“¿Quién y cómo me pagarán los 5 años de encierro?”, cuestiona el mazahua Hugo Sánchez, tras ser liberado; fue acusado y sentenciado injustamente

¿Quién y cómo me pagarán los cinco años de encierro?, pregunta Hugo Sánchez tras su regreso de la Basílica de Guadalupe, donde casi al amanecer acudió a agradecer su libertad.

Al fin Hugo, de origen mazahua, pudo salir del de Santiaguito, en el  de México, la noche del pasado lunes, cinco días después de que la Suprema Corte de concluyera que había sido condenado a 37 años y seis meses de prisión por secuestro, con  en pruebas falsas y amañadas.

Luego de un desayuno garnachero con sus, don Antonio y doña Rosalba, ya con el semblante más sereno, lo esperaban algunos familiares con un poco de  roja, tortillas hechas a mano y dulce de camote, sabores que acompañan la charla con Crónica.

Sus padres le obsequiaron un suéter con alusiones mazahuas, y así se presenta en la sede del  de  Miguel Agustín Pro-Juárez, única instancia que respaldó su batalla legal…  Completa el atuendo con una gorra con el escudo de la escudería Ferrari.

Cuenta que cuando sus amigos se enteraron de su liberación, sólo le pidieron una cosa: “Diles a todos lo que es la cárcel, diles que sólo hay pobres, háblales de la corrupción, de la discriminación”.

—¿Y qué es la cárcel? —se le pregunta.

—Es estar muerto en vida, para la gente que lleva el mando eres una basura, un cero a la izquierda, por eso pido a las autoridades que hagan bien su trabajo, que investiguen antes de meter a inocentes, que no le imputen delitos a jóvenes ni a los indígenas por dinero o por puestos más altos, que ya no piensen que con un perdón pueden borrar las injusticias.

Dice enojado que, al menos ahí en Santiaguito, en su opinión la mayoría de los  presos son inocentes y los verdaderos criminales están libres,” porque compraron a policías, ministerios públicos y jueces”.

“Vi llegar a mucha gente culpable que se iba a los ocho o quince días, porque tenía dinero y sobornaba al juez, pero nosotros como no tenemos dinero, ¿qué decía el juez? Aunque seas inocente te dejo en la cárcel… Y echaba años como echar confeti. La justicia está muy mal”.

Según el expediente, a Hugo —entonces de 19 años— lo detuvieron en 2007 sólo por su actitud sospechosa; después le sembraron armas en el taxi que conducía y le montaron fotografías con la leyenda: secuestrador.

No aprueba del todo que se diga que las prisiones son escuelas del crimen, “porque depende de los valores de las personas: quien desea hacerse criminal, ahí tendrá maestros, pero quien lucha por seguir el paso derecho, también lo puede lograr. No por estar cinco años ahí soy delincuente, al contrario, aprendí a valorar aún más a mis padres y amigos”.

—¿Piensas que para esta cadena de abusos afectó tu condición indígena?

—Muchos de los inocentes son indígenas, no tienen quién les ayude, no saben de leyes, ni siquiera leer y por eso les avientan 40 y 50 años y todo queda así, como si nada… Las autoridades se burlaban de mi: algunas por mi origen, otras porque decían que yo no era indígena, porque hablaba español y había ido a la escuela, piensan que los indígenas deben andar descalzos, sin saber hablar, pero se equivocan: también podemos salir adelante, ir a la escuela y superarnos. Yo pienso que puedo ser mejor que las personas que me retuvieron en la cárcel.

Lo que más ansía ahora es dormir en casa, en su cama, junto a las vírgenes de madera que esculpió en prisión. Y saborear los nopales y papas con charales que doña Rosalba le ha prometido; el menú de bienvenida.

Hugo ha proyectado estudiar una carrera técnica y graduarse como ingeniero agrónomo, además de colaborar en el invernadero de jitomate montado por sus papás durante la ausencia.

“Me duele la injusticia que viví, luego me llega el enojo, pero sé que mi vida no debe estancarse, porque es como si hubiera vuelto a nacer: quiero darle a mi familia los abrazos que no les di en cinco años que me robaron y quiero ser alguien importante, en esta mi nueva vida no habrá barreras imposibles…”.

Daniel Blancas Madrigal, La Crónica, 24 de octubre.

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