Pobreza y lujo: historias de migrantes que contrastan


Pedro y Juan de 12 y 14 años de edad son hermanos; nacieron en San Pedro Sula, en Honduras. Junto con su tío y con el permiso de sus padres, decidieron dejar su pueblo para tratar de llegar a Estados Unidos, obtener “un buen” trabajo, ganar dólares y salir adelante.
Llevan 27 días viajando rumbo a Estados Unidos.
Pasaron la Navidad en la localidad de Lechería, en el Estado de México, al lado de otros 50 centroamericanos que viajan en estos días hacia la Unión Americana.
El Año Nuevo, en cambio, los “agarró” un poco más adelante, en Querétaro.
La historia de contraste es la de Arturo y Omar Bocanegra Ramírez, también hermanos, que llegaron a bordo de un par de camionetas último modelo, procedentes de Arkansas, a su pueblo Limón de la Peña, ubicado en la Sierra Gorda de Querétaro.
Viajaron 23 horas, desde el lugar en donde trabajan, en Estados Unidos, hasta su tierra de origen, en donde pasaron las fiestas de fin de año. Con sus padres y hermanos.
De Honduras, hermano
Los dos “hondureñitos”, como les dice la gente a quienes se acercan para pedir dinero o comida, viajan acompañados de su tío Andrés, de 38 años de edad. Los tres dicen que tuvieron que salir de su país para tratar de conseguir un mejor futuro porque allá las cosas son dífíciles: no circula el dinero y no hay opciones de empleo.
Su viaje a Estados Unidos fue autorizado por sus padres; su mamá, Ana, les dio la bendición y los dejó ir.
“Mira que venimos en el tren pero nos agarraron los policías del tren aquí en Querétaro… unos de amarillo, jefe… Nos bajaron y venimos a la ciudad a conseguir un taquito, porque ‘andamos’ de hambre, hermano”, dice Pedro, el menor de ellos.
Luego de ser bajados del tren, lograron evadirse de los elementos de vigilancia de la compañía ferroviaria hasta llegar a la ciudad.
“Llevamos un día; llegamos en la madrugada y hemos viajado 18 días en el tren. Pasamos por Arriaga, por Coatza, Tierra Blanca…” vuelve a explicar el más pequeño de los migrantes.
Su tío precisa: son 18 días en territorio mexicano pero tardaron nueve días de San Pedro Sula hasta la frontera de Guatemala con México.
Dice Pedro que les dieron de comer en un pueblo antes de llegar a Córdoba (Veracruz)… “y en Querétaro, donde avanza despacito el tren unos muchachos nos regalaron un poco de comida”.
Un transeúnte les ofrece comida: “¿Qué quieren? ¿Tacos o pizza?” Los dos niños responden, casi al unísono: “¡Pizza!” y se la comen rápidamente pues dicen que llevan un día sin alimentos.
Ya iniciado el 2012 esperan reanudar próximamente su camino y estar en Estados Unidos este mismo enero.
Pintores exitosos
También los hermanos Bocanegra Ramírez planean estar de regreso este enero en Estados Unidos, en sus respectivos trabajos. Ellos, sin embargo, viajarán a bordo de sus camionetas de lujo.
Uno de ellos, Arturo —recuerda— se fue a los 14 años de edad a territorio estadounidense; su hermano Omar, a los 15. Y aun cuando no cursaron estudios superiores, aprendieron el oficio de pintores, lo que les permitió ser contratados en compañías norteamericanas.
“No nos quejamos, nos va bien económicamente”, comenta Arturo.
Con ellos está su primo, Sergio Márquez, quien a sus 15 años de edad ya piensa en migrar al vecino país del norte. “Son mi ejemplo a seguir”, dice de Arturo y Omar.
Ellos dicen que la clave del éxito es “irse a Estados Unidos a trabajar, no a echar relajo”, precisa Omar.
Su vida en territorio estadounidense es solamente trabajar; “no tomamos ni fumamos. Nos la pasamos trabajando”, afirman.
No obstante, dudan en regresar a su patria, pues “acá no hay mucho qué hacer; estamos mejor allá”.
Ambos, sin embargo, aseguran que les gustaría casarse con una paisana de Querétaro. “Apúntele, por favor, que andamos buscando novia. Que somos serios y lo único que queremos es que no se maquille, que sepa hacer tortillas a mano, chilaquiles y que sea humilde, como nosotros”, dicen.
Juan José Arreola, El Universal, 5 de enero.

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