Sin temor a la muerte, jóvenes buscan llegar a EU


Aunque Francisco, Julio y Jesús tienen 17 años de edad, al llegar a esta frontera ubicada en Tamaulipas no se conocían, sin embargo, cruzaron el río Bravo apoyados por pateros que les cobraron entre 250 y 600 dólares para trasladarlos sólo hasta Laredo, Texas, en donde los dejaron a su suerte en grupos de hasta 15 personas.
Ninguno caminó muy lejos, ya que agentes de la Patrulla Fronteriza de inmediato los detectaron a pocos metros de la orilla del río y los detuvo para su deportación.
Fue así como se conocieron estos tres jóvenes, frustrados por un viaje que no pudo llegar a su final en Laredo, Houston y Dallas, en Texas, respectivamente.
Francisco es de una comunidad marginada de Papantla, Veracruz, de donde salió en busca de un familiar que vive en Laredo, Texas.
Para ello pagó a unos pateros— traficantes— 200 dólares para poder cruzar el río Bravo, y otros 400 que pagaría una vez que llegara a su destino, pero la mala suerte, como dice, hizo que fuera detenido junto con otros siete mexicanos que tampoco llegaron a donde tenían pensado.
“Llegué bien a Nuevo Laredo y se me hizo fácil cruzar, porque sé nadar muy bien, pero ni modo. No se pudo. Lo intentaré en otra ocasión, porque vale la pena llegar (a EU) para tener un mejor nivel de vida”, explica.
En lo que va de 2012, según reportes oficiales, son repatriados alrededor de tres niños por día que viajaban solos al momento de intentar cruzar la frontera; esta cifra es mayor a la de otros años.
Sin temor ante la muerte
El caso de Julio no es diferente. Hace dos meses que salió de Chiapas rumbo a esta frontera, pero como necesitaba dinero se puso a vender periódicos hasta que juntó 500 dólares, con lo que pagaría a los pateros que contactó para que lo cruzaran, lo que realizó hace un par de semanas.
Al lado de otros 14 adultos cruzó el río Bravo con destino a Houston, Texas, en donde se encuentra uno de sus familiares, pero fue detenido en el intento por agentes fronterizos cuando caminaba por el monte, cerca de una carretera.
“Cuando llegué a Laredo, el patero nos llevó a un lugar (casa) en donde estuvimos un buen tiempo, y de allí fueron repartiendo a la gente a diferentes lugares. Yo caminé con el grupo por el monte, cuando de pronto nos salieron los agentes y nos ordenaron que nos detuviéramos. Así me deportaron, porque soy menor de edad”, relata.
Julio comenta que cruzará de nueva cuenta, aunque en ello arriesgue la vida, porque para él es tener una mejor opción de vida y otra forma para superarse, ya que piensa estudiar y trabajar, algo que en Chiapas no pudo hacer por la falta de dinero.
Jesús tiene la misma edad, pero se ve más inquieto. Es de Acapulco, Guerrero, de donde salió la semana pasada con rumbo a Dallas, en donde un hermano lo esperaría, pero fue detenido a los pocos metros de haber salido del río Bravo.
“En Acapulco no alcanza ya el dinero porque hay mucha delincuencia, por lo que decidí cruzar la frontera para reunirme con un hermano en Dallas”, explica.
Pagó a unos pateros poco más de 200 dólares para atravesar el río, y luego de cruzar lo dejaron a su suerte, por lo que caminó dos días y dos noches por el desierto, hasta que la sed agotó al grupo con el que iba, y se acercó a una carretera para buscar algo para beber, y fue así como agentes de la Patrulla Fronteriza los detectaron y detuvieron.
“No me dio miedo, pero lo voy a intentar de nuevo”, dice decidido.
Aumentan deportaciones
De acuerdo con cifras del sistema DIF en esta ciudad tamaulipeca, en este año suman 200 menores que han sido deportados de diferentes lugares de Estados Unidos, cantidad mayor a la de enero y febrero de 2011, que registró 183 repatriaciones.
Adalia de León García, titular del Centro de Atención a Menores Fronterizos (Camef), mencionó que cada mes son atendidos en ese lugar entre 90 y 110 menores detenidos y expulsados del vecino país.
A diferencia de los menores que son detenidos apenas cruzan la frontera, “otros fueron detenidos por alguna infracción de tránsito, al ser indocumentados, pero lo importante es que al ser deportados se desintegran muchas familias”, explica.
Durante 2008, cuando la crisis económica mundial afectó a Estados Unidos, la cantidad de menores deportados fue la más alta de los últimos cinco años, al haberse registrado mil 733 casos. En 2009 la cantidad bajó a mil 418, para ubicarse en mil 42 en el año 2010, de acuerdo con cifras del Sistema DIF.
Durante los meses de enero y febrero de esos años también muestran una importante baja en la cantidad de menores deportados, con 348 casos en 2008; 267 en 2009; 175 en 2010 y 183 durante esos meses del año pasado.
La mayoría de los menores deportados cruzó el río Bravo por Nuevo Laredo, Tamaulipas, y sus lugares de origen son los mismos de hace cinco años, aunque actualmente son más los que provienen de Zacatecas, Guerrero y Veracruz, ya que casi siempre eran de San Luis Potosí, Querétaro y Guanajuato.
Gastón Monge corresponsal, El Universal, 11 de marzo.

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