Ha ido en aumento el desencanto de los ciudadanos con la democracia: Valdés

El desencanto creciente con la democracia en México durante los años recientes obedece esencialmente a la inseguridad acentuada y a una crisis económica que ha afectado la situación de las familias, sostiene el consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Leonardo Valdés Zurita. Siempre que los ingresos caen, la población responde con irritación, enojo, inconformidad, agrega, al admitir la caída en la percepción de la democracia, según señala el Latinobarómetro. Valdés reconoce como uno de los principales déficits de la democracia mexicana un insuficiente marco legal para contener la compra y coacción del voto, que se ha generalizado en comicios locales por los diversos órdenes de gobierno. Uno de los rezagos más importantes es el Código Penal. La reforma electoral de 2008 tocó todos los artículos, pero dejó intacto el código, en el cual sí es necesaria una reforma profunda y, al mismo tiempo, reforzar acciones para la construcción de ciudadanía, empoderarla para dirimir cuando se pretende manipular el voto. En entrevista, también alude a lo que ya desde ahora se vislumbra como eje de las campañas: la guerra sucia. A diferencia de 2006, subraya, el marco legal regula con mayor rigor las calumnias y la difamación, al punto que en la reforma electoral se elevaron a rango constitucional estos preceptos. Sin embargo, si bien en medios electrónicos, impresos y en espectaculares la actuación del IFE está garantizada, admite que en redes sociales se deberá apelar a la responsabilidad de los actores para impedir su propagación por esta vía. Interrogado sobre los alcances de la guerra sucia y la capacidad institucional, Valdés destacó que el Congreso determinó que la calumnia y denigración de partidos, candidatos o instituciones está proscrita. Subrayó que el IFE tiene herramientas para atajar cualquier expresión que viole la legislación, pero ello depende de la corresponsabilidad de los partidos políticos. –En México la democracia ha perdido mucho respaldo; según el Latinobarómetro –se hizo notar al presidente del IFE. –La acepción de democracia que tenemos los latinoamericanos va mas allá de lo electoral. El informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre el estado de la democracia señala que no basta lo electoral para una democracia plena. Hay un decrecimiento en la percepción en la región. El apoyo a la democracia, según el Latinobarómetro, disminuyó de 61 por ciento en 2010 a 58 por ciento en 2011. En México hay una caída de entre 49 y 40 por ciento. Eso significa que no estamos satisfechos con una democracia electoral; queremos mayor participación ciudadana, mayor exigencia a los gobernantes. No sólo elegirlos. –Hay quien dice que en México se perdió la oportunidad en el año 2000. –Los cambios democráticos llevan años e incluyen dos grandes motores. El cambio en las instituciones, que en México data de los 70, cuando se hizo la primera gran reforma electoral, y por otro un cambio de la perspectiva de participación de la ciudadanía, que se ha identificado con la implantación de mayor pluralismo político, lo que ha derivado en tener mayores partidos, más presencia social y ser mayormente competitivos. Pero estas transformaciones son procesos de largo alcance. No podemos estar satisfechos en la construcción democrática, pero tampoco dejar de reconocer los avances. –¿Por qué esta baja tan acentuada en México en cuanto a la percepción de la democracia? –Es efecto de la crisis económica. Sobre todo en 2010-2011. Siempre que los ingresos caen, la población responde con irritación inconformidad; hay que reconocer que la inseguridad de la población, no en todo el país, pero en grandes regiones, ha provocado ese nivel de insatisfacción. Los partidos tienen responsabilidad en la construcción de la ciudadanía, al igual que gobiernos y medios de comunicación. –Se habla de los partidos políticos como eje de la democracia, pero tienen gran desgaste en la sociedad... –Lamentablemente en México se ha consolidado el fenómeno mundial de la crisis de los partidos, de su incapacidad para ser canales de representación de la sociedad. Es una paradoja: los ciudadanos han perdido afecto por los partidos políticos, pero no han encontrado fórmulas para representarse que los sustituyan. En Europa los partidos se están refuncionalizando; espero que en México, a futuro, tengamos una refundación en ese sentido. Finalmente, Valdés se refiere a un fenómeno generalizado en los comicios mexicanos: la compra y coacción del voto, la manipulación de los programas sociales, y lo asume como un déficit de la democracia mexicana. Considera que uno de los rezagos más importantes en la legislación es el Código Penal. Es necesaria una revisión profunda para la tipificación de los delitos electorales. En la reforma de 2008 se tocan todos los artículos constitucionales, y el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) es una nueva ley reordenada; esto es, no hubo reforma al Código Penal. –¿Preocupa al IFE que no se hayan logrado avances? –Uno de los déficit importantes es la creación de una ciudadanía consciente y racional. Con ello se lograría que la gente tenga información de los programas sociales, sepa que la compra del voto es un delito y que puede tomar su decisión libremente. El antídoto es la creación de ciudadanía, no sólo cambios en la ley, sino también en la conducta ciudadana y empoderarla sobre sus alcances. –Pero hay 52 millones de pobres. ¿No hay una perversión y abuso sobre ellos? –El problema es la pobreza y cómo resolverla; no sólo es un asunto electoral o político, es social. Hay que trabajar para que las elecciones no sean un problema, sino un espacio para discutir problemas como la pobreza, por supuesto, no solucionar la pobreza con las elecciones. Alonso Urrutia, La Jornada, 14 de noviembre.

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