'Somos sus fans'

Bajo el Paraguas del Museo Nacional de Antropología no hay lugar para discrepancia alguna.

Júbilo y emoción entre las jovencitas del American College. Aprobación entre políticos, expertos en la relación bilateral México-Estados Unidos y politólogos. El arrastre de Barack Obama es total.

El Presidente número 45 en la historia de Estados Unidos irrumpe con un "¡Hola! ¡Buenos días! Es un gran gusto estar nuevamente en México lindo y querido. Es un placer estar entre amigos".

Showman, a fin de cuentas, Obama se adueña del escenario en el patio central, de cuyos muros cuelgan dos banderas de las barras y las estrellas y dos más del águila y la serpiente.

La luz plateada que proyectan los reflectores realza la figura del primer Presidente negro en la historia de la Unión Americana, provisto de un "speach" que conecta sin dificultad con el millar de invitados: 800 estudiantes sobresalientes -mayoritariamente de escuelas privadas-, políticos, gobernantes y especialistas.

Sin estar presente, el que más ha de gozar con el espectáculo es el Presidente Enrique Peña Nieto: Obama, a quien agasajó con una cena en Los Pinos en la víspera, ha sentenciado que México está tomando su lugar en el mundo.

 
MADRUGA LA IZQUIERDA
 
Con los primeros rayos del sol, asoma en Chapultepec la figura de Jesús Zambrano, el dirigente nacional del PRD.

Ataviado con un impecable traje gris y corbata negra, el líder de los 'Chuchos' hace fila junto con decenas de invitados para pasar el filtro de revisión y entrar al evento.

Son otros tiempos y los discursos incendiarios contra el imperialismo yanqui ya no los pronuncian, al menos en México, los militantes de la izquierda.

Y si Zambrano se apresta a conocer a Obama, por qué desairar el saludo de Luis Téllez, presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, quien metros atrás de él va engrosando una de las varias filas que se forman frente a la fachada principal del museo.

César Camacho, el dirigente del PRI, corre con mejor suerte: uno de los organizadores lo saca de la fila y lo introduce "fast track" al patio. Su correligionaria, la senadora Marcela Guerra, repele con prepotencia a quienes protestan por no querer hacer cola.

"Vea allá atrás: ahí tiene media hora el senador Juan Carlos Romero Hicks. Por favor, fórmese", reclama un invitado en una escena con reminiscencias del influyentismo que protagonizara la hija del titular de la Procuraduría Federal del Consumidor.

"Yo soy senadora y no estoy hablando con usted", responde la presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte, mientras se olvida de cualquier gesto diplomático y se cuela a la brava.

 
UN PENDIENTE EN GUANTÁNAMO
 
Entre las siete y las nueve de la mañana, fluye incesante un desfile de escolares. Sin uniforme, muchas adolescentes con minifalda y chavos con los cabellos desordenados y luciendo jeans.

Del American College irrumpenen el patio poco más de 500 jóvenes.

"Somos sus fans. Neta", expresa Tania López, para quien Obama es "un Presidente al que le importa la gente" y que ha "hecho una buena relación con México".

Karen Sacal está en la misma tesitura. Y cuando se le pide que ilustre con dos ejemplos las "cosas buenas" que ha logrado el Jefe de la Casa Blanca, enuncia: "haber matado a Bin Laden" y haber procurado "la igualdad" entre los estadounidenses.

Christopher Dickson, de sexto grado de prepa, refería que acaba de regresar de Turquía, donde representó a México en el Campeonato Mundial de Preparatorias. Dice estar satisfecho con la postura que Obama ha asumido con "las minorías" en los casos del aborto y de los matrimonios del mismo sexo.

Pero una cosa le incomoda: que Obama no haya cumplido con una de sus promesas: cerrar Guantánamo.

En su discurso, Obama dice que ha venido a México "porque es hora de dejar a un lado las predisposiciones mentales de antaño, de reconocer las nuevas realidades, incluyendo el progreso impresionante en el México de hoy, (amén) de que es obvio que está emergiendo un México nuevo".

Los mexicanos, define en su elogio, avanzan en pleno conocimiento de la verdad que proclamara Juárez: "La democracia es el destino de la humanidad".

Antes de partir a Costa Rica, Obama le deja la mesa puesta a Peña Nieto, espaldarazo que le cae de perlas si de taparse los ojos a la otra realidad se trata, la de la violencia que no cesa y del movimiento magisterial que se puede desbordar.

"Veo a un México que ha sacado a millones de la pobreza. Veo a un México que está solidificando su democracia. Veo a un México que está ocupando su lugar merecido en el mundo".

Esa es la visión de Obama sobre su vecino del sur.

 
BUENA SEÑAL
 
Como hacen los chavos de las escuelas, aplauden los coordinadores parlamentarios del PRD, el diputado Silvano Aureoles y el senador Miguel Barbosa; además, los también senadores Manuel Camacho Solís, Ernesto Ruffo y Juan Carlos Romero Hicks; la diputada Amalia García; los Gobernadores de Puebla, Morelos y el Estado de México.

También, el presidente de la CNDH, Raúl Plascencia; el ex Embajador Tony Garza; el ex subsecretario de Relaciones Exteriores, Enrique Berruga.

Experto en la relación bilateral México-Estados Unidos, el ex Canciller Jorge G. Castañeda sopesa: "Me encantó el discurso, me encantó el ambiente. Los jóvenes están emocionadísimos, pero me gustó más el hecho en sí. Los jóvenes están emocionadísimos. Qué bueno que inventaron un evento así".

-¿Por qué?

-Porque están todos los jóvenes, porque les da la oportunidad de ver a ese señor que es un personaje histórico fantástico. Me gustó mucho.

Con un pie en su vehículo para trasladarse al aeropuerto y despedir a Obama, el titular de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, evalúa: "Fue un muy buen mensaje que refleja la amplitud del diálogo, la multiplicidad de intereses y de agendas que juntos podemos desarrollar, en el ánimo de que la relación entre los dos países se fortalezca y ofrezca buenos resultados para nuestros pueblos. Manda muy buena señal del interés que se tiene de que el diálogo sea un diálogo incluyente".

Visiblemente satisfecho, Jesús Zambrano suelta: "Nos vamos con buen sabor de boca".

Mayolo López, Reforma, 4 de mayo.

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