Twitter también tiene "zona roja"


La tuitosfera, como toda gran metrópoli, también posee una zona roja. Producto de los límites tan difusos entre las barreras del ciberespacio y de los escasos límites legales en todo el mundo a la red de redes, a la sombra de las redes sociales, en específico Twitter, la comunidad de personas en busca de intercambio sexual, físico o virtual, crece a la par de los usuarios de la red.
En Twitter, la zona roja se delimita por cuentas de usuarios, hashtags y fotografías; contrario a lo que sucede en las zonas rojas de las grandes ciudades, no hay forma de conocer fácilmente el paradero y la fuente de los involucrados en este intercambio.
Las prácticas sexuales en Twitter incluyen el libre intercambio de fotografías, desde desnudos completos hasta tomas cerradas de senos y órganos sexuales masculinos y femeninos y actos explícitos.
Este intercambio en redes sociales pudiera parecer una derivación del sexting, práctica que comenzó a popularizarse en 2005 en Estados Unidos e Inglaterra que inició con el envío de mensajes de texto eróticos a través de teléfonos celulares y que se potenció cuando éstos permitieron el intercambio de imágenes a través de SMS.
En el caso de Twitter se ha popularizado una serie de hashtags y quienes se unen a este intercambio de imágenes, suben fotografías de ellos o sus parejas de acuerdo al día de la semana o el tema que en el momento esté de moda. Por ejemplo, algunos de los más populares son: #LunesdeEspejo, en el que se comparten imágenes de fotografías tomadas frente a algún espejo, #MartesdeTetas; #MiercolesdeNalgas; #JuevesdePiernas y #ViernesSinTanga con el que se muestran imágenes de órganos sexuales femeninos.
Estos hashtags son usados frecuentemente por cuentas que fomentan el intercambio de imágenes y que, de acuerdo a los mensajes publicados y a la información de los perfiles de las cuentas, se localizan en México y enAmérica Latina.
Otro de los límites de esta zona roja se lleva a cabo gracias a los zing que no son otra cosa que los nombres de los usuarios o hashtags a quienes se dirige la imagen escritos en un papel o sobre la piel misma de quien envía la foto. Lo anterior, debido a que la mayoría de los usuarios que participan en este intercambio, lo hacen conseudónimos y usuarios con nombres inspirados en términos sexuales que son difundidos por cuentas con gran número de seguidores que se dedican al retuiteo.
Durante la investigación se detectaron cuentas como @LasMadrinas, @AhijadasSexys, @tetasyalgomas, @lindas_nenas que al ser mencionadas en un mensaje o en un zing difunden a sus seguidores las imágenes recibidas, con ello se tiene un catálogo en línea de usuarios que disfrutan del intercambio de imágenes.
ESPEJO VIRTUAL
De acuerdo con Octavio Islas y Fernando Gutiérrez, catedráticos e investigadores del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, este fenómeno responde a lo que ya se vive en la sociedad mexicana e incluso latinoamericana.
“Lo que ocurre con las redes sociales es que son un espejo virtual de quiénes somos y la sociedad que hemos formado, si reparamos que la prioridad no ha sido la alfabetización digital, el uso de las redes sociales refleja el mismo comportamiento que en las calles pueden tener las personas”, señala Islas.
Por su parte, Fernando Gutiérrez identifica que las personas que ya se encontraban enganchadas en este tipo de prácticas en el mundo real, tienen en las redes sociales la posibilidad de mejorar los procesos de intercambio.
“Las personas asiduas a este tipo de actividades utilizan estas herramientas para el intercambio; en algunos casos consciente a través de la publicación de ligas y contenido y otras veces inconsciente, ya que entran autenticados (es decir, utilizan sus cuentas de Twitter y/o Facebook para suscribirse a algún servicio de difusión de contenido sexual) y automáticamente el sitio envía a los seguidores de este usuario, las ligas o imágenes que visita o ve”.
Ambos investigadores coinciden en el hecho de que este intercambio no resulta ni tan libre ni tan privado, pues la industria pornográfica ha logrado insertarse en el mercado de las redes sociales, por lo que, incluso el intercambio amateur puede estar vinculado, aun sin saberlo, a estas redes ilícitas. “En las redes sociales no faltó el ingenio y la creatividad de determinados grupos, de pornógrafos e incluso pederastas que entendieron, en términos del bajo costo de producción y las altas ganancias que se generan, que podían presentar sus propios relatos de la realidad capaces de captar a una serie de personas y desarrollar vida en grupo para estas actividades”, indica Octavio Islas.
SEXO EN LA RED
El uso para fines eróticos de las redes sociales no debería sorprender a nadie; desde la masificación de internet, la proliferación de contenido sexual de todo tipo ha sido común y se ha adecuado al avance de la tecnología.
