Las polémicas de Joseph Ratzinger


CIUDAD DEL VATICANO.— A casi seis años de haber asumido somo el sucesor de San Pedro —el 19 de abril de 2005— y con sus casi 85 años de edad —nació el 16 abril de 1927—, Benedicto XVI inició su viaje número 26 al extranjero con sus visitas a México y Cuba.
De estos viajes, 17 han sido en Europa (tres en Alemania y España, dos en Austria y sólo uno en Polonia, Francia, República Checa, Malta, Portugal, Chipre, Reino Unido, Croacia y San Marino), tres en África (Camerún, Angola y Benin), tres en Medio Oriente (Turquía, Jordania e Israel) y sólo dos en el continente americano (Brasil y Estados Unidos).
No es, sin embargo, una casualidad que la mayoría de ellos hayan sido en Europa. Esta región es la gran prioridad de este Pontificado, no sólo por la enorme pérdida de vocaciones que allí se registra y su difundida secularización, consecuencia del conservadurismo de la Iglesia católica, sino por los múltiples escándalos de pederastia en que se han visto involucrados no pocos de sus sacerdotes.
Lo realmente novedoso de algunos de estos viajes han sido las duras críticas que ha recibido Benedicto XVI por sus discursos: como buena parte del mundo no católico subrayó en su momento, los juicios emitidos en algunas visitas rebasaron el ámbito pastoral.
El juicio a Mahoma
Uno de los discursos más polémicos lo pronunció en la Universidad de Ratisbona, en su segunda visita a su natal Alemania (del 9 al 14 de septiembre de 2006). En una académica y compleja reflexión histórico-teológica, Benedicto XVI incluyó una cita que el mundo islámico interpretó como una ofensa a su profeta: “Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”, dijo.
Extrayéndola de su contexto, como hicieron los medios de información, la cita resultaba una abierta crítica a Mahoma y por ende a la religión islámica. Subrayado este hecho, la Santa Sede y el mismo Pontífice aclararon que la declaración era una parte de un diálogo entre el emperador bizantino Manuel II Paleólogo y un persa culto, del año 1391, y “no un juicio personal del Papa”.
De nada sirvieron estas aclaraciones. Las críticas y protestas contra el Pontífice se extendieron a gran parte del mundo islámico, en algunos países los creyentes terminaron por quemar fotos del Papa y fue sólo con el pasar del tiempo que aquellas palabras comenzaron a perder intensidad, pero sin nunca desaparecer del todo.
Para relajar las tensiones y en alguna forma restablecer sus relaciones con el universo musulmán, la siguiente visita pastoral de Benedicto XVI tuvo como destino Turquía, un país laico, pero de profunda fe islámica.
Rodeado de escoltas y provisto de un chaleco antibalas, según algunos diarios, Ratzinger visitó Turquía sólo dos meses después de lo sucedido en Ratisbona, del 28 de noviembre al 1 de diciembre del 2006. A sus encuentros oficiales unió una entrevista con Alí Bardakoglu, ministro de Asuntos Religiosos y una importante autoridad islámica en Turquía, además de una visita a la Mezquita Azul, donde rezó con el Gran Mufti de Estambul.
Conjuntamente con estos simbólicos actos de reconciliación, con los que cerró la polémica que desató en Ratisbona, el Papa reconoció a Turquía el derecho a ingresar a la Unión Europea, cuando hasta poco antes de la visita se había opuesto abiertamente a que este país formara parte de la UE.
El caso latinoamericano
No menos polémico, al menos a nivel latinoamericano, fue el discurso que el Papa pronunció en Aparecida, Brasil, en mayo de 2007.
Haciendo caso omiso del histórico perdón solicitado por Juan Pablo II en 1992, “por los errores cometidos en la evangelización del continente americano”, Benedicto XVI afirmó que la evangelización de América “no supuso una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición”.
El sacerdote brasileño Leonardo Boff, uno de los principales teóricos de la Teología de la Liberación, dijo que las declaraciones del Papa eran “un insulto a los indígenas” y un claro desconocimiento de la historia, ya que “decir que hubo diálogo es no conocer la historia, es ser ignorante”.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, fue más allá: “Como jefe de Estado le ruego a Su Santidad que se disculpe. No entiendo cómo puede afirmar que la evangelización no fue impuesta, si llegaron aquí con arcabuces y entraron a sangre, plomo y fuego”.
A su regreso a Roma, ante 50 mil fieles reunidos en la plaza de San Pedro, Benedicto XVI reconoció que la “gloriosa evangelización” en el continente americano “no puede olvidar los sufrimientos y las injusticias infligidas por los colonizadores a las poblaciones indígenas”, reiterando que el cristianismo se abrió camino en Latinoamérica “dialogando con las ricas tradiciones precolombinas y con las influencias europeas y de otros continentes”.
El Papa y Zapatero
Los tres viajes que Ratzinger realizó a España tampoco estuvieron exentos de polémicas. El matrimonio homosexual, junto con otras leyes promovidas por el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, marcaron el rumbo de estas visitas y un distanciamiento entre los dos jefes de Estado.
“En España impera un fuerte laicismo, un anticlericalismo y un secularismo muy fuerte y agresivo... como el que experimentamos en los años 30”, dijo el Papa, criticando abiertamente al gobierno de Madrid, en el vuelo que lo llevó a España por segunda ocasión (6-7 de noviembre de 2010).
En el tercero (18-21 de agosto de 2011), al hablar del secularismo imperante en España, explicó poco diplomáticamente que “esa disputa, o mejor este choque entre fe y modernidad (...) tiene lugar de nuevo hoy en España” y que por ello “el futuro de la fe y el encuentro —¡y no el desencuentro!— entre fe y laicismo tienen su punto central en la cultura española”.
Jorge Gutiérrez corresponsal, El Universal, 24 de marzo.

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