Símbolo de fe, las 33 centroamericanas que buscan a sus hijos: párroco de Saltillo

Saltillo, Coah., 4 de noviembre. Quizá necesitaban sentir un abrazo aunque fuera entre ellas. Cuando se iban apretando, cuando la solidaridad se empezó a desparramar, ninguna pudo aguantarse el llanto. Hoy, las 33 centroamericanas que buscan a sus hijos desaparecidos en México visitaron la catedral de Saltillo. Esperaban encontrarse con el obispo Raúl Vera, pero no les fue posible porque el prelado atiende un asunto en Noruega. Pero eso no importó. Pedro Pantoja se hizo cargo y les pidió, con tono de súplica, que no abandonaran el intento de encontrar a sus familiares, pues se han convertido en símbolo de fe y esperanza para muchas otras madres. Frente al altar acomodaron con cuidado las fotografías de sus hijos. Hubo cánticos religiosos. Tomadas de las manos formaron un círculo y rezaron con la guía del párroco que coordina el albergue para migrantes Belén, en esta capital. Busco a mi hijo. No traigo una foto porque lo único que tengo de él es el recuerdo y la esperanza de encontrarlo. Nuestros hijos tienen que aparecer vivos, manifestó la nicaragüense Guadalupe Ríos. Ellos no vinieron a robar ni a hacer maldades, sino a buscar nuevos horizontes, por eso le pedimos al gobierno mexicano que les permita pasar el país con seguridad. Las fronteras no deben existir porque la tierra no es de nadie, es de todos, expresó Juventina, madre de dos hijos desaparecidos. El franciscano Tomás González Castillo se refirió a la tragedia cotidiana que enfrentan los migrantes a su paso por México, pero rechazó que las agresiones formen parte de acciones sistematizadas de la sociedad. México no es un país asesino, sino generoso, que abre los brazos para recibir a quien lo necesite. México es un país solidario, desafortunadamente el mal gobierno no hace su trabajo como es garantizar la seguridad y los derechos de los migrantes, expuso. Pantoja animó a las mujeres a mantener el movimiento. Cuando se busca a los desaparecidos no hay locura en quien lo hace, sino esperanza de vida, les dijo. Por la mañana, las 33 integrantes de la Caravana de Madres Buscando a sus Hijos Desaparecidos en tránsito acudieron al Servicio Médico Forense (Semefo), donde les tomaron pruebas de ADN que se compararán con muestras de cadáveres encontrados en la entidad que no han sido reclamados. El lenguaje de los muertos es importante y la visita al Semefo era necesaria. Ellas saben que algunos [de sus familiares] murieron, pero quieren tener una señal, anotó el religioso. Hace más de una semana, las mujeres comenzaron su periplo en Centroamérica. Este viernes se abrazaron y lloraron. Tras ese episodio, sobreponiéndose al dolor, salieron tranquilas, en paz, desahogadas. Leopoldo Ramos, La Jornada, 5 de noviembre.

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