Cambios en Cuba son un “mero disfraz”


SAN JOSÉ.— ¿Qué hay detrás de la nueva política migratoria de Cuba de aflojar las restricciones de entrada y salida del país para los cubanos y de favorecer hasta a los médicos y deportistas desertores con un regreso regulado a su tierra natal? ¿Está La Habana limpiando la mesa para preparar el terreno de una eventual negociación con Estados Unidos, que en 1962 le impuso un embargo total?
El temor de que nuevas oleadas de cubanos lleguen a las costas estadounidenses por motivos políticos y económicos, como las ocurridas en varias ocasiones desde el triunfo de la revolución en 1959, inquieta a Washington, sin nexos diplomáticos con La Habana desde hace más de 50 años.
El régimen “quiere sacar un poco de presión a la olla”, dijo el opositor cubano Dagoberto Valdés, director de Convivencia, revista (no estatal) sobre Cuba en un sitio de internet de España. “Es una válvula de escape para inconformes. Hay una especie de plebiscito con los pies, en las colas que se hacen frente a las embajadas ahora y después del 14 de enero (de 2013) preveo que serán mucho más numerosas”, añadió Valdés.
Cuba anunció la semana anterior que aunque a partir del 14 enero de 2013 mantendrá restricción a su personal estratégico, eliminará dos requisitos: el permiso de viaje al exterior —vigente desde el decenio de 1960— y el de la carta de invitación. Sólo se necesitará presentar pasaporte actualizado y visa del país de destino. Los viajes de opositores quedan sujetos a factores de seguridad.
Cuba informó antenoche que autorizará visitas temporales de emigrantes ilegales, como médicos y deportistas que desertaron en el exterior en la década de 1990.
Entrevistado vía telefónica por EL UNIVERSAL, Valdés adujo desde la isla que “había un reclamo de la sociedad civil para que Cuba se modernizara” y subrayó que era el único país, aparte de Corea del Norte, con una ley migratoria restrictiva.
“Se pudiera provocar una especie de éxodo masivo pero disperso, porque ya no es un puerto, ni es el malecón en balsas hacia Estados Unidos: ahora son todas las embajadas en La Habana las que pudieran tener largas filas frente a ellas pidiendo la visa”, alertó.
Pero la disidente Berta Soler, vocera de Las Damas de Blanco, organización de parientes de presos políticos cubanos, advirtió: “No hay cambio ninguno, es el mismo perro con diferente collar”.
En entrevista telefónica, Soler declaró desde La Habana a este diario que “cuando la parte migratoria deje de ser politizada, entonces sí vamos a decir que hay cambios”.
“Estoy pidiendo a la Unión Europea que nos invite de nuevo a las Damas de Blanco a ir a recoger (a Estrasburgo, Francia) el Premio Sajarov que lo tenemos desde 2005, para que se vea que el gobierno cubano no nos deja salir”, alegó la líder disidente.
José Meléndez corresponsal, El Universal, 26 de octubre.

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