Carnaval rojo en honor al priista


Se repetía hasta el cansancio que aquel no era un acto de precampaña; se dijo a través del maestro de ceremonias, el mismo candidato lo recalcó, los organizadores lo decían a cada oportunidad.
Que la concentración, los camiones y hasta las batucadas eran por la “fiesta” de la toma de protesta al eslabón más bajo de la dirigencia priista.
Sin embargo, el evento de los comités seccionales y municipales giró siempre en torno a Enrique Peña Nieto; los priistas veracruzanos se volcaron por completo en recibir con algo similar a un carnaval rojo al mexiquense, ya con la constancia de la candidatura.
A la toma de los presidentes de sección, a la que por lo regular únicamente se aparece la dirigencia municipal, acudieron ex presidentes del partido, diputados, líderes del sector, el recién estrenado presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, y el gobernador de Veracruz, Javier Duarte.
La dinámica de otros actos se repitió como calcada en el centro de convenciones de Boca del Río. Enrique Peña entró acompañado de Duarte por un pasillo delimitado por vallas metálicas, desde donde el aspirante presidencial saludaba a los priistas, mujeres en su mayoría, y se dejaba abrazar y hasta despeinar por quien quisiera tomarse una foto con él.
Tardó 20 minutos en llegar a su sitio en el presídium, ocupando el lugar de honor al centro de los priistas, cerca de Joaquín Coldwell y de Beatriz Paredes, quien volvió a aparecer de manera regular en actos públicos después de una ausencia que coincidió con el tiempo que Humberto Moreira estaba al frente del partido.
Aunque era una ceremonia de la militancia priista, hubo distinciones para el candidato, como el atril desde donde se leía el discurso. El que se ubicó en el centro, en medio del público, sólo fue para Peña. El gobernador, el presidente del partido y la representante de los seccionales hablaron a la militancia desde atrás, en un atril más lejano.
El PRI “de todas las décadas”, como lo describió el maestro de ceremonias, ocupó un lugar en la primera fila: Gustavo Carbajal, ex presidente del partido; Joel Ayala, líder de los obreros; Carlos Romero Dechamps, de los petroleros, y Víctor Flores, de los ferrocarrileros, se pararon de sus asientos para saludar al candidato.
Los discursos de los participantes también tuvieron distinciones. En cada uno el objetivo era mencionar a Peña, con lo que desataban un pandemónium entre las 10 mil personas que llenaron el lugar.
También llegaron las defensas, punto común del dirigente estatal del partido, Héctor Yunes, que aventuró que “debe ser frustrante no encontrar argumentos contra alguien tan fuerte”, y del mandatario estatal, quien dijo que los debates en los que entrará el partido sólo serán de ideas “y rechazaremos el debate hueco”.
Para solucionar las ausencias y las dudas de quién es priista, se instalaron afuera módulos de afiliación para los veracruzanos que no tuvieran su credencial del PRI.
No tomaba más de 10 minutos llenar el formato y la información que tenía que incluirse era elemental, sólo había que colocar la dirección y tomarse una foto.
“Ya soy priista”, decía un hombre con gorra roja, playera con el logotipo del PRI de Puebla y un silbato, mientras agitaba el formato.
“¿Ahora sí puedo entrar?”
Entonces el guardia le abrió la puerta.
Claves
Crítica de Pacheco
• El escritor José Emilio Pacheco aseguró que Enrique Peña Nieto, de alguna manera es consecuencia de un periodo de desigualdades que atraviesa la cultura en México, en la actualidad vista como el “patito feo, la página escondida entre las secciones de espectáculos”.
• “Creo que si no lee, no puede tener lenguaje; si no tiene lenguaje no puede pensar y no puede pensar en los problemas de este país. No quisiera ensañarme con ningún caído, pero me parece una absoluta y auténtica tragedia no de este señor, sino de México”, dijo en el homenaje a Fernando Benítez.
Miriam Castillo • Boca del Río, Milenio, 19 de diciembre.

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