Indígenas presos adherentes a la otra campaña reiteran su demanda de libertad


Al conmemorar el séptimo aniversario de la organización La Voz del Amate, los indígenas confinados en el penal de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, adherentes de la otra campaña del EZLN, reiteraron sus exigencias de libertad y recordaron su origen en enero de 2006, cuando hicieron público que suscribían la Sexta declaración de la selva Lacandona, lanzada por los zapatistas en 2005.
La organización de presos, que con el tiempo crecería y daría importantes batallas pacíficas por la libertad de muchos indígenas, se formó para defender los derechos humanos, promover la paz y la justicia; esta agrupación de resistencia se componía de gente mayormente indígena, hablante de tzotzil y tzeltal, tal como sigue hasta ahora, recordaron ellos en días pasados durante una emotiva celebración dentro de la cárcel, en el plantón permanente que ha devenido toda una referencia para centenares de reos en el sobrepoblado centro estatalde reinserción social de los Altos.
Recordaron que el 5 de enero de 2006, el subcomandante Marcos,delegado Zero del EZLN, realizó un mitin a las puertas de la cárcel El Amate, en Cintalapa de Figueroa, y desde el interior los presos se unieron al acto y a la convocatoria rebelde.
Siete años después apuntan: El mal gobierno no hostiga a la gente rica, sólo a la pobre, los indefensos y analfabetas que muchas veces somos despojados de nuestras tierras, asesinados, desaparecidos, amenazados, encarcelados injustamente. Y cuando alguien se levanta a reclamar la justicia verdadera, lo que hacen las malas autoridades es atropellar sin razón ni motivo, encarcelando a la gente sin delito.
Dada su naturaleza, la lucha de estos presos ha sido cambiante. Protestas pacíficas, ayunos, huelgas de hambre, constantes denuncias y la solidaridad nacional e internacional han logrado la liberación de decenas de ellos en varias cárceles de Chiapas. De la organización original, siguen encarcelados Alberto Patishtán Gómez y Rosario Díaz Méndez.
En años recientes, tras la notable y exitosa huelga de hambre de 2008 que se extendió a cuatro penales, un nuevo grupo de reclusos indígenas conformó los Solidarios de La Voz del Amate: Pedro y Juan Díaz López, Alejandro Díaz Sántiz, Juan Collazo Jiménez y Rosa López Díaz. Ellos dieron otra lucha importante en 2011. En sus casos, como muchos otros, los acusadores llegan a retirar la demanda o decir que fue por confusión que los metieron a la cárcel, pero los juzgados no toman en cuenta todo esto. Puede ser también por consigna política, o simplemente se compra a la justicia. La tortura ha sido sistemática en las detenciones. Sobre algunos pesan largas condenas, indebidas, dicen,que podemos llamar cadena perpetua, de 37 a 60 años.
Caminar con una cicatriz
Rosa López Díaz, solidaria de La Voz del Amate, fue elocuente: “Mi palabra es breve, no hay mucho que contar, sólo queda mucho por hacer. Hoy la vida me enseña a caminar con dolor, con una cicatriz que marcó mi vida por siempre. Los días, meses y años pasan, pero la cicatriz queda, no se puede olvidar lo que se ha vivido. Camino con el dolor de estar en la cárcel injustamente, de haber sufrido tortura física y sicológica cuando las autoridades me detuvieron arbitrariamente, con el dolor de haber perdido a mi hijo Natanael y el de no poder convivir con mi hijo Leonardo. Camino con el dolor de ser pobre, porque todo es corrupción.
“Todo este dolor que cargo es mi vigor y energía, que me impulsa a seguir luchando incansablemente, como dan el ejemplo nuestros ‘compas’ del EZLN. Estoy muy agradecida con Dios por la vida que me da, porque día a día aprendo qué es la lucha y la resistencia, tengo la certeza y la esperanza de que muy pronto obtendré mi libertad.”
Si en el origen los presos se organizaron contra las grandes violaciones de nuestros derechos, el maltrato a las visitas, la mala alimentación, extorsión y corrupción (que) propiciaban las autoridades del penal número 14, El Amate, hoy los jóvenes miembros de Solidarios de La Voz del Amate revelan que empezaron a platicar acerca de los delitos que losprefabricaron, y tomaron la decisión conjunta de involucrarnos en la lucha de Alberto Patishtán.
Dentro de la cárcel sufrenatropellos por estar organizados.Algunos compañeros han recibido traslados sin su consentimiento y otros han tenido amenazas, hostigamientos, intimidaciones. Pero gracias al espíritu de lucha que tenemos, no hay retroceso, lo que habrá es el fruto de nuestras exigencias conjuntas.
Hermann Bellinghausen, La Jornada, 12 de enero.

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