A Hugo Chávez se le agota el tiempo


BUENOS AIRES.— Dice el humor popular venezolano, que no es poco, que el presidente Hugo Chávez realiza visitas de Estado. Pero en vez de que sea a algún país del extranjero, lo hace a la propia Venezuela. Desde el martes en la noche, cuando regresó a La Habana para seguir con su tratamiento de quimioterapia, contabilizó 10 viajes entre Caracas y la isla.
Llega, está unos días, lanza la acostumbrada diatriba antiimperialista, hace una anuncio rimbombante como el de abandonar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y marcha, dejando a su paso una estela de rumores que tienen en vilo a la población. El tenor del mal que aqueja al presidente Chávez varía según la fuente.
Las versiones se magnifican en las calles, según los reportes que llegan desde la capital venezolana, y el periodista Nelson Bocaranda mantiene Twitter al rojo vivo con sus run-runes, la columna desde la que oficia de vocero presidencial no autorizado, dando cuenta del estado de salud de Chávez.
Sólo en Cuba tiene el presidente garantizada cierta privacidad en su tratamiento y la seguridad de que su parte médico no trascenderá más allá de la mesa del ex presidente Fidel Castro y un grupo de notables, entre los que se encuentra el canciller Nicolás Maduro, uno de los hombres que pugna, desde la cercanía cada día más estrecha del presidente, por el lugar de la sucesión. Lo cierto es que, mientras en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) los reacomodos van y vienen a la espera de novedades, el tiempo pasa y juega en contra del mandatario.
No porque se vea amenazado en las encuestas, donde sigue manteniendo una considerables diferencia de más de 18 puntos sobre el candidato de la oposición, Henrique Capriles, sino porque debe definir si finalmente el cáncer le permitirá ser candidato en busca del poder vitalicio, o si delega la candidatura en uno de sus hombres, a quien debe designar antes del 15 de junio próximo, fecha límite para la inscripción de las candidaturas en el Consejo Nacional Electoral.
Capriles sigue adelante con su campaña como si nada, consolidando el voto opositor pero sin lograr permear en los sectores chavistas, según el consultor Oscar Schemel, a pesar del descontento social por una inflación que desde fines de 2010 trepó en casi 100% y las carencias de alimentos en los supermercados que ya se convirtieron en un clásico de los días del chavismo en el poder.
Y esa aparece como la mejor imagen de que todo depende de lo que pase con Chávez. Si se cura y es candidato, si se postula aun enfermo, como asegura hasta ahora, o si abandona el camino electoral y delega la candidatura, para que la campaña comience a tomar otro color.
“El país sigue a la espera de que el presidente o el gobierno diga que tan grave está el primer magistrado. De mientras las cosas pasan y un ex juez va a la DEA a denunciar lazos con narcotraficantes y se observan movimientos raros en las Fuerzas Armadas. O sea más incertidumbre”, sostiene el analista Teodoro Petkoff.
Eladio Aponte Aponte es el juez al que se refiere Petkoff. Era un juez de tribunal Superior de Justicia que llegó a EU de la mano de la DEA y denunció a varios militares y funcionarios de contactos con el narco y acusó a varios magistrados de “estar en connivencia con el Ejecutivo”. Sus denuncias podrían provocar urticaria en la opinión pública y preocupación en el poder. Pero a la distancia unos y otros hacen de cuenta que no existieron, porque “la salud de Chávez y la proximidad de las elecciones es el tema que atrapa a la opinión pública”, sostiene el analista Carlos Blanco.
No faltan en Venezuela voces responsables que temen por la ausencia de Chávez en el escenario político. Sobran los que hablan de la posibilidad de un futuro gobierno cívico militar, si se produce su ausencia. Todas son especulaciones por ahora. Lo único cierto es que al presidente se le agota el tiempo para adoptar una definición que marcará su futuro y el del país.
José Vales corresponsal, El Universal, 7 de mayo.

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