Una mecha prendida en escena electoral

La "suavicrema" parece un hormiguero. Desde allí emergen cientos, miles de jóvenes que acuden al llamado de la #MarchaYoSoy132, convocada por estudiantes universitarios para exigir unos medios democráticos.

Los organizadores, chicos y chicas vestidos de negro y con una cinta amarilla en el hombro, tratan de mantener a raya a los militantes partidistas.

Diana Puga, del ITAM, reconviene a un activista del SME que llevó una pancarta con una frase que el escritor Carlos Fuentes dijo sobre Peña tras su traspié en la FIL.

Su esfuerzo es inútil. Los primeros gritos que prenden a los chavos son "Elba Esther, Elba Esther, tu también vas a caer" y "el que no brinque es Peña", que también cimbró la plaza de Tlatelolco durante el mitin de Andrés Manuel López Obrador el lunes pasado.

Los organizadores de la marcha no buscan atacar a partidos ni candidatos, pero reconocen que algo se prendió.

"Hay una mecha prendida, hay una euforia. Todos tenemos claro que hay que derribar esta corrupción en los medios y la información", afirma Janine González, una de las organizadoras.

"Estamos luchando contra la imposición de un candidato y queremos generar un voto informado".

Los temas de las cartulinas y mantas, así como las porras, reflejan un antipriismo profundo.

Dibujos con copetes tachados, con Peña Nieto usando el vestido de la edecán del debate y en vez de los senos al aire un logotipo de televisora.

"Aquí se ve, aquí se ve, que Peña Nieto Presidente no va a ser" o "México sin PRI" son dos de las frases que miles repiten brincando sobre Reforma, afuera de las oficinas de Televisa Chapultepec, sobre Eje Central, en el Zócalo.

Entre los estudiantes los hay de todas las universidades, los del Poli son los más ruidosos, la UNAM lleva a los grupos más numerosos y hasta estudiantes de la Universidad Panamericana, alma mater del candidato priista, quienes llevan una cartulina que dice "Peña Nieto, ni en tu casa te quieren. Atte. UP".

"En este país hay mucha gente enojada", concluye Antonio Attolini, estudiante del ITAM.

Uno de los brazos de la marcha concluye en el Zócalo capitalino, debajo del asta monumental. Allí unos centenares de jóvenes se sientan para sostener una improvisada asamblea. Con dos megáfonos se turnan para hablar, proponen llevar al movimiento más allá de la euforia colectiva, crear comités universitarios, redactar textos con propuestas, críticas, posicionamientos.

Todo urge, pareciera que el tiempo es su enemigo.


David Estrada, Reforma, 24 de mayo.

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