...Y lo persiguen las protestas

QUERÉTARO.- El priista Enrique Peña Nieto encabezó ayer en esta ciudad un mitin marcado por las manifestaciones de protesta y la irrupción de jóvenes inconformes, a quienes acusó de movilizarse sólo para buscar el enfrentamiento.

El acto masivo en esta ciudad fue anunciado desde el pasado 18 de mayo, pero catalogado como un encuentro con jóvenes provenientes de todo el País.

Tras conocerse la convocatoria de estudiantes, a través de las redes sociales, para movilizarse en contra del mexiquense, sus colaboradores modificaron y lo transformaron en una "reunión con estructuras".

"El cambio obedeció al riesgo de que algo se saliera de control", relató un integrante de la dirigencia nacional del PRI, quien explicó que apenas el miércoles dieron aviso para frenar la contratación de camiones.

Pese al cambio de señales, hasta el lugar arribaron jóvenes priistas movilizados desde los estados de México, Hidalgo, Nuevo León y San Luis Potosí, que se mezclaron con simpatizantes de colonias populares de esta capital y municipios vecinos.

Peña Nieto arribó al lugar con 15 minutos de retraso, saludó a sus simpatizantes y llegó al templete sin problemas.

Afuera unos mil jóvenes, de acuerdo con reportes de las autoridades policiacas locales, se congregaban tras atender el llamado en las redes sociales, y posteriormente se dirigieron a la puerta sur del Estadio Municipal.

Pese a haber sido advertidos de que se trataba de una marcha pacífica, varios de los jóvenes que se acercaron al mitin del tricolor gritaban: "¡Queremos entrar, queremos entrar!". En eso estaban cuando un pequeño grupo de ellos se coló al estadio; sus compañeros los ovacionaban. Estaban felices.

De esa avanzada, apenas unos tres lograron hacerse presentes al interior, mientras el primer orador pronunciaba su discurso.

Primero, un joven que portaba la máscara de Carlos Salinas de Gortari trepó por una barda para desplegar una manta: "Atenco no se olvida". Casi de manera paralela, dos más se colocaron en los extremos del sillerío para levantar cartulinas con la leyenda "No te queremos EPN".

Una de ellas era Valeria Martínez, estudiante de la Universidad Autónoma de Querétaro, quien logró subirse en una silla y expresar su inconformidad.

Vino entonces el momento de mayor tensión, cuando un simpatizante peñista le arrancó la cartulina y un grupo de mujeres intentó, sin éxito, sacar a la joven a empujones.

Justo en ese momento, el coordinador de la campaña, Luis Videgaray, subió presuroso al templete para darle un informe al candidato.

Acto seguido, Peña Nieto tomó el micrófono para pronunciar un discurso en el que denunció abiertamente que quienes están en contra de su proyecto sólo buscan la provocación y hasta el enfrentamiento físico.

"Pero yo les pido a quienes siguen este proyecto, no caigamos a la provocación.

No demos espacio a quienes vienen al encuentro, como éste, que quieren enfrentarse con quienes están aquí respaldando el proyecto", dijo.

"Dejemos que se expresen libremente, no caigamos en lo que pareciera vinieran a buscar: vinieran a buscar enfrentamiento; vinieran a propiciar que, en medio de este espacio de apoyo al proyecto que encabezo, pudiera ser objeto de jaloneos, de empujones. Eso no podemos propiciarlo".

El candidato no sólo se lanzó en contra de sus críticos, sino que les exigió que respeten a quienes apoyan su candidatura presidencial, asimismo llamó a sus partidarios a cerrar filas ante la descalificación y los señalamientos.

Para entonces, algunos de los priistas movilizados ya se enfilaban hacia sus autobuses.

Peña Nieto abandonó el estadio en un convoy de vehículos blindados que lograron evadir a los jóvenes inconformes, quienes cercaron una "camioneta señuelo" preparada por el equipo de seguridad justo para garantizar la salida del candidato.

Era una suburban gris con los vidrios polarizados y placas del Edomex. Los jóvenes, que eran cientos, se hicieron uno y rodearon el vehículo; mientras crecían los gritos de "asesino" y "delincuente" contra Peña Nieto. Pero el candidato no iba en ella. el saldo: dos vidrios rotos del vehículo y el enojo de los jóvenes.

Los seguidores priistas vieron la acción de los antipeñistas y entonces sí se encendió la competencia de mentadas, de insultos y de porras que marcaron la primera visita de Peña Nieto al Estado. Al final no cayeron en provocaciones, sólo soltaron mentadas.

Tras lo ocurrido, el abanderado priista concluyó su día con una reunión nocturna en su "cuarto de guerra".


Claudia Guerrero y Fernando Paniagua, enviada y corresponsal, Reforma, 25 de mayo.

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