“Ha llegado el momento”


La explanada frente al Capitolio de Washington fue escenario ayer de la mayor manifestación proinmigrante habida hasta la fecha, para presionar a los congresistas y que aprueben este mismo año una reforma migratoria que otorgue a los once millones de indocumentados, casi la mitad de ellos de origen mexicano.

“Estamos aquí para que se puedan oír nuestras voces y porque algo va a ocurrir”, declaró Iván Gómez, un vendedor de autos usados de 37 años, que lleva los últimos 17 viviendo en EU, sin que hasta la fecha haya podido conseguir la ciudadanía.

El lunes o el martes. Ese “algo va a ocurrir” va a comenzar “a más tardar el lunes o el martes”, cuando el conocido Grupo de los 8 (cuatro senadores republicanos y cuatro demócratas) presente su proyecto de ley, anunció ayer uno de los oradores principales de la marcha, el senador demócrata Bob Menéndez.

“Todavía estamos negociando el proyecto de ley pero esperamos presentarlo a más tardar el lunes o martes próximo, y que tenga su primera audiencia el miércoles en el Comité Judicial del Senado”, dijo Menéndez a las puertas del Capitolio, quien levantó aplausos tras prometer que “habrá reforma este mismo año”.

El senador recordó que los estadounidenses “han pedido esta reforma migratoria encuesta tras encuesta” y argumentó que “no podemos proteger Estados Unidos si no sabemos quién vive en el país, si no sabemos quién vive para convertir realidad su sueño. Tenemos que sacarlos de las sombras”.

Que no se ate a la frontera. Uno de los principales obstáculos que alegan los republicanos para apoyar la reforma es que pretenden incluir una cláusula que condiciona la ciudadanía a la seguridad de la frontera con México, algo que rechazan las más de 100 organizaciones de la marcha de ayer.

“Nuestras preocupaciones realmente giran alrededor de asegurarnos que el camino hacia la ciudadanía sea claro y ágil y no esté atado a nada parecido al fortalecimiento de la seguridad fronteriza”, declaró Kika Matos, directora de derechos migratorios del Centro para el Cambio Comunitario.

Freno a deportaciones. Otro de los oradores de la marcha, el representante demócrata Luis Gutiérrez, reclamó que se detengan las deportaciones de inmigrantes indocumentados.

“Hoy estamos aquí para decir que se paren las deportaciones destructivas y se legalice la inmigración, de una vez por todas”, proclamó.

Gutiérrez agradeció “al señor presidente por la acción diferida que permitirá que medio millón de jóvenes ya no puedan ser deportados”, pero agregó que “queremos diez millones más para que seamos todos iguales”.
“Los primeros dreamers fueron nuestros padres”
La historia de Carmen Irene se repite una y otra vez en EU: su hija, María Castro, tiene la ciudadanía, pero ella sigue siendo una indocumentada en Arizona. Ayer viajaron a Washington para participar en la marcha.

“Les queremos recordar que los primeros soñadores fuimos los padres, los primeros que vinimos para darle un futuro mejor a nuestros hijos. Sólo queremos que no se olviden de nosotros”, declaró Irene.

Esta madre mexicana, líder de la asociación “Los Guardianes del Sueño”, de Phoenix, pidió a los congresistas “que sean justos, que nos incluyan a todos. Los que hayamos hecho algo que no deberíamos haber hecho si no calificamos está bien. Pero hay personas que no hemos hecho más que trabajar y trabajar y sacar a nuestros hijos adelante, pero no nos tienen en cuenta”.

Se espera que la reforma migratoria recoja el famoso Dream Act, bajo la cual se legalizaría la situación de aquellos jóvenes indocumentados que entraron a EU antes de los 16 años, y completan al menos dos años de universidad o se hayan inscrito en las Fuerzas Armadas.

Sin embargo, ahora esos jóvenes que una vez fueron apoyados por sus padres para evitar ser deportados son quienes no quieren que se olvide que precisamente fueron ellos quienes primero llegaron al país con un sueño.

“Si quieren pasar no más el Dream Act solo considerarán a dos millones de personas, por eso hemos creado el movimiento 11 millones de soñadores, porque no solamente están los soñadores, están también los indocumentados y personas como yo que aunque tengo la ciudadanía nos afecta que nuestros padres estén sin papeles”, explicó Castro.

La Crónica, 11 de abril.

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