Migrantes vuelven a cumplir promesa


GUANAJUATO.- Álvaro y Rafael Muñoz Zúñiga regresaron de Estados Unidos al poblado de Duarte, ubicado en el municipio de León, Guanajuato, para casarse: el primero con una paisana que conoció en Stockton, California, y su hermano menor para “cumplirle” a su prometida de la comunidad, de donde los cuatro son originarios.
Teresa Zúñiga, su madre, está preparada con 14 cerdos para hacer las carnitas, varios canastos con chiles y especias para el mole y ha hecho un pedido de 200 kilos de tortillas para agasajar a cuatro mil personas que, dice, fueron invitadas a la boda conjunta de ambas parejas.
Así como los hermanos Muñoz Zúñiga, entre 15 y 20 paisanos más contraen matrimonio religioso con sus novias en la última semana de este mes en el Templo del Señor de la Misericordia, recinto donde oficia el sacerdote José Juan Fuentes, párroco de Duarte, uno de los poblados más emblemáticos en expulsión de migrantes en Guanajuato.
Judith Rodríguez Torres, secretaria de la Notaría Parroquial, comenta que en temporada navideña aumentan las celebraciones sacramentales con dos o tres bodas por día, bautizos y misas de fiestas de 15 años. “Son muchachos que dejan a las novias y se van un tiempo a trabajar (a Estados Unidos) regresan y se casan, o son parejas que están viviendo allá en unión libre y vienen a hacer su trámite civil y por la iglesia”, explica.
En los tableros de la parroquia se exhiben las imágenes de los contrayentes, que son parte de “las amonestaciones”, con sus nombres y los de sus padres; ahí están la fotografía de Álvaro Muñiz Zúñiga y la de su novia Blanca Rosa Esparza Rocha, de 27 y 23 años, respectivamente; así como las de Rafael Muñoz Zúñiga y su pareja María de la Luz Soto Gómez.
La boda se anuncia para el mediodía de este domingo 23 de diciembre, con arreglos especiales en el templo, el coro, la ambientación con mariachi y después la música de la banda “La Guerrera”, que tocará hasta las 11 de la noche en la casa de los padres de los novios. El corral ligado al establo será la pista de baile y la zona para los comensales.
Un trabajo de familia
Hace cinco años Álvaro emigró a California para trabajar en el campo, desde entonces labora en la pizca de jitomate. Este 2012 tuvo un ingreso semanal de 300 dólares. Su hermano Rafael le siguió los pasos un año después y desde entonces cada Navidad regresan para reencontrarse con sus papás, Teresa Zúñiga y Evaristo Muñoz, quien hace 30 años trabajó en el cultivo de la fresa en EU.
Álvaro comenta que para cubrir los gastos de su boda ahorró 60 mil pesos durante nueve meses y su hermano hizo lo mismo, además sus padres los apoyan, y buscaron padrinos entre sus paisanos, “de invitaciones, centros de mesa, película y cerveza”.
El novio conoció a su prometida en un baile en Stockton, ambos coincidieron que sus padres son de Duarte y que tienen a la mayoría de sus parientes en esta localidad, por eso, revelan, decidieron casarse en su pueblo. Los padres de su novia, quienes radican en California, vendrán a entregarla en el altar, señala Álvaro en un recorrido por el establo.
Mientras llega el “Día D”, Blanca Rosa Esparza Rocha y su futura concuña María de la Luz Soto Gómez comentan que trabajan en el bordado de servilletas para las tortillas, aprenden a cocinar y hacer el aseo como lo hace su suegra. Recargadas en el lavadero, después de lavar ropa, las novias coinciden que están aprendiendo las labores del hogar.
“Hacemos servilletas para enredar las tortillas, nos fijamos muy bien en la suegra cómo hace de comer para enseñarnos a su modo; vemos cómo se cuecen los frijoles, cómo hacer la sopa, todo con el fin de aprender de ella”, señala Luz María.
Las novias tienen el vestido, el ajuar y hasta el objeto prestado que deberán llevar en las nupcias. “Estoy muy feliz, será una boda muy bonita en la que estará toda mi familia”, comenta Blanca Rosa.
La bendición
Luz María, a sus 18 años, es madre de un niño de cuatro meses. En enero pasado Rafael “me robó”, que es una forma de describir que se unieron en pareja. Un mes después Rafael se fue a California, de donde regresó hace dos semanas para casarse, primero por el civil y ahora el religioso. Luz María dijo que ese día saldrá de su casa rumbo al templo ataviada en un vestido beige, luego se irá a vivir a la casa de su suegra.
A un costado de la leña que se ocupa para freír las carnitas, preparar el mole, sopa de fideo y arroz, Rafael comenta que los dos acordaron casarse por amor, para recibir la bendición de Dios. Anticipó que entrando el año (2013) se irá a California “a trabajar fuerte” para enviarle dinero a su mujer, con la meta de comprar un terrero y construir una casa.
En sus planes, dice, tiene pensado hacer los trámites para que su esposa y su hijo Eduardo obtengan los papeles para viajar a Estados Unidos, cómo él y su hermano Álvaro, que lo lograron con la ayuda de su padre.
Luz María afirma que aunque le gustaría estar siempre con su esposo, en Duarte las mujeres están acostumbradas a que sus hombres se vayan “al norte” después de casarse. “Es normal, aquí estamos acostumbradas a que se vayan a trabajar para tener segura la economía”.
Teresa Zúñiga, madre de los novios, menciona que sus hijos decidieron casarse en estas fechas entre los suyos, para eso hicieron sus alcancías y buscaron padrinos, algunos que llegarán de Estados Unidos para apoyar. “También los ayudamos nosotros porque es mucho el gasto”.
Sus hermanas y otras familiares la ayudarán a dorar el chile y los demás ingredientes del mole, así como a llevarlo a moler al molino de la comunidad para después guisarlo. Tiene apartados y pagados 200 kilos de tortillas para la fiesta, 40 cartones de cerveza, refrescos, las mesas y lonas. Para la ocasión en su granja criaron 10 puercos y compraron cuatro más.
A la boda han sido invitados vecinos de Duarte, la mayoría familiares de los contrayentes.
Labrando el futuro
Cada año al menos 20 mil guanajuatenses vienen de Estados Unidos a su tierra. Muchos, como Álvaro y Rafael, vienen a cumplir su promesa de matrimonio, para volver “al norte” a continuar labrando un porvenir.
En general, la inmigración repuntó en el tercer trimestre de 2012, según datos de migración internacional de México del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Por cada 10 mil personas en el país, aproximadamente 32 personas cambiaron su residencia al extranjero, mientras que la inmigración representó 21.2 nuevos habitantes que provienen de otra nación.
El Departamento de Seguridad Interna de EU calcula que los migrantes nacionales no autorizados sumaban 6.6 millones en 2010.
Las entidades con más migrantes internacionales son el Estado de México, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, que en conjunto aportan aproximadamente una tercera parte (34.7%) del total de personas que salen del territorio nacional.
Xóchitl Álvarez corresponsal, El Universal, 23 de diciembre.

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