Un grito en la Plaza de la Revolución


LA HABANA.— Gritos en coro de “libertad, libertad” se oyeron ayer en la Plaza de la Revolución, histórico símbolo de rebeldía en Cuba, cuando el papa Benedicto XVI caminaba cerca del altar desde el que ofició misa para iniciar su salida de tierras cubanas.
Al final de la misa, con un fondo de cánticos gregorianos y tras un multitudinario acto de poco más de 90 minutos ante las máximas autoridades de Cuba, se escucharon los reclamos de “libertad, libertad”, surgidos en alguna parte de una muchedumbre jubilosa. En el papamóvil, el Santo Padre llegó antes de las 09:00 horas a la tribuna, al pie del monumento a José Martí, apóstol de la independencia, en una plaza dominada por la bandera cubana y cuatro imágenes enormes desplegadas en edificios de gobierno. En hierro, las figuras del guerrillero argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara, asesinado en Bolivia en 1967, y del héroe revolucionario e insurgente cubano Camilo Cienfuegos, fallecido en 1959. La tercera fue una manta gigantesca con la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, en sentido opuesto a un cartel: “Jesús por María”.
En un país cuyo gobierno comunista es acusado de ahogar demandas de libertad con el sistema imperante desde el triunfo de la revolución, en 1959, los gritos pasaron desapercibidos para muchos consultados por EL UNIVERSAL.
Natalia Rosa Más, de 10 años y en primera, dijo que la emoción de ver al Papa “es una bendición para todos los cubanos”.
Su hermana Carla Julia, de 14 y en secundaria, destacó que el Papa estuvo “bendiciendo a nuestro pueblo y dándonos el saludo de la paz y la fraternidad. Aquí se unen todos, creyentes y no creyentes”.
Cándida Dorado, de 66 años y abuela de las menores, mencionó los líos de libertad religiosa en Cuba, por lo que “del Papa esperamos muchas cosas buenas: la apertura a la Iglesia, más amplitud para nosotros los católicos”.
De 22 años, Johnny Williams, estudiante universitario de físico-culturismo, no recuerda la visita del papa Juan Pablo II a Cuba, en 1998, por lo que acudió ayer a la plaza a mostrar “la unidad del pueblo. Para mí es un honor estar aquí”. “Es un baño de espiritualidad para Cuba: nos hace falta mucha paz”, dijo Josefa del Valle, de 73. Yadiel Rodríguez, de 16 y en preuniversitario, dijo que “los presentes apoyamos una vez más a la revolución. Recibir al Papa es muy gratificante”.
José Meléndez enviado, El Universal, 29 de marzo.

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