México, sublíder en desigualdad de países OCDE


México tiene el segundo nivel más elevado de desigualdad de los ingresos en la población activa en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), justo por debajo de Chile y muy por encima de la media de la OCDE, a pesar de su disminución desde mediados de los años 90.
El ingreso medio del 10 por ciento de los hogares mexicanos con mayores ingresos era en 2008 de 228 mil 900 pesos, 26 veces por encima del ingreso del 10 por ciento con menores ingresos, que tenían un ingreso medio de 8 mil 700 pesos. La diferencia es de 9 a 1 en los países de la OCDE, reveló el organismo en su informe Divided We Stand: Why Inequality Keeps Rising.
En los últimos 25 años, los ingresos reales de los hogares crecieron 1.7 por ciento para el 10 por ciento de los mexicanos más ricos, pero solo 0.8 por ciento para el 10 por ciento más pobre.
La brecha de ganancias entre los empleados aumentó, en relación con una mayor diferencia de las horas trabajadas entre los empleados mejor pagados y los peor pagados, confirmando una tendencia observada en la mayoría de los países de la OCDE.
Aunque en promedio los mexicanos laboran más horas que en ningún otro país de la OCDE, la cantidad de horas anuales trabajadas de los que tienen menores ganancias disminuyó de 2 mil 600 a 2 mil 150 horas, mientras que las horas anuales trabajadas de los que tienen ganancias superiores aumentaron de 2 mil 400 a 2 mil 500 horas.
La parte de ingresos por trabajo autónomo en el total de los ingresos disminuyó de casi 30 por ciento a mediados de los 80 a alrededor de 20 por ciento en 2005.
La tendencia a la baja del trabajo autónomo contribuyó a disminuir la desigualdad entre los trabajadores, compensando el aumento en la disparidad de ganancias de los asalariados, indicó la OCDE.
Cambios en la sociedad
Un mayor porcentaje de solteros y de hogares monoparentales, de personas casadas con parejas del mismo nivel de ingresos, explican más de 70 por ciento del incremento en la desigualdad de ingresos en los hogares.
“En otros países de la OCDE, este factor tiene menos importancia. Al mismo tiempo, el aumento en la tasa de empleo femenino tuvo el efecto contrario en la desigualdad, reduciendo el nivel de ingresos en los hogares de manera considerable”.
Las prestaciones sociales en especie constituyen alrededor de 7 por ciento de los ingresos posteriores a la deducción de impuestos. Aunque esta cifra se ha multiplicado por dos desde los 90, sigue siendo inferior a la media de la OCDE (12 por ciento).
Estas prestaciones contribuyen a reducir los niveles de desigualdad únicamente en 3 por ciento y este impacto no ha variado en los últimos años.
Nuevos programas de transferencias condicionadas introducidos en la última década (Oportunidades, Seguro Popular) han contribuido a mejorar los resultados escolares y de salud y a disminuir la pobreza, pero su impacto en el nivel de desigualdad es pequeño, dado el bajo nivel de gasto en relación con el PIB per cápita, mencionó el estudio.
“México es uno de los países de la OCDE que pone más énfasis en los servicios públicos en comparación con las prestaciones monetarias: el gasto público social es cuatro veces mayor en servicios públicos como salud y educación que en prestaciones monetarias”.
En ese periodo, el agravamiento de las desigualdades ha sido muy generalizado en concreto en 24 de los 33 miembros del conocido como el “club de los países desarrollados”, y sucedió en Estados de tradición más igualitaria como Alemania, Dinamarca o Suecia.
En esos la diferencia entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre pasó de cinco a seis veces.
México • Redacción y EFE, Milenio, 6 de diciembre.

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