'Duele más no estar con mis hijos'

Los pliegues en los ojos, el pelo cano y la palidez de su piel aumentan por lo menos 15 años a la edad real de Guadalupe.

A principios de 2012, la salvadoreña de 45 años obtuvo junto con su hijo la estancia en México como refugiada; en febrero se le diagnosticó cáncer cervicouterino en etapa avanzada.

Recostada en la cama de un refugio en México, Guadalupe asegura que su mayor padecimiento no son las sensaciones físicas, sino el recuerdo de su familia a la que dejó por abandonar su país ante las amenazas de pandillas de la Mara Salvatrucha.

"Ellos piden renta a las personas. Si uno no les paga, ellos tratan la manera de que los persigan para matarlo. Asesinaron a mi tía y a mi prima. Las cortaron en pedacitos. Tenían una tienda y la Mara las amenazó; como no tomaron en serio la amenaza, las mataron. Llegaron en la noche", narra Guadalupe, quien dice que observó los cuerpos inertes tras los homicidios.

Eran vísperas de Navidad cuando la mujer, quien sembraba frijol y maiz, criaba gallinas y marranos; y su hijo Alberto, un militar de 24 años de edad que había participado en operativos de decomiso de drogas, armas y delincuentes, salieron de su casa.

"Nos amenazaron cuando se dieron cuenta de que estaba en el cuartel. Un día llegaron los de la Mara para matarme. Me querían a mí", detalla Alberto.

Madre e hijo abordaron un autobús a San Salvador, luego se dirigieron a Guatemala y días después llegaron a Tapachula, Chiapas, donde pidieron refugio.

Ya en tierras mexicanas ambos estaban a salvo, pero no tenían trabajo, dinero, no conocían a nadie y a Guadalupe le comenzó a pesar la separación de sus otros cuatro hijos.

Con intervención de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados y tras múltiples entrevistas y exámenes con autoridades obtuvieron el asilo.

En febrero de 2012 la salvadoreña fue internada a causa de abundantes hemorragias. La gravedad de su padecimiento y las carencias de equipo médico en Chiapas, provocaron que fuera trasladada a la Ciudad de México. Ahora está en espera de ser canalizada a un hospital de especialidad para que le retiren la matriz.

La salvadoreña asegura que la medicina más importante para ella es reunirse con sus hijos.

"Mi dolor interno es no estar con mis hijos. No ver a mi familia, a mis hijos, es muy duro. No me he podido comunicar con ellos, me levantaría mucho verlos, tengo el ánimo por los suelos. Yo le pido mucho a Dios que me dé fuerzas, que me ayude".

Henia Prado, Reforma, 14 de abril.

0 Responses to "'Duele más no estar con mis hijos'"