Acerca posada a familias de migrantes

TIJUANA.- Janet Fernández intenta tocar la mano de su madre con el dedo índice a través de un minúsculo cuadrito en la valla metálica que divide a México de Estados Unidos.
No lo logra y sus ojos se humedecen al dimensionar la barrera que las separa.
Janet, de 34 años, llegó a Friendship Park con la ilusión de abrazar a su mamá, quien vive en Tijuana, pero su esperanza se diluyó al observar la muralla que le triplica la estatura.
Al igual que otras familias, Janet y su mamá acudieron al muro fronterizo para poder ver de cerca a sus parientes durante una posada organizada por la asociación civil Sin Fronteras.
Janet, quien vive en Chula Vista, California, no puede cruzar a México, pues están en trámite su ciudadanía y su mamá, no puede ir a Estados Unidos por falta de visa.
"Hace siete años que no veía a mi madre, mi mamacita. Sí le hablo por teléfono, vemos nuestras fotos en Facebook, pero tenía muchas ganas de abrazarla y no puedo. Mi mano no cabe, ni mi dedo. No pasa ni una cora (una moneda de 25 centavos de dólar)", lamenta Janet.
Pat Murphy, director de la Casa del Migrante, indicó que el evento es irónico: Luego de pedir posada, a los pastores les abren las puertas, en esta ocasión no pasará así, pues el muro divisorio seguirá cerrado.

Aline Corpus, Reforma, 15 de diciembre.

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