Peña Nieto se refiere de soslayo a las condiciones de terror que vive Juárez


Ciudad Juárez, Chih., 1º de abril. Crear mecanismos de exención fiscal para impulsar las inversiones y fomentar el empleo, y abrir academias regionales de policía, fue lo que vino a ofrecer Enrique Peña Nieto a ésta, definida hace unos días como la ciudad más peligrosa del mundo. No más. Dos compromisos dos, que enunció, firmó, pidió el voto para realizarlos y, tras hacerlo, se fue.
Aunque la gente abordada al final del mitin –casi toda procedente del corporativismo laboral y de la militancia priísta– se dijo contenta con el mensaje del mexiquense, ciertamente no hubo de parte del candidato mayor reflexión, diagnóstico o propuesta sobre las condiciones de terror que por años han envuelto a esta frontera, con su cuota de miles de vidas.
Habló, sí, de crear un frente nacional contra la violencia, integrado por todos los órdenes de gobierno y donde no importen signos partidistas ni quién se cuelgue la medalla al alcanzarse logros en esta materia.
Mencionó en términos generales lo que –dijo– más lastima aquí y en otras partes del país a las familias, como resultado de la violencia, y que ha generado dolor, tristeza y luto.
Devolver la paz...
De ahí su compromiso (con academias regionales de policía) para devolver a los mexicanos la paz, tranquilidad y libertad que han perdido.
Pero no se escuchó, por ahora, una sola crítica o alusión a la estrategia aplicada en estos cinco años contra la criminalidad; tampoco habló del despliegue de militares en tareas de seguridad ni de hacer justicia a las víctimas del crimen, a los desaparecidos, los secuestrados o las mujeres asesinadas.
Aquí, donde se reunieron unas 4 mil personas en una Plaza Juárez teñida de rojo (gorras, camisetas, carteles y demás propaganda), y donde los candidatos del PRI a los cargos del Congreso local aprovecharon la ocasión para placearse, la oferta fue esa. Y con ella, la otra que se refiere a impulsar el crecimiento económico y la competitividad de Ciudad Juárez mediante un mecanismo fiscal que la privilegia por la vía de las exenciones.
Con el argumento del día inhábil, además de los abanderados del tricolor, como el ex gobernador Patricio Martínez y los aspirantes a las diputaciones, estuvo el gobernador César Duarte, en cuya casa de Parral había desayunado Peña Nieto junto con su esposa, Angélica Rivera, antes de viajar en helicóptero a Guachochi donde, ante unos 5 mil rarámuris, pimas, tepehuanes y guarojíos, el abanderado priísta se comprometió a impulsar un programa social que combata la pobreza alimentaria de 15 millones de mexicanos que actualmente viven en esa condición.
Más de 500 siriames (gobernadores tradicionales) atestiguaron la firma del compromiso del candidato, quien reprochó al gobierno federal no haber atendido la problemática económica y social del país suficientemente en los pasados cinco años, en los que se generaron 12 millones de nuevos pobres –6 (millones) de ellos en pobreza alimentaria–, que los lleva a tener días sin comer. No podemos ser un país moderno cuando hay millones de mexicanos en esas condiciones; por eso me comprometo a poner en marcha un programa especial de cero pobreza y cero hambre.
Peña Nieto recibió de Rosalba Loya, representante de los indígenas, el bastón de mando y la collera, como símbolo de amistad, pero también la exigencia de la mujer rarámuri deconvertir a la sierra en su despacho, que conozca los problemas, los atienda y genere oportunidades de trabajo. No queremos estirar la mano para que nos den despensas ni limosnas; nos hacen ver como inútiles, le dijo.
“Nosotros queremos seguir en nuestros bosques, en la barranca, no como esclavos en las banquetas de la ciudad pidiendo korima (limosna). Queremos trabajo y respeto a nuestra naturaleza, que no sigan depredando la sierra, que respeten nuestra cultura y modo de vida, y limpien las instituciones que ahora están corrompidas y las adapten a los nuevos tiempos”, exigió.
En respuesta, Peña Nieto sostuvo que las regiones indígenas del país requieren de trabajo bien remunerado y oportunidades laborales, no dádivas, para lo que es indispensable retomar el crecimiento económico del país, que se ha rezagado en los casi 12 años de gobiernos del PAN.
Toda la estructura de los grupos de caciques y empresarios que durante años han explotado al riqueza de la sierra Tarahumara, se movilizó para concentrar a indígenas de los municipios más apartados, quienes llegaron desde temprana hora transportados en camionetas particulares, camiones de carga y autobuses. Esperaron más de tres horas bajo un sol abrasador para escuchar al mexiquense, y todos recibieron la instrucción en rarámuri de que Peña Nieto es “arejuco” (el bueno) para votar el primero de julio.
Por la tarde, el candidato priísta –según trascendió– se reunió con el arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda Weckmann, y los cinco obispos católicos de la entidad.
Rosa Elvira Vargas y Miroslava Breach, La Jornada, 2 de abril.

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