La batalla del Zócalo

Desocupar al Zócalo de manifestantes generó una batalla de más de dos horas en el primer cuadro de la Ciudad.

Las tropas de la Policía Federal fueron blanco de una lluvia de cohetones, piedras, palos, botellas, tubos y varillas lanzados por jóvenes anarquistas y estudiantes.

De la contención, los federales pasaron a la respuesta. "Órale cabrones, sobre de ellos, todos juntos, salgan", gritó un federal a sus subalternos, que bufaban del coraje, ante el ataque con rocas.

Los uniformados tomaron las piedras y las regresaron a rajatabla.

De los tubos aventados, los federales tomaron sus propias armas, a falta de tolete.

La Avenida 20 de Noviembre se convirtió en el primer campo de batalla.

Por esta vía, a las 16:10, los maestros comenzaron a organizarse para abandonar el Zócalo. "Vámonos, vámonos, sin provocaciones, sin agredir", gritaban los maestros de la Sección 22 de Oaxaca.

Pero entre ese grupo, se colaron los anarquistas, que declararon la guerra a los federales a punta de petardos.

A partir de ese momento, los estallidos de los cohetones, que detonaron en los pies de los federales; el constante golpeteo de las pedradas contra los escudos; y los tubazos a diestra y siniestra, fueron los sonidos más constantes.

Los enfrentamientos continuaron en las calles de El Salvador y Uruguay, donde las Fuerzas Federales emplearon gas lacrimógeno contra maestros de la CNTE y anarquistas. Parejo.

Los profesores corrieron hasta Eje Central y su paso reclamaron a los encapuchados manchar su movimiento.

"Si te vas a partir la madre con los policías ve ahí, al cerco, no avientes piedras y te escondas con nosotros; ve y hazlo solo", le dijo un maestro de Tuxtepec a un esbozado, que lo aventó al suelo tras un empellón.

En Izazaga, ya sin profesores en el bando inconforme, se presentó el intercambio de piedras más intenso.

Aunque la Policía Federal echó mano, primero, de dos tanquetas antidisturbios para disparar chorros de agua para disuadir a quienes calificaron de rijosos, éstos celebraron el baño de agua con gritos de júbilo.

"Échale más adelante el camión, güey, los estás bañando, dispara el agua directo, para abajo, directo", ordenó un mando a los operadores de las tanquetas, que no conseguían disipar a la turba.

Para colmo, a una tanqueta se le acabó el agua por lo que fue llamada una tercera y de paso, un pipa para abastecer a las dos primeras.

No obstante, entre el aguacero de piedras, los federales tenían un as bajo la manga. Bolas de caucho.

"Son unas bolitas muy pequeñas, pero si te ponen un buen madrazo", presumió un federal, que siempre esperó la orden para su empleo.

Frente al Claustro de Sor Juana, en Izazaga, los federales lograron su primera detención. Un joven de short, tenis y playera, que fue pateado en las espinillas y en el rostro.

"¿Te diviertes aventando piedras verdad? Ahora acá también te vas a divertir", le advirtió el policía que le aplicó un candado en el cuello, mientras lo conducía a una ambulancia de la Policía Federal. Otros dos uniformados, dentro de la ambulancia, le propinaron dos golpes al detenido que lo hicieron sangrar de la nariz.

"Si ya lo detuvieron no le peguen, ya no le peguen", gritaban ciudadanos que presenciaron este hecho. Eran las 17:10 horas.

Las escaramuzas se extendieron hasta Arcos de Belén y el Eje Central, donde los policías persiguieron a los agresores, que se lograban escabullir en cada embestida federal.

Aquí el jefe "Ardilla" estaba a cargo. "Agarren a ese güey de rojo, el de rojo, hay que partirle la madre a ese cabrón", ordenaba a sus elementos.

Enfrente, los jóvenes anarquistas mantuvieron el reto hasta después de las 17:30 horas.

"Órale, arránquense cabrones, los estamos esperando", gritaron los encapuchados en Arcos de Belén, frente al Registro Civil.

Los federales regresaron a sus bases ante el abucheo de los varios ciudadanos.

"¿Para eso les pagamos? ¿Para que huyan como cobardes? Órale, a trabajar", reclamó un hombre desde una panadería.

'EN GUERRERO ERAN MÁS'
 
El Comandante "Espartaco" de la Policía Federal, José Luis Solís, arribó al Centro Histórico, por la calle de Izazaga antes del mediodía. La consigna ya la tenía: desalojar el Zócalo a las 16:00 horas. Era la hora límite.

De semblante duro, el recién condecorado por el Presidente Enrique Peña Nieto en el Día del Policía Federal, se convirtió en el mariscal de campo de la Policía Federal para limpiar el Centro Histórico de manifestantes.

