Advierten fractura de familia migrante

El bloqueo en la frontera con Estados Unidos a consecuencia del aumento en la seguridad y la presencia de mafias del crimen organizado ha abonado aún más a la descomposición social de las familias migrantes.

Ese es el panorama que advierte el padre jesuita Alfredo Zepeda quien desde hace más de una década brinda acompañamiento a indígenas de la Sierra de Huayacocotla, Veracruz, quienes migran hacia Nueva York con el objetivo de emplearse en restaurantes.

"La problemática de la división de las comunidades, unos en el norte y otros acá, va creciendo. Ahorita está cerrada la frontera, sólo pasa uno con muchas dificultades; cruzan 2 de cada 10 cuando antes eran 8 de cada 10. Se invirtieron los números, ahora las familias están más separadas porque los hombres no se regresan por temor a pasar de nuevo".

Huayacocotla es un municipio enclavado en la Sierra Madre Oriental, en 2000 el Inegi estimaba 18 mil habitantes, sin embargo, la población se distribuye en diversas comunidades que tienen a la agricultura como principal actividad económica.

El religioso comenta que hasta antes de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC), la población tenía poca movilidad y conservaba con mayor celo sus tradiciones.

"La gente se empezó a irse en el 95 y 96, creció muchísimo el movimiento hacia afuera y se convirtió en una problemática que teníamos que abordar. Del municipio otomí de Texcatepec eran 9 mil gentes y en seis años ya mil estaban del "otro lado", sobre todo la franja de los jóvenes y hombres".

Zepeda advierte que si bien, la migración por sí misma descompone familias, el aumento en la dificultad para regresar de vez en cuando al País y visitar a los parientes agravó la estabilidad de los matrimonios y la relación con los hijos pues las separaciones son más prolongadas.

"Las mujeres reciben lo que les mandan de remesas y, en ese sentido, están contentas porque sienten el apoyo, pero también empiezan a haber más problemas porque los hijos se portan mal, es todo una desazón, un drama... o se van los maridos allá por 7 o 8 más años, las mujeres acá son asediadas, son seducidas por otros, hay muchos casos de embarazos de esposas de migrantes que luego tienen al niño y lo regalan.

"Hay una falta de figura paterna que la mamá a veces no sabe qué hacer.

"Los niños están descontentos porque no tienen papás, al principio si están bien porque les manda dinero, les compran cosas, pero al ratito se enojan con ellos porque no regresan, hay niños que no les quieren habla por teléfono como una protesta muda de que no regresan", explicó.

De la totalidad de indígenas que migran, el padre calcula que dos por ciento son mujeres quienes migran al Distrito Federal para trabajar por unos meses o años y juntar el dinero suficiente que les permita pagar el viaje a la frontera y el cruce con coyotes a través del desierto de Arizona.

Luego de una estancia de más de 8 o 10 años, los indocumentados regresan a México, pero el panorama es desolador pues su familia ha cambiado y no existen oportunidades de empleo.

"Los que se van les da el golpe, allá ganaban hasta 100 dólares diarios, por eso a los que se van les da el golpe, porque regresan como campesinos a sembrar maíz porque el gobierno no los apoya, les han quitado el piso económico a las comunidades, el dinero no es suficiente", lamentó el religioso.

 
 
 
 
ASÍ LO DIJO
 
"La problemática de la división de las comunidades va creciendo. Ahorita está cerrada la frontera, sólo pasa uno con muchas dificultades".

Alfredo Zepeda
Activista

Henia Prado, Reforma, 23 de diciembre.

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