Vivienda, una deuda pendiente


CARACAS.— En pleno centro de Caracas, a pocas cuadras del Palacio de Miraflores, se erigen dos torres de 45 pisos que los capitalinos conocen como la Torre de David o la Torre Confinzansas. Iba a ser sede de uno de los principales bancos del país y de otras empresas, pero la institución cayó en la quiebra y el predio fue tomado por cientos de familias que, desesperadas, buscaban dónde vivir.
El 8 de agosto, en su programa “¡Aló presidente!”, Hugo Chávez dijo que se acababa de enterar de que esa torre, que paradójicamente viene de ganar un premio en la Bienal de Venecia “por ser reutilizada”, estaba invadida.
Lo supo de boca de Katiuska Botello, quien contó que desde hace tres años vive allí porque “mi casa se cayó”. No es la única. En la torre habitan más de 3 mil personas en condiciones de hacinamiento e inseguridad, en lo que es apenas una muestra del déficit habitacional que caracterizó a estos 14 años de chavismo. Y justo el tema de la vivienda, junto con el de la violencia, fue uno de los más debatidos en esta campaña.
Consciente del problema, Chávez reactivó “la gran misión vivienda”, por la cual “vamos a construir 3.6 millones de viviendas hasta el 2019, para que ningún venezolano esté sin techo”. Una promesa que ya formuló en 2006 y cada vez que hay una inundación o deslave.
En la Torre de David habitan 600 familias refugiadas desde la inundación de diciembre de 2010. Son asistidas por el Estado y viven bajo un férreo control militar. “Para entrar aquí debe pedir autorización en el Ministerio de Comercio”, explica un mayor, impidiendo el paso. “Desde el 2010 esperamos un título para una casa. Algunos ya tenemos un papel que no es un título, y nos lo entregaron en un acto, pero aún estamos aquí con nuestras familias”, explica Rosa María, una de las damnificadas.
La periodista Angélica Lugo, de El Nacional, documentó que muchos refugiados son instruidos para votar, “pero por Chávez”.
Amarelis, infaltable playera y cachucha chavista, lleva cinco años en la Torre de David, “muy contenta, porque nadie nos expulsa de aquí. Al menos si gana mi presidente”.
Las torres de David quedaron en el centro del escándalo al revelarse que de allí salió la llamada para pedir rescate por la liberación del agregado comercial de la embajada de Costa Rica, Guillermo Cholele, en abril, cuando fue secuestrado.
Los vecinos de la zona denuncian que allí proliferan el tráfico de drogas y la prostitución. Y es, junto al resto de los refugios y edificios tomados, la cara visible de una política habitacional que en 13 años sólo construyó 284 mil viviendas, cuando según la Cámara de la Construcción se requiere levantar 130 mil casas por año.
En estos días se han apurado las obras de edificios por la Avenida Libertador y en el Parque Central, fruto de la campaña. Pero la realidad de la Torre de David se reproduce en el edificio El Chorro y en otros lugares de Caracas, como postales de la revolución bolivariana.
José Vales enviado, El Universal, 6 de octubre.

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