De acuerdo con una investigación (2010) por la compañía de seguridad y protección de datos en internet, Optenet (que ofrece servicios a gigantes de las telecomunicaciones como Orange, Telefónica o Vodafone), 37% de los contenidos en la red eran de carácter pornográfico. El estudio se llevó a cabo con el análisis del contenido de cuatro millones de diferentes URL o direcciones de sitios web que se eligieron de manera aleatoria; el porcentaje obtenido para la pornografía fue el más alto y supera a otros usos de internet como las compras y viajes.
En el caso de las redes sociales, uno de sus indicadores de mayor éxito es el compartir información, los contenidos de índole sexual son también los más compartidos por los usuarios, así lo identificó en 2011, Dan Zarrella, investigador de medios sociales y de marketing virtual. Estudió el tipo de enlaces que la gente compartía a partir de lo que publicaban algunas agencias de noticias en Facebook, la red social más grande del planeta, y el resultado fue que 9 de cada 10 enlaces que la gente compartió, correspondían a información que tenía que ver con sexo.
En el caso de Twitter, además de los contenidos que pueden ser retuiteados por un usuario, la industria pornográfica a través de casas productoras e incluso de pornstars utiliza cuentas en esta red social para la difusión de sus contenidos e incluso para que los actores del porno se mantengan en contacto con sus fanáticos.
“WEINERGATE”, CASO RELEVANTE
Las cifras anteriores demuestran que, definitivamente, internet y en específico, las redes sociales, se han convertido en un espacio de intercambio de contenido sexual que puede llegar sin restricciones a cualquiera con la posibilidad de abrir una cuenta, es decir, cualquiera que cuente con correo electrónico.
Esta democratización del espacio en redes sociales promueve la popularización del contenido llamado amateur, es decir, que personas comunes y corrientes, sin vínculos económicos o de otra índole con la industria del porno puedan compartir sus contenidos sexuales en la red. Para ello, Twitter es un espacio que permite compartir de manera sencilla imágenes, videos y mensajes de alto contenido erótico entre personas con cuentas en las que ni siquiera tiene que aparecer algún indicio de sus personalidades reales.
El peligro ocurre cuando se hace a través de una cuenta personal, sobre todo si se es una personalidad política, tal cual le sucedió al congresista estadounidense Anthony Weiner en mayo de 2011, cuando en su cuenta deTwitter subió la imagen de su pene erecto cubierto por una trusa a través del servicio de alojamiento de imágenes para el microblog, Yfrog. El mensaje iba dirigido a la cuenta Cordova, una joven de 21 años, seguidora de él.
La imagen fue interceptada y dada a conocer a través del blog del columnista Andrew Breitbart, famoso por formar parte del equipo que puso en la red el diario digital The Huffington Post. Al principio del escándalo, Weiner negó que la imagen fuera suya, pero se descubrió que el congresista mantuvo prácticas de sexting con al menos seis mujeres de 2008 a 2011.
DELIMITACIÓN Y SEGURIDAD
En las zonas rojas de las grandes ciudades, la policía y la comunidad sabían exactamente cuáles eran los límites geográficos del intercambio sexual, en el caso de la red, la ausencia de territorio genera que ésta se pueda filtrar, incluso a cuentas y sitios con restricción de edad.
Para Fernando Gutiérrez el gran problema de este tipo de contenidos, es que, al ser tan confusas las regulaciones internacionales sobre la red, los usuarios pueden incurrir en delitos sin siquiera saberlo. “Existe un gran problema ligado al material pornográfico, el usuario no conoce las normativas de algunas regiones o países, él puede entrar a un sitio con material pornográfico sin darse cuenta que dentro del contenido se encuentra material de sexo explícito con menores, lo que es ilegal y de acuerdo a regulaciones internacionales, lo haría cómplice de este tipo de delitos”.
Las recomendaciones para evitar caer en este tipo de peligros es identificar quién está detrás de estos intercambios, aun cuando se trate de redes exclusivas para adultos y de esta manera participar en un clima de certidumbre y confianza de que se trata de un sitio regulado y que no incurre en delitos como la pederastia.
El problema de la seguridad no sólo tiene que ver con la exposición de la propia intimidad, sino con el hecho de que a través de este intercambio de imágenes o ligas a otros sitios se distribuye software espía o virus que terminan por vulnerar la seguridad informática del usuario.
Para Islas, “regular es el arma de los autoritarios, de la gente que quiere castigar en las redes sociales, que no valora la enorme cantidad de información que hay en internet”, expresa. Habría que replantear transformaciones a nivel educativo y de la labor de la Policía Cibernética, dice.
Una alfabetización digital que involucre a la sexualidad, que se genera una cibercultura para hacer mejores usuario s de la red ya que, concluye, “actualmente no se les ofrece nada en oposición a esta pornografía desatada”.
Sin embargo, más allá del juego es importante que los usuarios reconozcan que se encuentran también entre los límites de lo legalmente permitido y que, sin quererlo podrían no sólo estar cerca de vulnerar su propia seguridad informática sino de ser cómplices de las redes de industrias dedicadas a la pornografía y pederastia que ya invadieron la tuitosfera.
Rafael Robledo. El Universal, 21 de octubre.

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