Como un suspiro

Cuando el priista Enrique Peña Nieto saltó a la cancha del Estadio Azteca a las 11:21 horas para su acto de cierre de campaña, en los túneles aún ingresaban algunos de sus simpatizantes, y en las gradas y a nivel de cancha aún había huecos.

Incluso, hubo quienes lograron extender sus mantas en los asientos que quedaron vacíos en las tribunas.

Fue el mismo escenario que en 2006 eligió Felipe Calderón para su "megacierre" y que, de acuerdo con los organizadores de entonces, recibió a 125 mil simpatizantes.

Ayer el PRI reportó oficialmente la asistencia de 120 mil personas, aunque los administradores del Estadio Azteca informaron al partido, de acuerdo con fuentes de éste, que hubo 83 mil personas en gradas y 20 mil en cancha, 103 mil simpatizantes en total.

El abanderado del PRI-PVEM salió por el túnel principal -el mismo que recorren los jugadores de fútbol- y comenzó a saludar a los invitados que estaban a nivel de cancha. Iba con su esposa Angélica Rivera.

Se dejó apapachar sólo 8 minutos por sus seguidores, muchos de ellos petroleros, croquistas y cenecistas... cuando en sus mítines invierte hasta 40 minutos para ese fin.

Animados por las imágenes que se proyectaban en las dos pantallas gigantes del estadio, y las cuatro que se colocaron en la cancha, los asistentes comenzaron a gritar: "¡Peña Presidente!" y "¡Sí se puede, sí se puede!".

Peña Nieto comenzó su discurso media hora antes de lo previsto.

"Se adelantó por la consideración que el candidato tiene a la espera de la gente, hubo gente que llegó aquí a las 7 de la mañana, el candidato estaba muy preocupado por eso", comentó el diputado federal y vicecoordinador de la campaña, Jorge Carlos Ramírez Marín.

El sonido hacía eco, de modo que el mensaje no fue perceptible para todos, sobre todo en las gradas.

Ajenos al discurso, cientos de los asistentes armaron su propia fiesta: organizaron la ola, lanzaron porras, levantaron sus banderines y se dedicaron a comer sopas instantáneas, tortas y tacos de canasta.

El discurso ni siquiera fue nítido en el área de invitados especiales, ubicada frente al escenario y donde se encontraban gobernadores y ex mandatarios priistas, líderes del tricolor y candidatos a puestos de elección popular.

A las 9:37 horas, cuando la Banda El Recodo comenzó su presentación en un escenario secundario, la gente lanzó un silbido generalizado debido al rebote del sonido.

Más tarde pocos repararon en que los sinaloenses tocaron "La Culebra", aquella canción que se escuchaba a todo volumen en Lomas Taurinas, Tijuana, cuando en 1994 le dispararon a Luis Donaldo Colosio.

En su discurso de 25 minutos, Peña Nieto enlistó sus compromisos, llamó a dejar atrás la vieja política y auguró un triunfo inobjetable. Fue despedido con el "Cielito Lindo" y una lluvia de papelitos tricolores.

Tan pronto comenzaron a sonar por enésima vez los jingles de la campaña, los miles de asistentes comenzaron a abandonar el estadio y a buscar sus camiones. Las gradas se vaciaron en media hora.

"Es un cierre histórico, aquí abajo (en la cancha) nos rebasó por mucho, habíamos calculado 20 mil personas aquí abajo y yo creo que tuvimos el doble, todos los pasillos llenos", calificó Ramírez Marín.

Además de 17 gobernadores priistas, se dieron cita los coordinadores parlamentarios Francisco Rojas y Manlio Fabio Beltrones, y los ex candidatos presidenciales del PRI y el Panal, Francisco Labastida y Roberto Campa.

También estuvieron sus aliados la ex perredista Rosario Robles y el ex panista Manuel Espino, quien como presidente del PAN asistió al cierre de Calderón en 2006. "Me siento muy extraño, afortunadamente vengo acompañando al candidato sin cambiar de ideología y sin cambiar de partido", declaró Espino.

 
ECHAN LA CASA
 
El partido no escatimó en la producción y logística del evento, dispuso de 4 pantallas gigantes, 7 cámaras fijas, 3 de grúa y 1 de rieles.

Contrató una hora y media a la Banda el Recodo, instaló vallas y bocinas, y absorbió los gastos tanto de acomodadores como de elementos de seguridad.

También colocó 20 mil sillas a nivel de cancha y repartió miles de camisetas, sombreros, paraguas, banderas, pulseras y hasta "máscaras" de Peña Nieto.

- ¿Cuánto costó este cierre de campaña?, se le preguntó a Ramírez Marín al término del evento.

"Mucho dinero", respondió.

Pese al acarreo y la inversión, los invitados salieron del estadio sin haber apreciado el discurso... casi como un suspiro.


Antonio Baranda, Reforma, 25 de junio.

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