AMLO descarta quitarle a ricos para darle a pobres

El candidato del Movimiento Progresista a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, presentó ayer su plan de austeridad, mismo que será la base de la reactivación económica, pero “sin quitarle a los ricos para darle a los pobres”.

Antes, en conferencia de prensa, López Obrador dijo que no existe “ninguna relación cómplice” con personajes que protagonizaron los llamados videoescándalos, como René Bejarano y Carlos Ímaz.

A pregunta expresa sobre el tema, López Obrador respondió: “Ya se ha hablado mucho de eso...yo estoy ajeno a eso, yo no establezco relaciones de complicidad”.

Más tarde, entre consentimientos y dudas, Andrés Manuel López Obrador se comprometió ante directivos financieros del país a frenar monopolios y  privatizaciones, pero a la vez a promover la política macroeconómica.

Al participar en un Foro organizado por el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), también garantizó la autonomía del Banco de México y el respeto a concesiones entregadas.

La reunión tuvo facetas opuestas, pues los asistentes respaldaron —incluso con aplausos— su promesa de continuidad macroeconómica, pero cuestionaron de qué ha vivido en los últimos seis años, si ha pagado impuestos y hasta reprocharon su dicho de “al diablo con las instituciones”.

Dijo estar al corriente en el renglón tributario y negó la frase aludida: “Lo que dije fue al diablo con sus instituciones, porque estaban secuestradas”.

En torno a sus ingresos, aclaró que la asociación civil Honestidad Valiente le da 50 mil pesos al mes e invitó a los ejecutivos a financiarla: leyó el número de cuenta y expresó: “con lo que sea su voluntad”, lo que provocó risas y aligeró el ambiente.

El tabasqueño aprovechó el momento para invitarlos a apoyar su candidatura y no apostar por la abstención o el voto en blanco.

Otro pasaje de tensión se dio cuando José Antonio Quesada, presidente del IMEF, señaló: “Preferimos para nuestra Patria la labor de 100 hombres de mediano talento, pero honrados y tenaces, que la aparición de un iluminado, de otro cacique más, del concebido Tlatoani, del hombre que aspira a imponer su voluntad a toda costa por su aspiración última al poder, de alguien corto de miras, como hemos tenido muchos en nuestra historia, alguien estéril que es lo más opuesto a nuestras necesidades”.

Y ante la petición de impulsar reformas estructurales (eléctrica, fiscal, energética, laboral, de seguridad social, etc.), López afirmó que no creer en éstas, porque implican privatizaciones y son impuestas desde el exterior.

“Tengo la obligación de decir la verdad, no dorarle la píldora a nadie ni venir a querer quedar bien con ustedes, que les hable de llevar a cabo reformas estructurales. No creo en eso porque es una agenda impuesta desde fuera”.

Apostó por formular una agenda de desarrollo propia, lo que pareció convencer a algunos.

AUSTERIDAD. Durante la conferencia previa, habló de encabezar un gobierno austero, que combata la corrupción, los gastos superfluos de la burocracia, los privilegios a funcionarios y la parafernalia del poder:

Con esta estrategia aseguró que desde el primer año de gobierno se ahorrarán 600 mil millones de pesos, “que servirán para reactivar la economía, crear empleos y enfrentar la desigualdad… Aumentaremos al doble la inversión pública para que en asociación con la inversión privada se pueda lograr que la economía nacional crezca al 6 por ciento anual y se puedan generar en el sexenio 7 millones de nuevos empleos”.

Por la tarde encabezó un mitin en Fresnillo, Zacatecas.


Daniel Blancas Madrigal, La Crónica, 13 de abril.

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