'Yo trabajé con outsourcing'

En cuanto miró a la camioneta blanca, a punto de cruzar el cerco del Senado, la señora Gabriela Hernández se arrojó bajo el vehículo y se abrazó a la llanta. Sólo sus piernas asomaban bajo la carrocería.

El chofer de la Jeep, empleado de la Secretaría de Gobernación, alcanzó a frenar cuando vio a la mujer acercarse y sólo se asomó para pedirle prudencia, él no era legislador, no votaba, no tenía nada que ver, sólo quería entrar a su trabajo. Desistió. La mujer no se movería de ahí.

Por segunda ocasión, opositores a la reforma laboral intentaron cercar los accesos del Senado, pero otra vez fueron madrugados por policías que llegaron temprano a cuidar las entradas. Les quedaba interponerse entre los autos para que no avanzaran, aunque fuera acostados en el asfalto. Así, como Gabriela, de 46 años, desempleada y madre soltera de dos.

"No quiero que mis hijos sean esclavos. Yo trabajé con 'outsourcing', no tenía seguro, ni prestaciones, ni vacaciones, nada. Y yo no quiero que mis hijos vivan eso", dijo asomando la cabeza por un lado de la llanta, ya desaliñada y sucia de aceite.

Un par de mujeres policías intentaban sacarla de ahí con terapia sicológica y ella optó por meter la cabeza bajo el auto para ignorarlas.

La mañana transcurría en el cruce de Madrid y Antonio Caso. Ahí, a las 8 horas, llegaron los manifestantes con la intención de impedir el acceso a los senadores y se plantaron ante los agentes de tránsito, pero los granaderos los cargaron uno por uno y los aislaron en una esquina de la calle.

Al cabo de dos horas, ya desesperados, los manifestantes intentaron de todo para salir de ahí.

"¡Privación ilegal de la libertad!, ¡nos tienen secuestrados!", gritaban.

Luego intentaron convencer a los oficiales sobre los efectos negativos de la reforma laboral; otros se fingieron enfermos; una joven amenazó con orinar ahí si no la dejaban ir al baño. Pero nada.

A unos metros, Gabriela seguía bajo la camioneta y el chofer en el asiento. Pasada la novedad, la mujer se quedó sola.

Alrededor de las 12 horas, ya avanzada la discusión en el Senado, los granaderos dejaron salir a los retenidos, que se movilizaron al acceso de Reforma y París para advertir: "Nos vamos, pero regresamos". La fecha: el próximo 23 de octubre, cuando se entregue la medalla Belisario Domínguez.

Cuando todos se iban, alguien se acordó que Gabriela seguía bajo la camioneta y volvieron por ella. Ya de pie, se sacudió y se acercó al chofer del auto.

-Te pido una disculpa, tú no tienes la culpa. No lo hago por AMLO, ni por Noroña, lo hago por mis hijos, no quiero que sean esclavos.

-No me pidas perdón, al contrario, yo respeto mucho lo que hiciste, respondió el hombre.

Alguien gritó "un abrazo, un abrazo". Y se dieron un abrazo.

Daniela Rea, Reforma, 10 de octubre.

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