Religen a Raúl Castro para un nuevo mandato; “el último”, dice


La Habana, 24 de febrero. Cuba puso en marcha hoy el mayor cambio generacional que haya realizado en la cúpula desde la revolución de 1959, al elegir a Miguel Díaz-Canel Bermúdez, de 52 años, como primer vicepresidente del Consejo de Estado (subjefe de Estado).
La Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP, parlamento), electa a principios del mes, quedó instalada el domingo y eligió a los 31 integrantes del Consejo de Estado (ejecutivo y legislativo). El presidente Raúl Castro, de 81 años, fue relecto para un nuevo mandato quinquenal, pero él mismo anunció que será el último.
La promoción de Díaz-Canel, dijo Castro en un discurso de 40 minutos, “reviste particular trascendencia histórica porque representa un paso definitorio en la configuración de la dirección futura del país, mediante la transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de los principales cargos”.
Agregó que debía consumarse ese traspaso en cinco años y mantenerse la línea de relevo “natural y sistemático”, para evitar que se repita la falta de candidatos “preparados” para los puestos de mando.
La ubicación de Díaz-Canel como el potencial sustituto de Castro deja fuera de la sucesión a lo que en el sistema cubano se consideró la generación intermedia, integrada por los que ahora están entre los 60 y los 70 años.
En contraste, con el nuevo “número dos” de la isla llega al primer círculo de poder otra generación, la que no vivió la revolución de 1959, pero se formó bajo sus instituciones. La dirigente del Partido Comunista de Cuba (PCC) en la capital, Lázara Mercedes López Acea, de 48 años, fue electa para una vicepresidencia del Consejo de Estado.
Fidel Castro, de 86 años, ocupó durante parte de la sesión su asiento de diputado. Raúl lo citó en dos ocasiones y evocó el protagonismo de su hermano mayor en la insurrección de hace medio siglo. Eran maneras de reflejar el respaldo del máximo líder cubano a la operación en marcha.
Para los veteranos, “la mayor satisfacción es la tranquilidad y serena confianza que sentimos al ir entregando a las nuevas generaciones la responsabilidad de continuar construyendo el socialismo y con ello asegurar la independencia y la soberanía nacional”, dijo Raúl.
Luego refrendó su idea de que la reforma económica requiere cambios a la Constitución de 1976. Una de ellas será la de limitar a un máximo de dos periodos consecutivos de cinco años el ejercicio de los principales cargos del Estado y del gobierno y establecer para ellos edades máximas.
En ese tramo, el mandatario precisó que, al margen del tiempo que tome la reforma constitucional, “en mi caso… este será el último mandato”.
Como signos de cambio, Raúl indicó que en el nuevo Consejo de Estado, de 31 miembros, 38.6 por ciento son negros y mestizos y 41.9 por ciento son mujeres (entre ellas, dos vicepresidentas).
El mandatario ratificó también su proclamada oposición a “la barrera del inmovilismo y la mentalidad obsoleta”, para favorecer, en cambio, la reforma económica, “en favor de desatar los nudos que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas”.
Sin embargo, el golpe de acelerador que dio Raúl Castro al relevo en la dirigencia, contrastó con su propia percepción del ritmo de los cambios en la economía.
“A aquellos que dentro o fuera del país, con buenas o malas intenciones, nos alientan a ir más rápido”, señaló, “les decimos que continuaremos sin prisa, pero sin pausa, con los pies y los oídos bien pegados a la tierra, sin terapias de choque contra el pueblo y sin dejar a ningún ciudadano desamparado”.
Volvió sobre una enunciado suyo que suele invocar: “No me eligieron presidente para restaurar el capitalismo en Cuba, ni para entregar la revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”.
Castro anunció que antes de los congresos del PCC habrá “un proceso de consulta popular, cada vez más profundo y organizado”, de modo que el programa partidario “refleje siempre, en todos los asuntos vitales de la sociedad, la opinión de la población”.
En un breve apartado sobre política exterior, Castro recordó que Cuba preside la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe. Dijo que, en esa capacidad, su gobierno actuará “con prudencia y determinación” para acentuar los puntos en común, como garantizar “el ejercicio de todos los derechos humanos por todas las personas” y disminuir la desigualdad social y la pobreza, entre otros.
También anunció que, en su sesión de junio, el parlamento tratará “a profundidad” el fenómeno de la corrupción.

La Jornada, 25 de febrero.

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