Sus elementos, de la Unidad de Restablecimiento del Orden Público de las Fuerzas Federales de la Policía Federal, le pusieron al tanto. "Entre mil y mil 200 manifestantes, de ellos unos 600 portan palos y tubos, también cohetones", le indicó un subalterno.

El jefe "Espartaco", sonrió. "En Guerrero eran más, y los quitamos", expresó en referencia a la manifestación de maestros de la CNTE que bloqueó en abril la Autopista del Sol.

El veterano para disuadir manifestaciones formó a sus tropas a las 14:00 en Izazaga. Para entonces una comisión de interlocución puso un ultimátum a los maestros para desalojar el Zócalo.

"En dos horas", sentenció Enrique Galindo Ceballos, comisionado de la Policía Federal, a su salida del Zócalo.

Desde las 12:04 los maestros, principalmente de Oaxaca, llamaron a resistir su lucha magisterial hasta el último momento.

Se armaron con palos, tubos y hasta un trascabo.

Instalaron barricadas en Venustiano Carranza, en sus cruces con 5 de Febrero, 20 de Noviembre y Pino Suárez. "Si pudimos aguantar en 2006 el desalojo en Oaxaca, que no podamos ahora", recordó un profesor.

Entre los maestros se encontraban integrantes del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULTI) así como normalistas, ceceacheros, estudiantes del Poli y los autollamados anarquistas, encapuchados.

Uno de ellos, de capucha roja y chamarra beige, contaba con seis cohetones a la espalda. Estaba en Pino Suárez y Venustiano Carranza. A las 15:50, diez minutos antes de la hora cero, este joven lanzó tres de sus explosivos al cerco de la Policía Federal, que se encontraba en Uruguay.

Los proyectiles de los cohetes cimbraron los escudos. La detonación mermó los oídos de los federales que contraían la cara en cada estallido.

"Ahí la va cabrones, los estamos esperando", gritaron en tono de festejo uno los encapuchados.

Los maestros llamaron a sus bases para la retirada. "Ni madres, pinches maestros, nadie se va", reclamaron los estudiantes.

Con Rubén Núñez, líder de la Sección 22 de la CNTE en Oaxaca, al frente los maestros determinaron abandonar el Zócalo.

A empujones, y ante las primeras pedradas, los maestros encontraron en las calles de El Salvador y Uruguay sus válvulas de escape para dejar atrás el gas lacrimógeno.

'NO SE ME DOBLEN'
 
"A mi orden nos aventamos, a mi orden, nadie hace nada", gritaba "Espartaco" al frente de sus elementos.

En 20 de Noviembre e Izazaga el comandante federal brincó entre jardineras para llegar hasta la punta de su equipo.

Cuatro federales lo encapsularon bajo sus escudos.

"Esto se hace sin mucho ruido, esto es rápido, sin tanto rollo", dijo, irritado por la intervención de la policía local, que le rompía el esquema en los momentos más álgidos.

Los cohetones lograban dispersar por momentos a sus elementos.

"Hey, no se me doblen, no se me doblen, esas chingaderas sólo truenan", exigía el jefe federal a cada arremetida de los jóvenes esbozados, principalmente con piedras.

Los encapuchados nutrieron su parque gracias a de sus compañeros. Uno partía tubos y varillas con una segueta, mientras que otro, con un pico, sacaba las piedras de las banquetas.

Para el ataque también usaron botellas de vidrio, pedazos de teléfonos públicos, anuncios viales, macetas, cables y trozos de coladeras.

"No dejen de hacer la línea, no se dispersen, arriba el pinche escudo, no se abran", ordenó otro mando federal ante el aguacero de objetos que se estrellaban en cascos, escudos y hombreras de los federales.

Algunos uniformados fueron atendidos por los tubazos en los brazos. Pero para entonces el Zócalo ya había sido recuperado.

Zona de combate

Los enfrentamientos entre policías y manifestantes se extendieron en el primer cuadro de la Ciudad. Las batallas más intensas tuvieron lugar sobre Izazaga y en diversos puntos del Eje Central.

16:16 Los policías empezaron a avanzar al vencerse el plazo de dos horas que les había dado el comisionado de la PF.

16:45 Jóvenes usaron bazucas hechizas para enfrentar a los federales sobre 20 de Noviembre, Izazaga y Eje Central.

17:10 Las tanquetas de agua sólo avivaron los ánimos de los inconformes.

17:35 Los manifestantes arrojaron de todo; rocas, tubos, bombas molotov...

17:50 Sobre Eje Central encapsularon a unos 50 jóvenes y maestros.

18:25 La última confrontación se produjo en los alrededores de Bellas Artes.

Benito Jiménez, Reforma, 14 de septiembre.

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