La república del amor, presente en el encuentro


La república del amor que pregona Andrés Manuel López Obrador se manifestó ayer en el debate de los aspirantes a gobernar la Ciudad de México. Insistieron en que este ejercicio democrático era una muestra de que la izquierda puede ponerse de acuerdo y dejar fuera las descalificaciones; pero la buena voluntad resultó en un encuentro tan insípido que hasta terminaron por ofrecerse trabajo mutuamente.
Alejandra Barrales, Joel Ortega, Gerardo Fernández Noroña, Martí Batres, Miguel Ángel Mancera y Carlos Navarrete utilizaron los 10 minutos de la primera ronda para exponer sus propuestas de gobierno, cinco más para puntualizar y tres para responder. En dos horas y media nunca se logró un debate, apenas hicieron algunos señalamientos, pero tan sutiles que ni siquiera se sintieron aludidos para responder directamente.
Mancera, el único sin afiliación partidista, dijo que se asumía de izquierda porque comulgaba con esa ideología, porque siempre estudió en escuelas públicas, porque ha usado el Metro y conoce los problemas de la ciudad. Por primera vez habló en primera persona, generalmente lo hacía en plural. “Mi experiencia en el gobierno me ha enseñado que gobernar es escuchar”, y repitió en seis ocasiones lo que parecía ya un eslogan de campaña: “Honestidad y resultados”, y se dirigió de manera directa al electorado: “Te invito a que construyamos juntos el futuro de nuestra ciudad”.
Fernández Noroña, fiel a su estilo, dijo querer a López Obrador y respetar a Marcelo Ebrard, pero por cuestión de “principios” no tenía una relación de “subordinación” con ellos, “será por eso que nunca me han invitado a ningún gobierno, por eso tendré que encabezar el mío propio” (sic).
Entonces, inició la ronda de invitaciones y elogios. Primero se dirigió a Mancera, le reiteró su invitación para que repitiera en el cargo de procurador, pero ahora en su gobierno. “Y aunque Martí no me invitó si gana, yo sí lo invitaría como secretario de Gobierno. Sería una honra que Joel Ortega participara en mi administración, lo mismo que Barrales; de Navarrete reconozco sus capacidades y lo invitaría a participar, sólo le pediría una cosa: no reconocer bajo ninguna circunstancia a quien usurpa la Presidencia de la República”.
Todos respondieron con una sonrisa, aunque Navarrete lo hizo de forma directa el último minuto de su intervención. “Gracias por la invitación. Si tú eres el candidato a jefe de Gobierno dudo que yo pudiera tener un estilo de jefe de Gobierno de esa naturaleza, pero se agradece la invitación”.
Noroña lo intentó de nuevo: “Yo no voy a cambiar, voy a seguir haciendo lo que creo y haciendo todo eso te voy a convencer, Carlos, y vas a aceptar la invitación que te he hecho”.
Martí Batres se calificó como el “candidato natural de la izquierda” pro provenir de una familia de luchadores sociales, por haber militado en el PRD en los momentos más difíciles, cuando no había “diputaciones ni senadurías, cuando éramos perseguidos”. Mostró hasta su credencial de afiliación al Partido Socialista Unificado de México, firmada por Pablo Gómez, y la del PRD, con la rúbrica de Cuauhtémoc Cárdenas. El “yo” fue su palabra recurrente.
A Alejandra Barrales los nervios la traicionaron, nunca pudo calcular bien el tiempo de sus intervenciones. Aunque dijo que el género no debería ser estandarte para la contienda y tampoco una desventaja, sí se refirió a la excelente labor de las presidentas Cristina Fernández, en Argentina; Michelle Bachelet, en Chile, y Dilma Rousseff, en Brasil.
Empezó su intervención diciendo que “es con una mujer con quien la izquierda llegará a ganar la ciudad”, y concluyó con un mensaje a la ciudadanía: “Optar por una verdadera izquierda o por una izquierda artificial”. También ofreció incluir a sus contendientes en su gobierno.
Minutos antes de iniciar el encuentro hubo el fuerte rumor sobre la declinación de Navarrete, pero éste lo negó. Durante su mensaje celebró la unidad que beneficiará a la izquierda.
Joel Ortega nunca cambió el rígido semblante, ni cuando se asumió como el autor del sistema de cámaras que funcionan en la ciudad, ni cuando propuso crear una empresa estatal de electricidad para contratar a los ex empleados de Luz y Fuerza.
El formato estricto del encuentro no permitió que alguien se encumbrara como el personaje que levantara pasiones o brillara en su oratoria. Ninguno se asumió como ganador.
Nayeli Roldán e Israel Navarro, Milenio, 12 de enero.

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