El Papa y Raúl, frente a frente


SANTIAGO DE CUBA.— Un segundo después de pisar territorio cubano, Joseph Ratzinger extendió sus brazos al frente y, con calidez, tomó las manos de Raúl Castro y deslizó una tímida sonrisa, en una soleada tarde. Al pie de la escalinata de la aeronave que le transportó desde México y de la que bajó lento pero seguro, Benedicto XVI se encontró con el presidente de Cuba.
El avión aterrizó en el aeropuerto internacional Antonio Maceo de la oriental ciudad de Santiago. Las banderas de Cuba y de la Santa Sede fueron desplegadas en las ventanillas de la cabina principal de la nave.
Benedicto XVI apareció en la puerta principal y empezó a descender para encontrarse con su anfitrión. Por unos instantes, ambos se vieron de frente. Inquieto, Castro se esmeró en irradiar cortesía. Ratzinger miró hacia uno y otro lado. El presidente, ataviado con traje negro, camisa blanca y corbata vino, abrió paso a dos niñas y dos niños cubanos, que se acercaron al Pontífice para entregarle un ramillete de rosas blancas y amarillas.
“Bienvenido a Cuba”, gritaron en coro, sonrientes. El Sumo Pontífice recibió el ramo y extendió su mano para bendecirles.
En el fondo, se escuchó el canto reiterado de cubanos llevados a la ceremonia de bienvenida: “Benedicto, amigo, tu eres el peregrino” o “El Papa llegó a Santiago ya, a peregrinar a la Caridad”. “Aquí está la juventud del Papa”, corearon.
Ya en el templete, Castro y Benedicto XVI escucharon los himnos de Cuba y de la Santa Sede y luego se detonaron 21 cañonazos. La banda sonaba mientras el viento agitaba las solapas de la vestimenta papal.
Delegaciones gubernamentales, eclesiásticas y diplomáticas desfilaron ante ambos. Finalizado el acto protocolar, el Pontífice inició en el papamóvil el recorrido al Arzobispado de Santiago, mientras una multitud desbordante de júbilo agitaba a su paso pequeñas banderas de Cuba y la Santa Sede.
La voz de la disidencia
“Abajo el comunismo”, alcanzó a gritar dos veces un hombre mientras corría hacia el altar donde el Papa oficiaría su primera misa en Cuba. El disidente, un hombre negro, alto y esbelto con pantalones de mezclilla y playera obscura, logró burlar la férrea seguridad.
Los elementos de seguridad lograron detenerlo y callarlo mientras lo arrastraban hacia fuera de las vallas para sacarlo de la plaza. Los asistentes abuchearon el acto y algunos de quienes lo tuvieron cerca se le fueron encima a golpes. Tras el incidente la gente se agitó y fue necesario elevar el sonido de la música para evitar los murmullos desatados por los gritos del disidente.
El papa Benedicto XVI ya se encontraba en la plaza y estaba por subir al altar. Castro se encontraba a algunos metros.
La misa terminó sin más incidentes. Una ligera lluvia comenzó a caer al inicio, pero amainó. La gente, expectante, aguantó hasta el final.
José Meléndez y Alberto Torres enviados, El Universal, 27 de marzo.

0 Responses to "El Papa y Raúl, frente a frente"