suficiente. “Indispensable, sí; posible, por supuesto”, y llamó al PRI a lograr dos victorias: la de la unidad y la de la Presidencia. A su vez, Peña advirtió que no es la aspiración personal a ser candidato del partido lo que lo había movido hasta el estrado, sino perseguir una definición consensuada del proyecto. Una convocatoria, otra vez a la unidad. Los priistas mantuvieron las formas, procuraron un orden en estricto orden alfabético para evitar jerarquías, pactaron antes las intervenciones a los medios, las conferencias de prensa. Todo buscaban balancearlo. Pero para el público era lo de menos; casi todos querían escuchar sólo las ponencias priistas, los cuchicheos durante las exposiciones de académicos subían su volumen, tanto que al término de la ponencia del mexiquense, siguió la de Cristina Díaz, secretaria general del CEN, quien tuvo que exigir la atención de más de uno y llegó a ordenar a todos que tomaran asiento “porque el foro aún no termina”, hasta que ella lo concluyó. A la salida, los precandidatos volvieron a buscar la foto del abrazo, dejaron el salón entre empujones, al mismo tiempo, pero cada quien despidiendo a personas distintas. Al final hubo otro saludo, cada quien subió a su camioneta y prometieron llamarse más tarde. Miriam Castillo, Milenio, 11 de octubre.

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